Narra EduardoYa no podía soportar más las estupideces de la Daniela, la quería caleta pero no entiendo porque se comporta así conmigo... Siempre he dado todo por ella, le entrego amor, cariño e incluso le compro todas las mierdas que me pide y lo más primordial, le doy atención. Y más encima se pasó con lo que dijo, yo nunca le he sido infiel y tampoco lo haría, esas cosas no van conmigo...
Estábamos en entrenamiento preparándonos para el próximo partido que sería el Lunes contra México. Un rival fuerte.
—¿Y cómo es tu nueva niñera?—preguntó Matías quien realizaba una serie de ejercicios a mi lado.
—Es como rara, reservada...
—Tonta—dice el Queno.
—No, es piolita—corregí.
—Tonta—repitió esta vez Charles en tono de burla.
Los quede mirando con ganas de pegarles, estos dos eran tan hueones que me llegaban a irritar más que la Daniela Chávez cuando habla de fútbol.
—Dices eso por puro a que a ti no te pescó—me dirigí esta vez al Charles.
—¿Y esta rica?—preguntó el Queno. Me encogí de hombros y sonreí. Si estaba rica pero para que decirle a todos los demás.
—¿Por qué todos se refieren de esa manera a las mujeres?—preguntó Mati, un poco confuso.
—Si hueon, está entera rica pero es pesada—llegó Alexis a integrarse a nuestra conversación, ignorando completamente la pregunta de Matias. Me daba rabia este hueon del Alexis porque es una mierda con su señora que es un completo amor.
—¡Que se separe el grupito de ahí!—gritó el pelado Sampa, rodé los ojos y seguí trotando.
El entrenamiento pasó rápido, estaba bastante agotado y lleno de sudor pero preferí darme un baño más cómodo al llegar a casa. Necesitaba relajarme un rato y estar sin los gritos de la Daniela.
A penas llegue a la casa sentí un silencio impresionante, avancé un poco más y encontré a la Juli con la Anto durmiendo plácidamente en el sillón, no quise despertarlas y pase directo a la cocina, saque un chocolate del refrigerador, me gustaba comer chocolate cuando me bañaba... Abrí el basurero para botar el envoltorio y vi un montón de comida ahí dentro, ¿qué onda? ¿por qué la habrán botado?
Pero lo que más me llamó la atención fueron dos papeles que al juntarse perfectamente hacían uno. Parecía ser una carta. Comencé a leer en silencio.
"Julieta,
Te escribo esta carta desde San Francisco, han pasado meses desde que no nos hemos vuelto a ver y hay algo que me está rondando en la cabeza hace días. Tú sabes que lo que tuvimos fue lo más lindo y fue una de las cosas más maravillosas que he tenido en la vida, lo disfruté tanto y sé que tú también lo hiciste, pero lo que no entiendo es por qué no me dejaste quererte de una forma más íntima, por qué no me dejaste aspirar el aroma de tu cuerpo y te rehusaste a recibir ayuda de un profesional, yo solo quería ayudarte. Espero que no estés tan flaca... Te extraño Juli y ten por seguro de que volveré a rescatarte del infierno en el que encuentras.
Con amor, Bastian"
Nombre culiao feo, me acuerdo que siempre peleo con un periodista que se llama así...
Me quedé boquiabierto al leer la carta. Me sentía un completo metiche pero ahora quería saber más.
¿Quererte de una manera más íntima? ¿Aspirar el aroma de tu cuerpo? Y lo que más me dejó loco, ¿recibir ayuda profesional?
Deje de pensar en el asunto y me prometí a que no sería una vieja copuchenta pero de igual manera guarde la carta. Quizás solo eran atados de ellos dos o con lo qué pasa con su papá... No me metería en sus problemas.
No escuché gritos de la Daniela así que me metí contento al baño y puse música para relajarme más. Me sequé y luego me vestí para bajar, pero cuando iba en medio de la escalera escuché gritos.
—¡No puedes botar la comida porque se te de la gana!—escuché la inconfundible voz de mi polola. Bajé un poco más rápido para escuchar mejor.
—Es que estaba oliendo mal, quizás usted se la podría haber comido después y se enfermaría...
—¡No confundas tu olor con el de la comida!—elevó la voz. Llegué a la cocina y me puse detrás de ella. La Juli me miraba sin saber qué hacer desde una esquina—eres una estú...
—Amor, ya basta—la corté en seco y no tardó en darse vuelta a mirarme—¿cómo se te ocurre decirle eso?
—Pero es que mira—apuntó el basurero que ya había visto hace un rato—botó la comida buena.
—No estaba buena Daniela, córtala con tu show, si dice que está mala es porque así lo está...
—¡Defiéndeme a mi, Eduardo!—gritó exasperada—¡por el amor de Dios, soy tu novia!
—Pero es que estas peleando por cosas ridículas—rodó los ojos. Puse mis dos manos en sus hombros para tratar de contenerla y comencé a masajear—yo también olí y la verdad es que estaba asqueroso...
Era una mentira pero nada que ver que trate mal a la Juli y aparte yo si le creo.
Daniela se tiró rendida a mis brazos, la abracé y acaricié su pelo. Miré a la Juli por unos segundos, se veía perdida y miraba un punto fijo pero entonces su celular comenzó a sonar y se retiró a paso lento.
—Quédate tranquila, mi amor—susurré contra su cabello.
—¿Cómo quieres que esté tranquila si todos están en contra mía?
No quise decir nada para no seguir causando más peleas.
—Ve a la cama, te llevaré un tesito—asintió despacio, levantó su cara y le di un suave beso en los labios.
—Te estaré esperando—besó la comisura de mis labios y se marchó.
Se fue moviendo sus caderas y sabía perfectamente para que era, quería provocarme... ¿Cómo le digo que no quiero?
Le preparé el tecito y también saque un paquete de galletas, tenía pensado regalonearla todo el resto de la tarde porque ya no quería más gritos... Iba caminando hacia el living porque quizás ahí este la Anto con la Juli y efectivamente están ahí, pero la segunda se veía un poco mal.
Deje las cosas en la mesa de centro y la Juli pareció sobresaltarse.
—¿Qué pasó?
—Nada—respondió negando con la cabeza.
—¿Como que nada? mira tu cara, ¿le pasó algo a tu mamá?
Volvió a negar con la cabeza.
—No es nada—respondió. Se paró del sillón—gracias por su preocupación.
Y dicho eso subió las escaleras. Miré a la Anto y me encogí de hombros, ella también lo hizo, reí y la tomé con un brazo para que en el otro lleve las demás cosas.
La Daniela estaba acostada y al verme elevó una ceja.
—¿No pudiste dejar a la Antonella con la niñera?—preguntó con el ceño fruncido—quiero que estemos un ratito solos...
—Podemos regalonear todos juntos—me acosté y deje a la Anto en mi regazo—¿cierto que si mi bebé linda?
Ella soltó unas risitas, Daniela bufó y se metió al baño.
¿Qué haré con esta mujer?
Se enojaba por todo, se enojaba por la Anto, por su propia hija, en realidad no lograba entenderla del todo.
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Más que mi jefe || Eduardo Vargas.
Hayran Kurgu¿Podrá alguien cambiar tanto la vida de otra persona?