Parte 17 - Se acabó mi vida

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Ted me esfumó con un disparo en la cabeza. Ya todo había finalizado para mi. Era un alma más en el mundo y la lluvia inició a caer en la fría madrugada. Observaba todo lo que Ted hacía. Veía el gran hoyo que Ted había dejado en mi cabeza y como mi sangre salía de mi cuerpo. Ted cogió  mi cuerpo y se lo llevó a su auto escondido en una maleta de tela color negra. 

Mi pobre y frágil cuerpo se había ido del mundo con solo 17 años. Imaginaba como reaccionarían los demás al saber que yo ya no existía más. Me faltaba tanto por vivir, pero mi vida la se había dado por finalizada gracias a un maniático loco por mi madre.

Observaba como Ted arrancaba el auto a toda velocidad y me llevaba al lugar dónde se inició todo, el bosque. Ted caminaba con una sonrisa macabra en la cara, sus botas negras quedaban enterradas en el lodo y su cabello mojado por la lluvia le cubría la cara, estaba empapado. Caminó por varios minutos hasta que llegó hasta cierto lugar muy lejano de todo y todos. Lanzó la maleta ,en la cuál mi cuerpo muerto se hallaba, contra la tierra fría y mojada, y con una pala inició a cavar bajo la lluvia.

Cavó mucho hasta que llegó a dónde quería llegar. Tomo la maleta, cogió el cierre y de un tirón la abrió con mi cuerpo ahí dentro. Cogió mi cuerpo y lo metió con brusquedad en el gran hoyo de tierra que había dejado al descubierto hace un rato. Luego, la tierra inició a cubrir mi cuerpo y ahí estaba, bajo tierra. Pero, mi alma aún lo observaba. 

A Ted se le ocurrió dejarme una rosa blanca sobre el lugar donde me había enterrado, pero la rosa lo pinchó haciendo que su índice inicie a sangrar, pero él no lo notó. Ted se fue perdiendo en la oscuridad de la noche, cuando de pronto recibió una llamada.

- Papá ¿cuándo podremos vernos? -se oía al otro lado del teléfono.

- Cuando tú desees hijo.

- ¿Dónde estás? ¿estás afuera? Se oye mucho ruido por la tormenta.

- Sí, fui a hacer unas compras -dijo Ted con seguridad.

- ¿A las 4 de la mañana? Wow, que madrugador -preguntó desconcertado.

- Sí, es que esta tienda abre a estás horas. Por cierto, ¿qué haces despierto? 

- Estaba haciendo unos trabajos de una mierda que dejaron hace unas semanas.

- Términalo pronto, tengo que irme -colgó.

La lluvia se había detenido y el sol comenzaba a brillar cada vez más. No podía creer que estuviese muerta. Mi muerte fue algo rápida. De pronto, aparecí en la casa de mis padres. Mamá había ido a dejarme unos libros en mi habitación cuando se dio cuenta de que yo no me encontraba ahí. Ella inició a buscarme por toda la casa y papá le preguntaba qué pasaba. Fue entonces cuando él decidió llamar a la policía.

- Buenos días teniente, quiero reportar a mi hija desaparecida.

- ¿Cuál es su edad y nombre?

- Su edad es de 17 años y su nombre es Rachel Gomez.

- ¿Cuándo desapareció?

- Ayer por la noche. Por favor haga lo que sea para hallarla.

- Está bien, haremos todo lo posible - papá le dio unos cuantos datos más acerca de todo lo que había  sucedido las últimas veinticuatro horas y la policía puso en marcha su trabajo.

Papá colgó y su corazón inició a romperse en trizas imaginando lo peor. Él tenía tantas dudas e inició a buscarme como un loco maniático. Minutos después mamá llamó a Alex, quién se puso mucho peor que ambos juntos. Alex dijo que no recordaba mucho porque le habían metido una droga en su bebida y se quedó impresionado al saber que yo no estaba por ninguna parte.

Alex emprendió su búsqueda en toda la universidad, preguntó y llamó a todos los compañeros. Pero nadie sabia nada de mi. Pidió ayuda a la policía y le dijeron que ya habían archivado un caso con mi nombre tiempo antes. Alex estaba desesperado, demasiado diría yo. Pero, su pecho inició a causarle dolor, sentía que algo malo había pasado o que estaba apunto de suceder. Quiso esfumar sus pensamientos, pero no lo logró. Así que decidió llamar a su padre.

- Hola Ted -Alex no siempre solía decirle el apodo de papá porque él lo abandonó mucho tiempo antes cuando era un niño, lo mandó a un departamento con su madre e hizo que Alex se olvide de él. Alex jamás vivió con su padre, bueno, al principio sí, pero luego su padre hizo todo eso. Tiempo después Alex decidió perdonarle todo lo que había hecho.

- ¿Podemos vernos más tarde? -se oía del otro lado de la llamada.

- Claro Ted. 

- Viajaré mañana a Barcelona, ¿te parece a las 5? -dijo.

- Está bien -cortó.

Esa tarde a las 5 en un café del centro de la ciudad.

- Ted, mi novia está desaparecida -dijo Alex con total dolor en su cuerpo. Y no solo era su cuerpo. Su mente estaba perdida, su corazón triste y sus manos estaban tan mojadas de nervios que ya no sabía como sobrellevar el tema.

- ¿La jovencita a la cuál vi hace unos días sujetando tu mano afuera de tu departamento? -preguntó con total hipocresía.

- Sí Ted, sus padres llevan buscándola horas y no sabes lo mal que me siento sin ella -de pronto Alex observó algo raro en su piel, estaba con la piel de gallina -¿te has drogado?.

- ¿De qué hablas?

- Sabes de qué hablo. Oye Ted, dijiste que lo dejarías -dijo casi gritando y hecho una furia.

- ¿Y tú qué? Solo las dejaste por el hecho de impresionar a tu novia.

- No papá, las dejé porque sabía que me estaban haciendo daño. Deja de drogarte.

- No puedo, la heroína es una adicción para mi.

Alex tomó sus cosas y salió de ese lugar. No podía más. Estaba harto de que su padre solo se dedique a eso, o eso era lo que Alex pensaba. Él sabía que su padre nunca iba a cambiar, estaba decidido a que se alejaría de él todo lo que él pudiese y se marchó.

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