Parte 13 - Propuesta a profundidad

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La luz del día ingresaba por mi ventana cuando de pronto sentí que algo me faltaba.

Arrime las sábanas a un lado, frote mis ojos con las yemas de mis dedos, porque la luz me molestaba, y lo busqué por todos lados.

¿En dónde se había metido?.

Salí por la puerta de la habitación y como nunca la casa estaba en absoluto silencio. No sé si estaba viendo mal, pero observé que en el piso del pasillo habían pétalos de rosa, estos se iban por un camino.

El camino seguía hasta la escalera. Baje por ella y luego estos me llevaron hasta el patio trasero dónde mamá me esperaba impaciente.

- Ten esto -dijo dándome un sobre.
- ¿Qué es?
- Averigualo.
- Lo abrí y decía:

"Las rosas son preciosas tanto como tus mejillas cuando te sonrojas al verme sonreír, el mar es tan precioso como tú cuando miedo tienes al dejarme ir. Por favor ve a la playa donde hallarás a una de tus mejores amigas.

Alex."

- Mamá, ¿tú tienes que ver con esto?.
- Yo no sé absolutamente nada.

Me vestí usando un vestido suelto de vuelos blancos y de tiras, a lo que agregué un sombrero y unas sandalias cómodas.

Cojí las llaves, tome el auto y fui rápidamente hasta la playa.
El día estaba bonito, demasiado diría yo.
En el trayecto a la playa oía una canción de Carly Rae Jepsen, veía las palmeras altas donde recordé que yo trepaba con papá cuando era una niña.

Cuando llegué al aparcamiento, encontré a Camila con una maleta negra.

- Esto es para ti, nena.
- ¿Qué es Cam?
- Ábrelo y verás.

Abrí la maleta y dentro de ella había un traje de buzo, unos lentes de buceo y una nota.

"Sumérgete conmigo, cariño."

- ¿Debo de ingresar al mar?
- Sí.
- Está bien.

Me puse el traje, las gafas de buceo y me sumergí. Mientras ingresaba, recordaba cuan lindo fue cuando Alex y yo bailamos bajo el mar, y recordé que ese fue un día inolvidable junto a él.

De pronto lo vi, esperando bajo el mar. ¿Qué hacía ahí? No tenía ni idea, me acerqué y lo sorprendí por detrás. Veía como sonreía de oreja a oreja al verme.
Me señaló con la mano de modo que quería decir: ven.

Sostuve su mano y él me llevo hasta un lugar donde habían muchos peces. Cuando estos se fueron asustados debido a nuestra presencia, observé que en una piedra grande decía:

"¿Me acompañarías al baile de otoño?"

Y me quedé paralizada. Nadie había hecho algo tan precioso para mi.

Le dí un beso y con la cabeza le dije que sí, alzó sus manos hacia arriba sonriendo y me abrazó fuerte.

Cojí su mano y ambos salimos de la profundidad. Fuimos hasta la orilla dónde estaba Camila y él le agradeció por su ayuda.

- ¿Se te apetece desayunar algo?
- Claro, muero de hambre.
- Pues, te invitaré unos dulces hotcakes con frutas y chocolate.
- Mmm... que rico amor.
- Sí, pero nada le gana a tus besos.

Y vino contra mi y susurró:
- Gracias por aceptar cariño, me haces feliz.

Fuimos a un café, ordenamos los hotcakes y comimos junto con dos tazas de café.

Luego, inicié a notar que un chico me observaba, pero ya era un largo tiempo en que lo estaba haciendo.

Alex se quedó observándome y luego miró en dirección al chico. Se paró y fue directo a decirle:

- ¡¿Qué mierda la miras tanto?!.
- Yo nada, es que me parece muy bonita.
- Deja de observarla, es mia.
-  ¿Y si no quiero que harás al respecto?.

Alex se enfureció y le metió un golpe en la mandíbula, luego otro en el estómago. Lo puso contra el piso, lo golpeaba y decía:

- Te -golpe -dicho -golpe -que -golpe - dejes de mirar a mi chica.

Me acerqué y cogí a Alex por detrás.

- Alex ya para -grité.
- No.
- Ya para por favor.
- No.
- Dale, sigue, pero yo no me quedo aquí.

Sostuvo al joven por su polo y lo tiró fuertemente contra el piso.

Salí de ahí. Caminé, hasta que su voz me detuvo.

- ¡Rachel!
Seguí caminando.
- ¡Rachel!

Seguí caminando y siguió gritando mi nombre. Hasta que me detuvo en una esquina ya que los autos pasaban y la luz del semáforo no cambiaba.

- Amor, perdóname.
- ¿Porqué has hecho eso? -dije furiosa.
- Te estaba mirando amor, me enojó que lo haga.
- ¿Y por eso lo tenías que golpear?
- Él me provocó y lo sabes.
- Amor, estoy contigo no con ese joven. Mírate, tus puños están morados de dolor nuevamente.
- Cariño, por favor no te enojes.
- Alex, debes de controlar tus celos.
- Perdón, pero, es que, no quiero que otro chico te este poniendo los ojos encima, me incómoda.
- Debes entender que yo estoy contigo no con otro ni con él, y por más que me coqueteen o me observen, yo solo te querré a ti.
- Lo siento.

Sentí su beso en la frente y su mirada tierna clavada en mi.

De pronto la luz del semáforo cambio a rojo y cruzamos la pista cogidos de la mano.

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