Capitulo 9

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— Qué puntual eres ¿no?
— Hay que ser caballeroso —. Dijo este abriéndome la puerta del coche.
Ya dentro de él le di las gracias.
—  ¿A dónde vamos?
— Reservé mesa en un restaurante de por aquí. Te ves  re linda —. Comentó e hizo que me sonrojara.
— ¡Paulo!
— ¿Qué? — Se rió.
— Anda, conduce.
Durante el trayecto al restaurante estuvimos conociéndonos un poco y haciéndonos bromas.
Paulo estaba nervioso, se le notaba a veces al hablar así que lo quería tranquilizar. Le conté cosas de España y mi historia con Simeone, lo único que no le conté fue mi historia con Griezmann, ni siquiera fue historia.

Vi como Paulo aparcaba.
— ¿Es aquí? — Pregunté deseándome el cinturón extrañada. El asintió. — ¿Aquí?— Volvió a asentir. Había aparcado en un lugar apartado, era bosque. — Pero ¿no dijiste que era un restaurante?
— Mentí —. Comentó sonriendo. Le miré extrañada.
— ¿No me irás a secuestrar, no?
— ¡Qué va! Eso es en la segunda cita —. Rió este.
— No, Paulo. Dime dónde vamos—. Comenté haciéndole cosquillas.
— Va,va.Pero bájate del coche—. Lo miré mal.— Yo también bajo—. Abrió la puerta del coche, se desabrochó el cinturón y bajó. — Va,dale.
Bajé del coche, cerré la puerta y me acerqué a Paulo.
— Confío en ti, ehh—.Le dije
— Seguime—.Me ofreció su mano y la cogí con miedo.
Paulo se metió en el bosque y yo iba detrás, no veíamos nada, no se a dónde íbamos.
—Paulo. ¿Te has perdido?
— No... Créeme, sé dónde vamos. O era por...
— ¡Paulo!—Le di en el pecho.
— Vale, vale—.Rió.— No, es por ahí , ya casi estamos.
— ¿Seguro?— Se paró de golpe y se giró, quedando muy cerca mía.
— Sos muy impaciente vos ¿no? — Su boca estaba cada vez más cerca.
— Hombre... Me gusta saber dónde voy—. Le miré a los ojos, sus ojos eran como joyas,les daba La Luz directa de la luna, me quedé embobada mirándolos.
— ¿Ves aquella luz de allá ? — Preguntó señalando a lo lejos. Se podía apreciar una pequeña luz.
—Si, uff... ¿Queda mucho?— El soltó una risa y cuando iba a unir nuestros labios, se agachó y me cogió cuál saco de patatas.
— Sos una vaga. Está a cinco minutos.
— Ya que me estás cogiendo no me voy a negar.
— Claro, será eso. Es que con las vistas que tienes no quieres bajar—. Bufé y le di en el culo.
— Será eso.
Noté que Paulo me bajó, al hacerlo quedamos como antes, se acercó a mí y susurró:
— Ya estamos, te podés girar—. Le miré a los ojos y le sonreí. Me giré y vi una manta lo suficientemente grande como para poder sentarnos los dos, rodeados de velas y un picnic.
— Paulo...Dios...Es precioso...
—Como vos—. Sonrío— ¿Cenamos? —Asentí y nos sentamos.

Paulo y yo pasamos una velada muy buena.

— ¿Y cocinaste tú?
— Claro. Lo hice todo yo.
— Y con todo te refieres a llamar al catering—. Reí.
— Ahh...No te voy a decir.
— Así que catering ¿no?— El asintió riendo.
Pasamos la cena rtranquilos, al terminar, guardamos la comida y nos tumbamos en la manta bajo La Luz de las estrellas.
— Me ha encantado todo.
— Me alegro, pequeña—. Me abrazó y me atrajo hacia él.
Pasaron minutos en silencio, un silencio tranquilo, pero después, Paulo cogió el móvil, estuvo un tiempo con el haciendo no sé que. Me molestó. Y cuando estaba a punto de decirle de irnos, empezó a sonar una canción de su móvil.
— Estaba esperando a que cargase, no te enfades pequeña—.Se levantó e hizo lo mismo conmigo.— ¿Bailamos?
— No puedo decir que no—. Reí.

"Contigo" de Antonio José, soñaba rompiendo el silencio de la noche.
Pasé toda la canción apoyada a su hombro, nos movíamos al ritmo de la música, en la última nota de la canción, despegué mi cabeza de su hombro para poder mirarle a los ojos, él me dedicó una media sonrisa de esas que ya tenía acostumbradas y juntó nuestros labios en un beso lento mientras que la canción volvía a sonar.
Mis manos pasaron a sus mejillas, acaricié el lunar que tanto me gustaban y las suyas, las suyas seguían en mi cintura.
Nos separamos y bajé la cabeza tímida, él me agarró el mentón y lo subió, nuestros ojos chocaron y esta vez fui yo quién unió nuestros labios.

Fue todo absolutamente mágico, nos separamos lentamente como si no quisiéramos que se acabase.
— Guau—. Comentó Paulo un poco vergonzoso. — Eso estuvo relindo.

No pude evitar sonreírle.
(...)

Volvimos al coche andando tranquilamente con Paulo el tiempo pasaba lento, me recordaba a Antoine en muchos aspectos, y en otros no. Eran tan diferentes, pero iguales. He llegado a estar tan bien con ambos...
Paulo me dejó en la puerta de casa, había insistido en dejarme ahí por las horas que eran. Deposite un beso en su mejilla y él me respondió con un pequeño y corto beso.
Subí a casa y me fijé en que la puerta estaba trancada, era raro, solo lo estaba si no había nadie. Abrí la puerta y no me equivocaba, nadie en casa. Cogi el portátil y me fui al salón, me puse netflix ya que no tenía mucho sueño, pero antes de empezar una nueva serie, decidí llamar a las chicas, por la hora que era allí suponía que estarían en casa comiendo, pero las puse un whatsapp y estaba en lo cierto. Las llamé a todas por skype en una sola videollamada.

— ¡Nuestra Argentina! —
— Noa, aunque esté aquí y mis padres sean de aquí, soy española de pura cepa—. Reí.
— Vale...Vale... — Dijo la gallega—. No te enfades conmigo que los españoles tenemos unos humos...
— Que va, yo contigo nunca me enfadaría...Bueno, ya lo hice aquella vez...¡Ah! Y aquella... Bueno y la del otro día...
— Si, pero eso son por tonterías.
— Carla —. Me llamó Sara y la mire a través de la pantalla para que siguiera hablando—. Antes,antes has dicho padres. ¿Sabes algo de tu madre?
— Eso ¿Has avanzado con el tema Simeone?
— ¿Enserio? ¿Ahora es el tema "Simeone", Luna? — Pregunté riendo.
— Yo que sé, era por decir algo, por ponerle un nombre chulo.
— No nos vayamos por las ramas señoras — Nos alertó Lucía.
— ¿Nosotras? ¿Por las ramas?
— Si, así que venga, cuenta.
— Ya voy, ya voy Amil, desde luego me tenéis exclavizada.
— Será eso... — Comentó María.
—Bueno os cuento; No le he querido sacar mucho el tema, a lo mejor se hartaba y me mandaba a España o a lo mejor no quiere saber de mí.
— No seas exagerada mujer —. Respondió Lucía.
— El caso—. Proseguí — No sé nada más sobre ella, y sé que no es Carla, obviamente. Tampoco le he preguntado nada a mis hermanos, estos días que voy a estar aquí intentaré averiguar cosas, quiero saber sobre mi madre —Expliqué.
— Suerte mi chica.
— Gracias Amil.
— Si averiguas algo ya sabes
— Da por sentado que os lo cuento, Sara.
—Te dejo Carla, mañana hablamos. Había quedado con Koke en ir a comprar una corbata, en unos días tenemos una boda de unos amigos. Suerte en la misión "Simeone" cualquier cosa avisa.
— Gracias María, suerte en lo del vestido y ya te iré avisando—. La mandé un beso y acto seguido se salió de la llamada.
— Nosotras también te vamos a dejar, allí es tarde y hemos quedado en ver el partido de Josema todas juntas, y Sara necesita tiempo que si no luego llega tarde.
— ¡Amil! — Se quejó esta.
— Bueno pues que tengáis una buena tarde yo me iré a acostar, ya os iré contando. ¡Os echo de menos!
— ¡ Y nosotras a ti! —Dijeron todas menos Lucia la cual estaba a su bola.
— ¡A ti! — Repitió está y todas reímos.
— ¡ Adiós chicas!
— Eh, no nos has contado nada de Paulo—. Dijo Noa
—Ahh... mañana os cuento, ha sido una velada... entretenida... Adiós—. Comenté alargando la "o" para después colgar. Lo de Paulo se lo contaría mañana, no las quería entretener.
Ya era tarde, pero el sueño no se apoderaba de mí, así que decidí ver el partido de Uruguay, le hice una promesa y una promesa era una promesa, pero una vez lo veía me preguntaba cómo iría Antoine, y me fijé en que al día siguiente tendría partido, no sabía si verlo.

Secrets || Antoine Griezmann||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora