CAPÍTULO VIII

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DIFÍCIL DECISIÓN. PARTE I

Sasuke llegó a recogerla a la hora indicada; ni un minuto más temprano, ni un minuto más tarde. El recorrido a la fiesta no había sido tenso, como lo había imaginado durante el día. El Uchiha tenía memoria de caballero y no recurrió a sacar a colación lo acaecido la noche pasada. Él, se había limitado a elogiar, muy a su manera, su buen gusto al vestir, y expresar lo complacido que estaba de que ella hubiera aceptado su invitación. Aquello le causó mucha gracia, pero de ninguna manera se permitió reír delante de él. No comprendía porqué le agradecía si prácticamente la había obligado a asistir a esa actividad.

Tardaron unos veinte minutos en llegar a su destino. El azabache, mostrando su habitual galantería, le abrió la puerta del coche y le ofreció su brazo. Hina se sintió cohibida por tantas atenciones, pero resolvió disminuir sus nervios con una sonrisa y una plana mental, que le prohibía regresar a la soledad de su habitación.

Avanzaron y pronto se encontraron en la entrada de una encomiable mansión; demasiado lujosa, de estilo georgiano y en definitiva, atestada de gente... El ruido de la música los golpeó; ésta, sobresalía por encima de las voces de los invitados y las suyas; por lo que se vieron obligados a comunicarse por medio de señas y miradas.

Se adentraron en el gran salón y de inmediato fueron cubiertos por la fuerte luz amarilla de un hermoso candelabro en el techo. La imagen que llegaba a sus ojos no concordaba con la de los concurrentes. El salón era maravillosamente amplio, iluminado, decorado con cuadros que estimó pertenecían al romanticismo victoriano. Incluso, contaba con una exagerada mesa de banquetes que abarcaba la mitad del espacio. Pero toda esa pomposidad difería de los invitados; es decir, aquello era una mezcla entre la vieja Europa y el excéntrico Japón, ruidoso y superficial.

Sasuke la jaló y la condujo hacia unas pequeñas mesas de cinco sitios, de donde se tenía plena visibilidad de la pista de baile y del segundo piso que se alzaba sobre ellos. Ambos tomaron asiento y gastaron unos momentos en disfrutar de la vista... La fiesta estaba animada; los invitados se movían vigorosos al ritmo de las pegajosas sonatas, y los que optaban por quedarse en su asiento meneaban o una pierna o un brazo, siempre rehusando a la idea de quedarse quietos.

Encontrarse en medio de ese bullicio y rodeada de extraños resultó sobrecogedor en un principio; sin embargo, el entusiasmo de todas esas personas y la grata compañía del Uchiha, disiparon cualquier recelo. Fue por eso que no dudó en aceptar la oferta de un trago y tampoco renegó por el ligero mover de sus hombros.

-Sasuke, tu hermano es el anfitrión, ¿verdad?- inquirió, temiendo que la algarabía del ambiente hubiera sido más fuerte que su voz. Supo que no había sido así, cuando él despegó el oscuro trago de su boca y giró el torso para observarla, confirmando atención a sus palabras.

-Sí.

-Entonces, ¿dónde está él?

-No lo sé.

Falsas Impresiones- NaruhinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora