Secrets || Antoine Griezmann||

Capitulo 11

— Un segundo más...— Comenté colocándole la corbata a Paulo. — Listo. Guapísimo.
— Gracias—. Sonrió.— Tu te ves relinda con ese vestido. Tengo que tener cuidado no me vayan a quitar la pareja—. Rió el cordobés y después me dio un rápido beso.
— Anda vamos, que le dije que estaríamos antes y ya vamos tarde.

Paulo condujo hasta la iglesia en la que se iba a celebrar el acontecimiento y gracias a Dios, llegamos a la hora acordada, solo estaban ellos, Francesca y mis hermanos.

— Llegamos—. Comentó Paulo saludando a mi padre y mis hermanos mientras yo le daba dos besos a Carla.
— Genial, pues podéis colocar estas flores aquí y poner el cartel de reservado en los  dos primeros bancos—. Ordenó mi padre
— A la orden mi capitán.
— Gio...
— Vale...
Nos pusimos a ordenar todo y nos sentamos para que el cura diese comienzo al bautizo con todos los invitados incluidos. A mi derecha tenía a Paulo, al cual le agarré de la mano y no le solté en toda la ceremonia y a la izquierda tenía a mi hermano Gian, seguido de Guiliano y Giovani.

El bautizo pasó rápido y cuando me quise dar cuenta estábamos todos en el restaurante. Pusieron música y Paulo me obligó a salir a bailar.
"Thinking out loud" de Ed Sheeran sonaba por todo el salón y Paulo me agarraba por la cintura y bailábamos al ritmo de música.
— "Place your head on my bitten heart..."— Cantaba Paulo con indirecta, e hice lo que me pidió, coloqué mi cabeza en su pecho y seguí la canción ahí. — Te quiero—. Susurró.
— Y yo Paulo.
— No, Carla, no. No en ese sentido como tu piensas, en estas semanas hemos tenido algo raro, pero quiero probar algo nuevo.
— Paulo...
— No, no me lo digas ahora por favor. Dímelo cuando creas necesario pero antes de que vuelvas a España y yo a Italia.
— Está bien... — Unió sus labios con los míos, en un beso como largo y profundo. Cuando nos separamos, sentí que todo el mundo nos observaba, pero luego me di cuenta de que el único que nos había visto era Gio, y no nos miró muy bien.
Miré a Paulo y él entendió lo que quería decir.
— Vamos a hablar con tu hermano—. Dijo agarrándome la mano y llevándome hacia él.
— Gio...
— Lo he visto, Paulo.
— Bueno, la verdad te lo esperabas, Gio. ¿Creías que no iba a tener algo así nunca?
— Si, pero... No te veía con un amigo mío...
— No estamos saliendo, viejo.
— Giovanni, escucha, no tenemos nada, es algo raro... Escúchame Gio—. Me vi interrumpida por él.
— Que no pasa nada, no se lo diré a papá.
— Oh, por Dios, ni que tuviese 13 años Gio... Mientras que no te moleste y lo aceptes, está todo bien.
—Paulo—. Se dirigió al cordobés.— Cuida de ella.
— Lo haré. Seamos lo que seamos y estemos donde estemos. — Me rodeó por la cintura y besó mi cabeza. Giovanni sonrió y se fue con una chica a la cual no conocía pero luego le sacaría quién era, a bailar.

Me fui con Paulo a tomar un Mate a fuera, habían conseguido aficionarme a los mates entre todos.

— Se lo ha tomado bastante bien—. Comentó Paulo sentándose.
— ¿ Y que esperabas? Le caes bien, y aunque no tengamos nada me hace feliz ver que os lleváis bien—. Imité su acción.
— Si. Respecto al beso y todo lo dicho, Carla... Pensalo...Pero no me digas nada hasta que nos vayamos.
— Lo sé, Paulo. Ambos estamos recientes, pero me gusta lo de ahora y no quiero estropearlo.
— Pienso lo mismo. Por eso quiero esperar.
Solté un suspiro y me levanté, pero Paulo me agarró y me senté encima suya, me apoye en su pecho y estuvimos así por unos minutos.

                               (...)
— ¡Última Comida familiar! — Gritó Gian entrando al comedor con una fuente de carne entre las manos.
— Bueno Gian, ni que no nos fuésemos a ver nunca más.— Rió Gio.
— Eso, a parte yo le quedo aquí contigo. ¿Recuerdas?
— Lo sé, lo sé Guili—.  Rió él.
— Bueno, comencemos, que hay hambre—. Comenté sirviéndome un pedazo de carne.
— Entonces, ¿que vais a hacer? No me quedó claro.
— A ver Pá, Gio se va esta tarde para Italia, Carla mañana para España ya que tiene que preparar todo, y va con Paulo para allá, ya que quiere ver Madrid. — Explicó Giuliano.
— Nosotros nos vamos mañana por la tarde, ¿Carla, querés que os lleve al aeropuerto?
— Perfecto, papá.
— Ah, muy bonito, que se note el favoritismo, ¿y a tu hijo que se va hoy no le decís de llevarlo al aeropuerto?— Preguntó Gio haciéndose el molesto.
— Hijo, a ti ya te dije ayer que te llevaba Gian, no te enterás—. Le respondió Diego y todos reímos.
— Carla—. Me llamó Carla.— Hoy por la tarde tu padre y yo nos vamos con unos amigos. ¿Tenés algo que hacer?— Negué.— ¿Podrías cuidar de Francesca? — Asentí sonriente, me había encariñado mucho con la pequeña.
— Me encantaría, había quedado con Paulo luego a la noche, pero no pasa nada si tardáis, le digo que se venga a casa y punto, Francesca no es ninguna molestia.
La "última comida familiar" fue una de las mejores, hubo risas, historias, chistes, manchas... Si me hubieran dicho que esta era mi familia hace unos años, no les hubiera creído, y doy gracias a Dios por ponerme a la pequeña Francesca en mi camino. Y es que la vida te pone piedras en tu camino, para que las puedas evitar y llegues a la cima, porque después de la tormenta siempre sale el sol, y sin ninguna duda, esta familia era mi sol.