CAPÍTULO XIII

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DIFÍCIL CONVIVENCIA

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DIFÍCIL CONVIVENCIA

"Siento que en cualquier momento puedo caer rota al suelo. El corazón me duele tanto... No hay nadie cerca de mí. A estas horas, mientras yo me entretengo con los tontos chillidos atorados en mi garganta, las gentes de bien deben de estar descansando cómodamente en sus camas. Me pregunto cómo estará mi padre, ¿dormido o planeando la forma de castigarme?"

"El frío es impiadoso conmigo, incluso, la banca sobre la que estoy sentada parece ser de hielo..."

"No tengo nada de qué arrepentirme, y toda reprimenda consecuente de mi decisión, la aceptaré de lo más gustosa. Me atreví y fui rechazada; posiblemente, malinterpreté sus sentimientos; ha sido mi culpa... Me duele el alma. Me siento con el valor de una basura por dejarme arrastrar de esa forma. ¡Por Dios! ¡Yo fui la que se declaró, la que por los efectos del alcohol se expuso!... es cierto que él me aceptó, pero jamás, nunca... profesó el mismo sentimiento."

"Mal momento para darme cuenta... Las energías siguen abandonando mi cuerpo y mi mente está menos clara. No sé qué hacer, ni siquiera tengo claro dónde me encuentro o lo que estoy haciendo. ¿Escribo?, ¿lloro?, ¿enumero mis penas? Soy una tonta... Una ilusa, que está segura que..."

Unos leves remilgos se oyeron en la solidaridad de la calle. Era su llanto. La naturaleza no se conmovió por sus lamentos; el viento no se precipitó por su causa, las copas de los árboles mantuvieron su quietud, y la noche siguió tan indispuesta a extinguirse y dejar ver la luz del sol.

Sus penas no parecían interesarle a nadie más que a ella. Y éstas, eran tan impiadosas que la coaccionaron a dejar el lápiz sobre el descanso de sus piernas y llevar su puño a la presión de su pecho. Temía que ni todas las lágrimas que había derramado en su vida fueran suficientes para sosegar su dolencia. ¡No era capricho! ¡No era inmadurez!

¡Era el estúpido amor que sentía por él!

—Eres una gran mentirosa.

Sus gimoteos cesaron y sus ojos se agrandaron a más no poder.

Era inaudito. ¡¿Qué se proponía?! ¡¿Martirizarla?!

—Hace poco te traté de imprudente, pero veo que...— hizo una pausa, aumentando el abatimiento de la joven al sentarse a su lado. Ella rehusó a verlo—, que estás un paso arriba de eso. No eres sólo imprudente; sino negligente, necia, e insensata...

—No es así.

—Está bien. Si no es así, dime, ¿dónde está tu coche?

Fue incapaz de articular palabra. Era extraño, pero al mismo grado que anhelaba su compañía, así la repelía.

El rubio se quedó un momento observando el paisaje, dejando así que su respiración se regulara un poco. Hina, curiosa por esto, repasó su fisonomía y confirmó sus sospechas; su rostro estaba sonrojado y sus cabellos más desordenados que como recordaba. La gota de sudor que bajaba de su sien terminó de delatarlo, había estado corriendo.

Falsas Impresiones- NaruhinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora