Malik's Babies |z.m a.u|

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Si por la noche le había parecido guapo, en aquel momento le parecía de escandalo, Zayn Malik no era solo atractivo, era increíblemente apuesto.

Los vaqueros que llevaba aquella mañana estaban muy gastados, le quedaban pegados y era de tiro bajo, por debajo de las caderas. Y no se había molestado en abrocharse la camisa de cuadros, ofreciéndole una muy atractiva panorámica vista  de su torso y sus abdominales.

Al recodar la calidez de ese torso mientras hacían el amor se le encogió el corazón y, de repente le costaba trabajo respirar.

–¿Seguro que estas bien? –insistió el, arrugando el ceño.

–Si, si, estoy bien –murmuro Alexis. Pero cuando iba a levantarse del asiento tuvo que apoyarse en el, mareada de repente.

–Quédate donde estas. Yo se lo difícil que era para mi hermana encontrarse en una postura en la que estuviese cómoda, incluso durante los primeros meses de embarazo.

–Una profesora del colegio me ha dicho que estar comoda se convertirá en un serio problema dentro de poco.

Zayn se sentó a su lado y coloco las piernas de Alexis sobre sus rodillas.

–A Doni se le hinchaban las piernas y los pies –murmuro, dándole un masaje en los tobillos–. ¿Te sientes mejor ahora?

Podria mentirle, ¿pero de que serviría?

–Si, en realidad es un alivio –admitió, cerrando los ojos.

–¿Has tenido problemas musculares?

–No muchos –suspiro Alexis. Nunca habría imaginado que un masaje en los tobillos pudiera ser relajante–. A veces me han dado tirones en las piernas mientras dormía, pero nada mas.

Zayn metio una mano por la pernera del chándal y empezó a masajear su pantorrilla.

–¿Cómo se han tomado tus hermanos la noticia del embarazo?

–Aun no se los he contado.

–¿Por qué no? –pregunto el–. Tenia la impresión de que se llevaban muy bien.

–Y nos llevamos muy bien –dijo Alexis. Aun que el roce de sus manos hacia difícil pensar–. Pero estoy segura de que no les alegraran las decisiones que he tomado últimamente.

Zayn se quedo inmóvil.

–No querrían interrumpir el embarazo, ¿verdad?

–No, no es eso. Al contrario, los dos se volverían locos con su sobrino.

–¿Entonces cual es el problema?

–Que seguramente querrían que me fuera a vivir con ellos –suspiro Alexis–. Y aunque los adoro a los dos prefiero comerme un bicho peludo antes de hacer eso.

Zayn soltó una carcajada.

–Veo que sigues expresándote con total claridad.

El sonido de su risa, tan masculina, la hizo sentir un escalofrio. Su sentido del humor era una de las muchas cosas que le habían parecido irresistibles de Tom Zacharias.

–Bueno, es la verdad  –le dijo, encogiéndose de hombros–. Luke querria que me fuese a vivir con el y su nueva esposa, Haley, a Nashville. Y Jake insistiría en que me fuera con el a Los Ángeles.

–En otras palabras, ¿tendrias que elegir entre los dos?

–No exactamente. Cualquiera de los dos estaría contento de que me fuera con el otro –Alexis intentaba concentrarse en lo que estaba diciendo, pero Zayn había vuelto a masajear su pierna y la concentración era imposible–. Para empezar, Luke y Haley solo llevan casados un par de meses y necesitar estar solos. Además, están esperando un hijo y no creo que mi hermano pueda sobrevivir con dos mujeres embarazada en la casa.

–Oh, no, no –Zayn fingio un escalofrió–. Una mujer con cambios hormonales es mas que suficiente. Dos harian que cualquier hombre saliera corriendo despavorido. Mi hermana vivio conmigo durante un tiempo cuando estaba embarazada porque le estaban pintando el apartamento… y nunca sabia si iba a encontrarla enfadada, disgustada, llorando o muerda de risa. Era como vivir con el doctor Jekyll y míster Hyde.

–¿Tu hermana es soltera?

Si su hermana podía ser madre soltera, ¿Por qué insistía Zayn tanto en que tenían que casarse?

–Doni quería tener un hijo, pero después de varias relaciones fracasadas decidió hacerse una inseminación artificial  –contesto el–. Y antes de que preguntes, intente convencerla para que no lo hiciera, pero no sirvió de nada. De modo que al final apoye su decisión y la ayudo con Derek siempre que me necesita.

–Jake y Luke harán lo mismo conmigo.

–No tendrán porque, yo estaré contigo todo el tiempo –dijo Zayn–. ¿Por qué no se te ocurrió irte a vivir a Los Ángeles con tu otro hermano?

–Jake es un chico estupendo y lo quiero con todo mi corazón, pero vivir con el me volvería loca –suspiro Alexis–. Además, yo llevo una vida muy tranquila y no podría soportar sus doscientas mil novias. A Jake no le duran las novias mas que un par de semanas.

–Eso podría ser un problema.

–Desde luego. Además, los dos siguen viviéndome como una niña.

–A mi me pasa lo mismo con mi hermana.

Alexis suspiro.

–Pues entonces tu hermana tiene todas mis simpatías.

–¿Por qué decidiste mudarte a Londres?

Mirando sus interrogantes ojos Mieles, Alexis se pregunto hasta donde debía contarle. Ella siempre era muy cauta en cuanto desvelar su relación con Esmerald Larson. ¿Quién podría creer que había sido profesora de primera a heredera con una increíble cuenta corriente y un negocio propio? Además, nunca hablaba de sus asuntos económicos con nadie mas que sus hermanos.

–Se me ofreció la oportunidad de comprar el colegio y me pareció perfecta –dijo por fin–. Y el colegio Premier estaba en Londres.

Zayn parecía a punto de hacer otra pregunta, pero afortunadamente su estomago empezó a hacer ruidos, recordándoles a los dos que era la hora de comer.

–Sera mejor que comamos algo antes de que vuelvas a marearte –sonrio, levantándose para ofrecerle su mano–. ¿Qué te apetece, pasta o hamburguesas?

–Vas a cocinar tu?

–No se me da mal –contesto el–. Y Mattie ha dejado la nevera llena.

–¿Por qué no tomamos algo ligero? –sugirió Alexis–. Un bocadillo, por ejemplo.

–Necesitas algo rápido, ¿eh?

–Tengo tanta hambre que me comería la pata de una mesa –rio Alexis.

–Mi cocinera estará encanta contigo –dijo Zayn, mientras sacaba pavo y queso de la nevera–. Nada la hace mas feliz que dar de comer a la gente.

Alexis, que estaba cortando el pan, se detuvo.

–A mi no tendrá que darme de comer.

–Claro que si. Una vez que estemos casados viviras en mi casa, ¿no te acuerdas?

Ella negó con la cabeza.

–Eso no va a pasar nunca. ¿No te acuerdas?

La risa masculina hizo que el corazón de Alexis diese un vuelco.

–Como dije anoche: nunca digas nunca, cariño.