CAPÍTULO VII

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RECONOCIENDO LA VERDAD

Si le hubieran dicho que iba a estar compartiendo una mesa con Sakura y Naruto, oteándolos arrumarse y atiborrarse de dulces, jamás lo hubiera creído. ¡Dios!, había cortado las cadenas de su depresión segura de no toparse con ellos, y lista, para una fuga en caso de que el encuentro fuera inminente... La situación era irreal; sus nervios estaban destrozados y el excesivo menear de sus rodillas la tenían al borde de la locura.

Respiró hondo antes de aclararse la garganta.

-Será mejor que me vaya. Discúlpenme, tengo muchos pendientes y no puedo entretenerme demasiado.

-Pero si acabamos de sentarnos Hinata, concédenos un poco de tu tiempo- reclamó la fémina a su frente, con un tono que sólo pudo deducir como fingido.

La ojiperla no se movió, pero no porque deseara acceder a la petición de la Haruno, sino porque los ojos del rubio se habían incrustados sobre su persona; duros, analíticos... Aquello la estremeció descomedidamente.

-No quiero ser grosera, pero debo ir a estudiar. He perdido varios días de clases y necesito ponerme al corriente. Lo siento.

Hizo una leve reverencia y tomó el pequeño bolsito depositado en la silla contigua. Empujó su asiento con la fuerza de sus piernas y estuvo lista para macharse de ahí completa, sin ninguna herida visible... hasta que la fastidiosa voz de Sakura la detuvo.

-No nos has contado qué fue lo que te retuvo tantos días en casa. Aquí en la Universidad andaban diciendo que tenías una enfermedad muy grave, y que te daba mucha pena que tu condición saliera al público- paró para tragarse un trozo de pastel a punto de colapsarse de crema. Tuvo que jugar con sus dedos para evitar que el chocolate cayera sobre su vestido. Continuó después de decir dos o tres palabras de gratitud por la habilidad del pastelero-. Y no sólo eso, algunos de nuestros conocidos comentaron que estabas afectada por una crisis económica, lo que me pareció absurdo- bufó-. Las familias Uchiha y Hyuga son de las más acaudaladas de Japón, es una tontería. Además, si fuera así, tú nos hubieras comentado al respecto- la oteó y Hina permaneció enmudecida-... o, ¿tiene algo de verdad?

La pelinegra palideció. Se suponía que su mala situación solo era manejable por los miembros de su familia, ¿de dónde pudieron surgir aquellas sospechas?

-Por qué no contestas- insistió la ojijade, provocando que la turbación de la chica se reflejara abruptamente en su cuerpo; de inmediato, sus dedos revoloteaban sobre la mesa, su mirada rehuía de la de ellos y su voz se perdía ante la inexistente lógica de un pensamiento-. Hinata, ¿es cierto que hay una crisis en las empresas Hyuga?

Creyó que caería ante esa insolencia; no obstante, se vio rescatada por la inesperada voz del Uzumaki, defendiéndola.

Todo su ser vibró por aquella heroica intervención.

Falsas Impresiones- NaruhinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora