Cinco

946 59 22
                                    


—Julieta, yapo, mira, no quiero dejarte sola aquí en la casa, sabes que cualquier cosa mala puede pasar, no puedes exponerte por las puras...—mi jefe me hizo un puchero y negué con la cabeza.

—No corresponde.

—Pero yo no quiero dejarte sola, ni siquiera tienes a la Anto aquí para no aburrirte...

—Pero tampoco tengo ropa así para salir.

—Ven, vamos a sacarle a la Dani—puse cara de espanto y negué con la cabeza rápidamente. Me agarró de la muñeca y corrimos hacia el segundo piso, entró a su habitación—ya si tiene ropa hasta con etiqueta, nica se va a dar cuenta...

—Pero es que ella es como dos tallas menos que yo—rodó los ojos.

—¿Por qué eres tan negativa, Julieta?—bufó.

Porque no corresponde. Eduardo tenía carrete con los de la selección y me había insistido todo el rato ir con él para no dejarme sola. Le pedí que me dejara cuidando a la Anto pero no, la dejaría con su mamá.

—Mira este—me tiró un vestido negro, manga 3/4 y tenía algunas líneas con brillitos—pruébatelo ahí en el closet.

Me metí al closet y era algo gigante, todo estaba perfectamente ordenado. Me deshice de la ropa y me puse el vestido, resulta que se me veía precioso, me quedaba tan ajustado que los rollos desaparecían mágicamente.

—Jefe—lo llamé. El entró y abrió su boca, luego se devolvió con zapatos en la mano.

—¿Qué número eres?

—Treinta y seis—extendió su mano y me pasó unos tacos del mismo color del vestido, no dude en ponérmelos. Mis piernas se veían extremadamente largas con tacos.

—¿Qué onda, por qué todas tienen pie de muñeca?

Puso cara de pensativo y se dio la vuelta examinándome con la mirada.

—Se te ve perfecto Juli, aunque esto no se lo podremos decir a la Dani—rió—mi chanchita es la más celosa de todas...

—Es que igual, prefiero que no...

—¿Qué?—frunció el ceño—estas loca, ya dijiste que íbamos.

—Yo no he dicho eso, señor Eduardo...

—¿Qué no has dicho que?—me miró divertido.

—Que vamos a ir.

—Lo acabas de decir—sonrió triunfante—por eso me caes tan bien, Juli.

Rodé los ojos, tomé mi ropa y me salí de la habitación.

—Te espero abajo en diez minutos—dijo Eduardo mientras comenzaba a bajar las escaleras. Asentí y caminé hasta la habitación donde dormía, me senté frente al espejo y peiné con los dedos mi largo cabello.

Cuando estuve lista decidí bajar, ya habían pasado más de diez minuto pero igual él me seguía esperando. Observándolo mejor, era lindo y bastante atractivo. Lucía unos jeans azules oscuros y una polera blanca, con calaveras y brillos. ¿Por qué le gustaba todo con brillo?

—¿Nos vamos?—pregunté. Él se dio vuelta a mirarme y asintió. Camino hacia la puerta mientras yo lo seguía, iba tan metida pensando en lo bien que se veía que no me di cuenta que Eduardo paró y choqué con él. Maldita sea, soy lo más estúpido en este mundo.

—Más atenta para la otra po...

Me reí y caminé hacia su auto.

Al llegar, nos dimos cuenta desde afuera que estaba la embarrada. Era en la casa de Alexis, afuera en la piscina estaban todos tomando y bailando mientras que adentro el ambiente era igual. Solté un suspiro, solo espero no aburrirme mucho.

Más que mi jefe || Eduardo Vargas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora