I. Balón.

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Una mañana tranquila, ¿acaso eso era mucho pedir?
Los revoltosos de sus hermanos no lo dejaban tener un sábado tranquilo.

Gritaban y se arrojaban cosas en la sala, y por su cabeza solo pasaba la idea de que una de las tantas cosas que volaban por la habitación le diera, y así poder golpearlos por ser tan escandalosos.

A pesar de tener los audífonos a todo volumen, oía las quejas de Sanji, que estaba en la cocina, igual o quizás más fastidiado que él.

No quería unirse a los gritos, no le gustaba ponerse a nivel de ellos cuando se trataba de gritos y peleas absurdas.

Uno de los zapatos de Niji paso volando frente su rostro, dándole de lleno a la lámpara favorita de su madre. Eso fue suficiente como para saber que debía salir de ahí lo antes posible.

Se levanto del cómodo sofá, pasando junto a Reiju que estaba sentada con un libro en las piernas y una taza de café en las manos.

Camino hasta la cocina, tomando las llaves del auto.

—Trae una cajetilla de cigarros —la voz de su hermano menor lo hizo voltear—. Te la pagaré luego, ¿okay?

—Bien.

No hubieron más palabras.

Salió de la casa sin molestarse en hacer caso a los gritos desesperados de Niji por querer arreglar la fina lámpara, que ahora estaba echa pedazos en el suelo.

Encendió el auto y conecto su teléfono al estéreo.
Ni siquiera tenía un lugar a donde ir, tan solo quería o más bien necesitaba un suspiro de los escándalos y problemas en casa.

🌻

Su primera opción fue ir a caminar al parque.
Y era la mejor de todas por el momento.

Puesto que, ¿había lugar más tranquilo que el parque?

Camino por unos minutos cerca de la gran área verde que se ocupaba para jugar fútbol.
Mirando como más de un chico corría con un balón en las manos, de un lado a otro, entre risas y gritos. Era un juego amistoso, ya que no veía a ninguno tirarse encima del otro con intención de herir al otro.

Aquel brusco juego que según él, Sanji practicaba. Le parecía tonto ver a todos casi matarse por tener el balón en sus manos.

Se detuvo cerca del lugar donde era lanzado el balón. Su teléfono comenzó a sonar de forma insistente. Dudo en contestar, más sabia de quien era la llamada.

Contesto de forma perezosa la llamada.

¡Cómo te atreves a dejarme solo! Trae pegamento o algo, no encuentro la cinta para arreglar la jodida lámpara.

—¿Acaso tienes aire en la cabeza? No puedes arreglar una lámpara de más de cien dólares con cinta.

—¿Cien dices? ¡Demonios! ¡Ichiji, por favor! Mamá va a matarme —chilló.

Las quejas de Niji hacían que su cabeza doliera. No podía creer lo idiota que su hermano podía llegar a ser, le resultaba molesto.
No debía ayudarlo, se había metido en problemas el solo y vaya que disfrutaría verlo castigado por sus descuidos.

Iba a contestar, más apenas estaba abriendo la boca cuando el ovoide le pego directo en el estómago.

El teléfono se le cayó de las manos. Cruzo sus brazos sobre su abdomen, con los ojos cerrados y ligeramente inclinado hacia adelante.

Gruñó por el fuerte dolor.

Se había quedado sin aire por tremendo golpe.

Pronto, varios chicos se acercaron a él totalmente preocupados, los oía decir todo tipo de cosas, más no contestaba.

—¿Estas bien?

Una mano se poso sobre su hombro, a lo que atino a apartarse de golpe. Los que lo rodeaban se alejaron un poco, mientras uno de ellos aun estaba cerca suyo.

—¡Lamento eso! No te vi ahí parado, en serio.

Ichiji levanto la cabeza, encontrándose con un par de ojos negros. Aquel individuo estaba encorvado hacia adelante, con las manos sobre sus rodillas. En sus ojos se reflejaba lo preocupado que estaba por él.

Sin razón aparente, sintió su cara arder al tenerlo tan cerca suyo. Se aparto un poco, se enderezó de forma pausada y sin quitar sus brazos de su estómago.

El chico de ojos azabache se inclino un poco, tomando el teléfono del pelirrojo para poder dárselo.

—¿Te encuentras bien? —le acercó el aparato.

Ichiji frunció los labios, tomando su teléfono de forma brusca.

—Estoy bien —bufo.

—¡Bien! La próxima vez no te quedes parado en la cancha, te podrían volver a dar, tonto.

Al ver aquella enorme sonrisa, su cara volvió a arder. Se alejó de él, con una rara mueca en su rostro.

El de cabello negro no dejo de sonreír, hasta que lo llamaron para seguir jugando.

—¡Voy! Adiós, chico de cabello rojo, ¡ten más cuidado la próxima!

Se despidió con una mano mientras se alejaba.

Ichiji se quedo ahí parado por unos momentos, siguiendo con la mirada al muchacho. Hasta que la molesta voz de Niji lo saco de su trance.

¡Oye, Ichiji! ¡Responde maldición!

Se llevo el teléfono a la oreja.

—Vete al carajo —sin más, colgó.

No volvió a mirar hacia el grupo, prefirió seguir caminando, lo más lejos posible de ese lugar.

Quería estar lo más lejos posible de ese maldito balón de fútbol.

🌻

Al estar de regreso en casa lo primero que vio fue a Niji recogiendo los restos de porcelana del suelo, y a su madre regañándolo sin parar. Aquello había alegrado su día; eso era lo que necesitaba, ver sufriendo a alguien más.

No menciono palabra de dónde estuvo o de aquel chico de cabello negro que lo había prácticamente atacado con el balón. Tampoco lo vio muy necesario de mencionar, ya que si lo hubiera hecho, habría sido la burla de sus hermanos y eso no le agradaba mucho que se diga.

Después de todo, no había podido tener su domingo tranquilo.

Primer amor 🌻 LuffyIchiji ; One PieceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora