CAPÍTULO XVII

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RESIGNACIÓN

— ¿Cómo estuvo tu día?— Depositó unos platitos al lado del postre de chocolate, situado en el centro de la barra. Internamente, se felicitó por décimo quinta vez por haber elegido un hombre con don para la cocina ¡Es qué todo lo que preparaba era una delicia para su paladar, y por supuesto, una tortura para su peso! Jaló unos de los altos taburetes y se sentó de frente a él. No esperó a que su pregunta fuera contestada, más hambrienta de lo normal, empezó a devorar la torta con apetitosa crema.

Al ir casi por la mitad, se percató del par de ojos azules que la escrudiñaban divertidos. Los colores del rostro se le incendiaron, sobre todo cuando él, burlón y encantador, le ofreció su pedazo.

—Toma. Parece que tú la necesitas más que yo.

— ¡No te preocupes, estoy bien!— negó, atolondrada—. Es que cocinas realmente bien, y me es difícil resistirme. Me has mal acostumbrado a la buena comida...—sonrió, y por un microsegundo, le figuró ver la misma sonrisa en él—. No me has respondido, ¿Cómo te fue en el trabajo? ¿Jiraya continúa atiborrándote de deberes?

­—Lo usual.

— ¿Y estás contento?

—No puedo quejarme.

Soltó un bostezo, y Hina reprimió un mal gesto. A regañadientes, se llevó otro pedazo de torta a la boca, masticándolo con más lentitud de la requerida. Se había propuesto tolerar la parquedad del Uzumaki, pero cada vez era peor. Aunque lo intentaba, aquella barrera no se rompía.

— ¿Cuándo estarás satisfecho?—insistió, alzando la voz para lograr su atención.

El ojiazul ladeó la cabeza, simulando vacilar en una contestación.

—Chef ejecutivo estaría bien; pero por el momento es algo imposible...

— ¿Por? ¡Tú eres muy capaz! Indudablemente posees cualidades superiores a otros chefs. Sólo hay que probar tu comida para caer en una adoración absoluta por ti. ¡Dios, eres maravilloso! ¡Tus habilidades son encomiables y...!— calló abruptamente al divisar en las facciones masculinas el significado escondido a sus alegatos—. B-bueno, no es ninguna novedad mi pensar sobre ti. Eres sorprendente.

—He pensado pedir un traslado.

Hina casi botó la taza de café que recién conducía a sus labios. Aquella noticia simuló ser un balde de agua fría para su brío orgulloso. ¿Qué significaba todo eso? ¿Un traslado? ¡No!. Las cosas entre ellos estaban yendo muy bien para que estuviera pensando en separarse de ella. Quizás, no eran un tipo de amantes muy comunicativos, pero en sus gestos y actos había un avance irrefutable.

—Ya veo...— Trató de recomponerse. Sorbió un trago y dejó el pocillo sobre la plancheta—. ¿Y a dónde sería ese traslado?, claro, si no te molesta que lo sepa.

Falsas Impresiones- NaruhinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora