Capitulo 13

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Me desperté bastante pronto, eran las 9 cuando me tiré encima de Paulo.

— ¡Arriba, vago!

— La Concha de tu madre, Carla—. Dijo y me puse seria.— Joder. Lo siento, de verdad que no...

— No Pasa nada tonto—. Sonreí y le besé la mejilla. — Voy a hacer el desayuno.

Al cabo de unos cinco minutos, un Paulo despeinado y somnoliento apareció por la cocina.

— Buenos días.

— Buenos días, aquí tiene usted su desayuno—. Se sentó a mi lado y comenzamos a desayunar juntos. — Paulo.

— ¿Sí?

— Ayer cuando me fui a dormir, recibí un mensaje, era de Antoine.

— Y...

— Dice que tiene que explicarme las cosas, le he dicho de quedar, he decidido escucharlo, a lo mejor haciendo eso me olvido de el.

— Genial. ¿A qué hora hemos quedado con él?

— Paulo, mejor que no vengas tú, ayer ya hubo bastantes roces, no quiero que os llevéis mal. Sé que lo haces por mí, pero sí de verdad lo haces por mí, quédate aquí, no creo que me lleve mucho tiempo.

— Si Quieres eso, eso tendrás. Si necesitas algo, no dudes en llamarme ¿va?

— Muchas gracias Paulo.

Había quedado con Antoine a las doce, tenía tiempo de sobra, estuve un rato viendo la tele hasta que llegó la hora y me tuve que ir a vestir. Habíamos quedado en la cafetería del otro día, Paulo me llevaría y me recogería.

— Todavía no ha venido. Lleva el arte de ser impuntual. ¿Querés que te acompañe dentro?

— No, da igual, mira por ahí viene—. Me despedí de él. Con un casto beso. — Te mando un mensaje y me vienes a buscar ¿vale?

— Perfecto. Chauu, y ten cuidado.

Salí del coche y entré al local. Ahí estaba, sentado en la misma mesa del otro día, esta vez solo.

Me acerqué a la mesa y me senté, causando en él un susto y un pequeño escalofrío.

— Hola.

— Hola. Antoine no estoy para tonterías y mucho menos para mareos.

— ¿Tienes prisa? ¿Has quedado con Paulo?— Preguntó en un tono de superioridad. Me levanté bruscamente, si había venido en son de paz para hablar las cosas y arreglarlas, él lo estaba fastidiando todo. — Carla, no por favor—. Se levantó también y me agarró del brazo para frenarme.— Perdóname, ha sido... Un impulso, lo siento. Escúchame por favor, no quiero cagarla una vez más—. Me volví a sentar y él suspiró.

— Te escucho.

— Está bien, pero primero, pidamos algo ¿no? — Asentí.

Después de pedir las bebidas Antoine volvió a hablar y me explicó el por qué de todo.

— Verás Carla... La parte que conoces es verdad, fui un auténtico idiota y me enrollé con ella, estando contigo, pero había bebido un poco y... Bueno el caso, que viniste y luego te fuiste, me pillaste de sopetón, quise dejarle las cosas claras a Dennise pero ella... ella sabía lo de Simeone y lo de tu orfanato, de alguna manera averiguó quién eras y todo tu pasado en el orfanato—. Mi cara se volvió pálida.— Me amenazó con contar todo, y hacer público todo si no seguía con ella. Por eso todo esto.

— Antoine yo...

— No, fue culpa mía si no hubiese sido tan subnormal no me hubiese enrollado con ella, no te habrías enfadado, te habría invitado a cenar y pedido ser oficialmente mi novia, ahora estaríamos felices, disfrutando como hace unas semanas. Lo siento, siento todo por lo que has pasado. Te sigo queriendo, fui idiota.

— Sí, lo fuiste—. Comenté mirándole a los ojos. — Pero el caso no es ese. Antoine lo que te dijo Dennise, lo que pasó en el Orfanato...

— Es una cosa que no tiene que pasarle, a nadie, si hubiera estado ahí le hubiera partido la cara a los que te hicieron eso—. Sentí una lágrima fría salir del lagrimal y bajar por mi pómulo, pero antes de que llegase a la comisura de mis labios, Antoine ya la había frenado. — No me importa lo que pasase allí. Te quiero por lo que eres, no por lo que hiciste. Eres muy valiente, petite—. Acarició mi mano.

— ¿Y qué va a pasar con Dennise?

— Por ahora, tengo que pedirte que nos alejemos un tiempo, quiero que se crea que todo está bien, luego ya veré. Pero te pido que tengas cuidado, estos días ha estado muy rara.

— Vale, ten cuidado. Te quiero. Nos vemos en el Cerro del Espino en unos días—. Me levanté para irme pero Anto me frenó, se levantó y me dio un beso de película. — ¿Eso es discreción? — Pregunté alejándome de él y saliendo de la cafetería.

Una vez fuera, llamé a Paulo para que me viniese a buscar, había quedado en pasar el día con el y enseñarle una parte de Madrid.

Al cabo de cinco minutos, ya estaba en el coche con el argentino, le dije de dejar el coche en casa, ya que estar con el coche de aquí a allí en Madrid sería mucho trajín.

Fuimos andando hasta el Palacio Real, dimos una vuelta por sus jardines, nos hicimos muchas fotos y lo estuvimos admirando por mucho tiempo, después, comimos en un restaurante que había cerca.
Alguna que otra gente, reconocía a Dybala y Paulo no dudaba en hacerse fotos y ser amables con ellos. Después de comer, acabamos en Principe Pío y sobre las ocho o así, fuimos dando un paseo por la rivera del Manzanares, parándonos cada poco, hasta llegar al estadio Vicente Calderón, había decidido llevar a Paulo ahí, ya que quería que lo viese con otros ojos antes de que ya no lo pudiese ver.

Había dejado lo mejor para el final, estaba anocheciendo y Paulo y yo nos sentamos en frente del maravilloso  Vicente Calderón, para ver poco a poco como el sol se escondía entre sus cimientos, haciendo salir así las estrellas sobre Madrid.
Ese sentimiento que acababa de vivir, era inexplicable, el simple hecho de estar allí con alguien especial, me ponía la piel de gallina. Pensar que un día no volvería a ver al sol esconderse entre sus cimientos... Me remordía el alma...

Secrets || Antoine Griezmann||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora