Capítulo 23:Mundanos.

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Al salir del Instituto se encontraron con tres rostros ya conocidos para los dos ángeles. Se trataba de Castiel y los hermanos Winchester. Como era de esperarse, aquellos hermanos no salían si su protección angelical. Alina aún podía recordar las veces en las que cubrió a Castiel y estuvo cuidándoles el trasero a aquellos hermanos que lo único que hicieron fue causar problemas.

—La desgracia y la mala fortuna los acompañan. Lo siento, pero no creo que sea buena idea formar un equipo con ustedes. —pronunció en cuanto escuchó el plan de los Winchester.

Dean abrió la boca para hablar, pero Castiel le indicó que no con la mirada. Por otro lado, Metatron fue quien habló para romper el silencio.

—Escuché sobre ustedes dos. Han estado viendo a Crowley. —dijo no muy convencido.— El rey del infierno.

Alina miró a Metatron en de inmediato. Si ellos conocían a Crowley quizás podían persuadirlo para que les diera la ubicación exacta de Jonathan.

—Si lo que quieres es saber donde está Jonathan exactamente nosotros podemos ayudar en eso. —le aseguró el mayor de los hermanos.— No creo que Crowley se niegue a eso, tomando en cuenta que tampoco quiere que abran las puertas del infierno.

—¿Qué es lo que pedirían a cambio de tal información? —ella se cruzó de brazos.

—Venimos a ofrecer nuestra ayuda sólo por Cas. Ha estado muy preocupado por ti, Alina. —Dean miró a Castiel de reojo.

—¿Estás preocupado por mí? —sonó molesta, y Castiel tragó saliva para después negar con la cabeza.— Castiel...

—Sí. —confesó.— Creí que no podías con todo esto. Es una misión que requiere de suma atención y fuerza.

—Dime algo que no sepa. —rodó los ojos con evidente desagrado, luego, miró a los Winchester.— ¿En serio quieren ayudar?

Ambos asintieron con la cabeza.

—Hablen con Crowley o con algún otro demonio sobre Jonathan. La voz se corre como agua deben de saber algo al respecto. —dijo con toda seguridad.— Que sea lo más pronto posible de ser así.

—Los ángeles siempre piensan que todo es muy fácil. —Dean soltó una pequeña risa.— No te aseguro que las respuestas las recibirás mañana, pero si en estos días, muñeca.

—Dean... —gruñó Sam a lo bajo. Sabía que los ángeles no se tomaban bien los cumplidos.

Alina volteó a ver a Castiel, y él desvió su mirada hacia el suelo. Entonces ella se acercó a él y lo sostuvo de la barbilla. Fue extraño. Ella nunca tocaba a un ángel con tanto cariño como a Castiel. Si fueran humanos lo consideraría su mejor amigo. O si fueran nefilim lo consideraría su parabatai.

—Confío en ti. Por lo tanto confió en ellos también. —le sonrió en cuanto Castiel elevó su vista hacia ella.

—Es realmente raro que hablen de ese modo, —interrumpió Metatron con burla— les recuerdo que los ángeles no tienen permitido...

—Cállate —la pelinegra lo volteó a ver con molestia— Yo no he estado mucho tiempo en la tierra, pero déjame decirte que sé a lo que te refieres.

—Si se refieren a tener sexo...

—Castiel, también cállate. —esta vez fue Dean quien habló, aguantándose una larga carcajada.

—El rubiecito tiene razón. —Alina se alejó de Castiel.

—¿Me llamó rubiecito? ¿En serio? Soy castaño claro, el rubio es un color amarillo...

Bravery [Alec Lightwood].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora