Capitulo 14

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Durante el último día de Paulo en Madrid, fuimos a Gran Vía, el teatro real, vimos el Rey León, y comimos en un restaurante que eligió él ya que conocía al chef. No quería que se fuese, puede que no llegásemos a ser nada, ni llegaríamos, pero estar con Paulo, me hace feliz, se ha hecho alguien muy importante, el también sabe lo que pasa, pero siente lo mismo que yo, y me quedo con eso. Una preciosa y rara amistad.

Ahora mismo estábamos en el coche con destino a Madrid, Barajas Adolfo Suárez. Una vez llegamos, acompañé a Paulo hasta donde me dejaban y allí nos despedimos.

— Cuídate—. Me abrazó fuerte y yo a él. — Puede que no acabe como quería, Carla te quiero. Quiero que seas feliz y si sos feliz con Antoine, adelante. Siempre me tendrás en Turín. Me quedo con nuestras semanas y nuestra amistad—.

Volví a abrazarle, se me estaba haciendo muy complicado despedirme de él. Miró mis ojos y después pasó a mis labios. Asentí. Me besó. El beso decía lo mucho que nos dolía la despedida, iba a ser nuestro beso, por eso le había dicho que sí. Al separarnos, le susurré un "gracias" y después me alejé bajo su atenta mirada, me paré, me giré y le miré por última vez. Qué difícil se me iba a hacer estar sin él, sin la persona que me había ayudado con todo estas semanas...

(...)

Hoy era mi gran día, hoy empezaba la pretemporada. Hoy haría las prácticas de fisioterapia en el Atlético de Madrid. Hoy vería a la que en poco se convirtió en una familia, acogiéndome como tal. Hoy vería a Antoine. Hoy era un día de muchas emociones.

Cogí el coche y conduje en dirección al Cerro del Espino, iba con tiempo, no quería cagarla el primer día, depende de cómo haga las prácticas, podría continuar allí, pero ya como fisioterapeuta oficial.

— ¡Que puntual! — Comentó el profe Ortega y reí. — No como tu padre.

— Que se vea, que me comprometo—. Y vi que empezaban a venir jugadores. — ¿Dónde...

— Ah, es por aquí. Vení. — El profe Ortega se metió dentro y yo no dude en seguirlo. Recorrió el pasillo hasta llegar a una sala. — Aquí. Tenés mucha suerte, el fisioterapeuta oficial hoy no ha venido, está de baja por paternindad, te tocará reemplazarle.

— ¿Qué? — No me esperaba eso, era mucha responsabilidad.

— Lo escuchaste perfectamente. Pero Tenés un compañero, tranquila—. Suspiré. — Ahora vendrán algunos jugadores, lo que Tenés que hacer es; tratarlos y después les hacés un informe, lo guardas y al acabar de lo das o a Diego o a Germán.

— Entendido—. Sonreí.

— Genial, pues te dejo en tu salsa, yo voy a recibir a los muchachos, vete preparándote, es el primer entreno de la pretemporada, va a ser un día largo—. Reímos y después salió al campo.

Me puse el uniforme, preparé los papeles y las cosas que necesitaría y cuando me iba a sentar, llamaron a la puerta.

— Adelante—. La puerta se abrió y entró Josema. — ¡Josema!— Lo abracé. — Vi todos tus partidos. Lo hiciste genial, no importa el resultado.

— Gracias Carla. ¿Vos que tal? — Me besó la cabeza.

— Mucho que contar. Ahora te cuento. ¿Qué haces aquí?

— Pues... tengo unas molestas en el gemelo y me duele un poco el tobillo. El profe Ortega me dijo que viniese, hay una fisioterapeuta muy buena en su trabajo.

— ¿Ah, sí? — Pregunté riendo. — Qué raro, aquí solo estoy yo—. Reímos. — Anda túmbate.

— Genial, y así me contas todo.

Josema se tumbó y una vez que empecé a masajearle el muslo para relajarlo, le conté todo lo vivido en Argentina, desde lo de mis hermanos, pasando por Paulo y lo de mi madre y acabando en Paulo otra vez.También le conté lo que pasó en Madrid estos días.

— Joder—. Comentó.

— Joder—. Le imité riendo. — Paso al tobillo ¿vale?

— Va. Bueno, contame, ¿qué vas a hacer con Anto?

— No sé, no sé cómo está con Dennise, ni que piensa hacer, ni siquiera sé... No tengo ni puta idea, Josema.

— Tenés que hablar con él.

— Lo sé, pero Dennise...Lo del orfanato y lo de mi padre... A parte si es capaz de hacer eso tengo miedo que le haga daño a él.

— Te entiendo.

— Lo mejor va a ser dejarlos... Ya está — .Comenté refiriéndome al tobillo.— En el gemelo era una sobrecarga y el tobillo no es nada, una pequeña molestia, hoy podrás entrenar, mañana vente y te doy otro masaje en el tobillo para que se recupere. Puedes irte, ahora toca la parte más aburrida—. Comenté cogiendo la hoja del informe y el rió.

— Está bien, cuidate—. Me besó la frente y acto después se marchó.

Cuando se cerró la puerta, me puse a rellenar el informe para tenerlo listo y poder dárselo a mi padre o a Germán al final del entrenamiento. Estaba a punto de acabar cuando llamaron a la puerta.

— Adelante—. Dije sin apartar la vista de la hoja.

La puerta se abrió y se oyeron pasos hacia mí, cuando acabé el informe me giré para ver quién era.

Secrets || Antoine Griezmann||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora