Seis

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Eduardo no había llegado así que decidí que lo mejor sería dormir. Desperté con la peor caña gracias al tequila, espero que no se me note mucho.

Me arreglé un poco el cabello y decidí bajar, ahí estaba Eduardo y Alexis tomando desayuno. Me sentí incomoda cuando sus miradas se encontraron en mi.

—Buenos días, Juli—saludó Eduardo.

—Buenos días Eduardo...

—Jefe, Juli, que no se te olvide—elevé una ceja, probablemente se le había olvidado que ayer dijo que le dijera por su nombre.

—Buenos días, Alexis...

—Dime Ale preciosa—me guiñó un ojo y le sonreí, Eduardo se removió en su asiento—¿qué quieres comer?

—Tengo ganas de un café con mucho azúcar...

—¿Para que tanto azúcar si ya eres muy dulce?—negué con la cabeza con una sonrisa en los labios. Alexis era demasiado romántico.

El desayuno transcurrió lento, pues nadie hablaba, solo Alexis con sus coqueteos que me hacían sonrojar.

Y luego en el camino a la casa, Eduardo tampoco dijo nada, no mencionó nada de anoche así que creo que no se acordaba. Estaba sentada en el asiento de copiloto mirándome las piernas, luego me miré el abdomen y vi esos rollos que tanto odiaba. Suspiré y puse una mano ahí por inercia, tratando de tapar algo que no se puede.

—¿Quieres pasar a almorzar, Juli?—preguntó nervioso, lo sé por su tono de voz. No sabes cuánto te agradezco de que hayas roto el silencio.

—No tengo ganas de comer jefe, pero puedo acompañarlo—asintió y dobló por una calle, se estacionó afuera de un restaurante finísimo.

Caminamos juntos, si afuera se veía bonito, por adentro lo era el doble. Era todo muy elegante, creo que jamás podría comer en un lugar como este.

—¿Una bebida o un juguito?—ofreció.

—La segunda estaría bien—le sonreí sin mostrar los dientes.

La comida de Eduardo no tardó en llegar.

—¿En serio no quieres nada?—asentí, tenía hambre pero quería bajar de peso. Comiendo no lo lograré—¿quieres la ensalada? a mí no me gusta.

—Está bien—él sonrió y me la entregó, comencé a comerla lento, me causaba un poco de vergüenza comer frente a mi jefe.

—Juli—me llamó y yo lo miré a los ojos—¿de verdad no estás en ni un tipo de relación?

Negué con la cabeza. Cuánto me gustaría que un hombre se fijara en mí y entendiera que dentro de mi existen muchos demonios que me atormentan día a día, lamentablemente, la persona que si creía que los comprendía, se fue.

—¿Por qué? si eres súper linda y atractiva...

—Hace unos meses trate de tener una relación estable, él me abandonó porque yo no quería tener sexo—Eduardo me miraba atento—me gustaría mucho tener una pareja pero creo que jamás la podré tener, son muchos problemas los que me acomplejan.

—Que estúpido...¿te puedo contar algo?—asentí—con la Dani no hemos andado bien, hemos peleado mucho estos últimos días y quiere venir a buscar a la Anto para llevársela a Brasil, ya estoy cansado de eso, siempre me amenaza con lo mismo...

—¿Cada vez que pelean se va a Brasil?—asintió—pero pucha, tiene que tratar de que no discutan mucho, por la Anto y porque usted tiene que estar un poquitín más enfocado en el fútbol... Debería entenderlo igual.

Más que mi jefe || Eduardo Vargas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora