16. 엉엉 울다

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Yoongi...

Y paró. Por supuesto que paró. El ritmo de sus estocabas disminuía a medida que ambos íbamos procesando lo que acababa de salir de mis imperdonables labios. Jimin me miró con la boca entreabierta y los ojos como platos, como si acabara de aparecerse ante él un terrorífico fantasma.

—¡Espera, Jim-!

Salió de mí con rapidez y se alejó. Se agachó para coger sus pantalones y se los puso de espaldas a mí con una velocidad que ni siquiera esperé. Me bajé de la encimera y cogí la blusa, que no me dio tiempo a ponerme. Me tapé el cuerpo con ella, agradeciendo que fuera más o menos larga. Se avecinaba la peor discusión que ambos tendríamos jamás, así que se requería un mínimo de seriedad.

Jimin emprendió su marcha y se dirigió a la mesa del salón.

—¡Espera! —grité, dándome tiempo para ponerme el pantalón.

—Ni me hables —balbuceó lo suficientemente alto como para que le escuchara.

Cogió unas llaves y observé, mientras terminaba de ponerme la ropa, cómo se adentraba en la habitación. Corrí hacia él, siguiéndole, con los ojos empañados incapaz de creer lo que acababa de pasar.

—No sé por qué he dicho eso, Jimin, te lo prometo.

—Mira...

Se giró brusco para clavar sus acusadores ojos en los míos. Alzó la mano y apretó el puño con lentitud como si estuviera a punto de volar hacia mi cara, pero en cambio soltó un quejido de enfado y se volvió a girar, sin decir una sola palabra más.

—Por favor, deja que-

—Creo que no necesito aclararte que lo nuestro se ha acabado.

Mentiría si dijera que no me lo esperaba porque yo, en una situación como aquella, habría actuado de la misma manera. Me llevé ambas manos al pelo y tiré de él como si quisiera arrancármelo. ¡Estúpida, estúpida, estúpida! No tenía perdón de Dios. Me merecía todo lo que me pasara solo por lo inútil que era. Los insultos internos hacia mi persona comenzaron a volar sin descanso.

—Jimin, lo siento —murmuré, incapaz de vocalizar cualquier otra cosa. Mientras él se ponía una camiseta limpia y atravesaba de nuevo la sala para chocarse contra mí antes de salir de ella, aproveché para pensar qué debía decir. Iba a perderle, sí, pero no sin antes martirizarme un rato más—. Tienes todo el derecho a enfadarte. Ódiame, pero por favor, no te vayas.

—¿Y qué hago? —su tono de voz subió tanto que me vi obligada a retroceder un paso y cerrar los ojos durante un microsegundo—. ¿Me quedo aquí a ver cómo te burlas de mí?

—¡Te juro, Jimin —comencé a decir, con la voz quebrada— que no era mi intención! ¡Ni siquiera sé por qué lo he-!

—¿Ah, no? ¿No lo sabes? —comenzó a reír y apartó la vista de mí—. Pues yo sí.

Se giró para seguir su camino. Fue hacia el perchero del hall, donde colgaba una de sus chaquetas y yo le adelanté para impedirle el paso hacia el exterior de la casa. Puso los ojos en blanco al verme y endureció sus facciones antes de hablar.

—Lo has dicho porque te derrites por el cabrón de Min Yoongi —espetó, haciendo aspavientos con las manos—. Te importa una puñetera mierda que te trate como a un perro y que juegue contigo. Lo prefieres antes que a mí porque eres una zorra masoquista.

—Ha sido un error, ¿vale? —yo también alcé el tono de voz. Podía soportar insultarme a mí misma, pero que lo hiciera él ya era otra historia—. Si le prefiriera antes que a ti me habría ido con él en cuanto tuve oportunidad. Además —gruñí—, nunca me ha tratado como un perro.

Non-Ethereal » Min Yoongi 《CLOSED》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora