Ocho

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Narra Julieta.

El día de ayer recibí una carta de parte de Bastian, pensé que como se había ido de Chile se olvidaría de todo lo que tuvimos pero no, aún sigue buscando una explicación. Eso me tiene realmente mal, y lo otro son los malos tratos de la señora Daniela, quizás se enteró de que mi jefe, Eduardo me invitó a la fiesta y me puse un vestido de ella...

Hoy tenía que ir a comprarle remedios a mi mamá, estaba completamente asustada por miedo a que vuelva a encontrarme con papá.

Terminé de vestirme y bajé, no había nadie aún así que comencé a ordenar un poco, saqué el polvo en casi toda la casa y luego me dediqué a prepararle las leches a la Anto ya que Daniela no amamantaba.

—Buenos días—me sobresalté al oír su voz, estaba muy concentrada en mi labor...

—Buenos días jefe, ¿va a tomar desayuno?

—Sí, toma conmigo...

—Le iré a dar la leche a la Anto pero si quiere lo acompaño después.

—¿Y tú no vas a comer nada?—frunció el ceño.

—Ya comí—era mentira, por supuesto.

—Está bien, trae a la Anto—asentí.

Cuando baje Eduardo estaba comiendo pan con mantequilla de maní, la amaba totalmente.

—¿Nos podemos sentar con usted?

—Obvio que si—le dio otra mordida a su pan—estoy nervioso.

—¿Por qué?

—Porque queda tan poco para el lunes...

¿Qué mierda había el lunes? fruncí el ceño y él rió.

—Jugamos.

Moví mi cabeza y continúe dándole la leche a la Anto que parecía que se iba a quedar dormida.

—¿Y tu mamá?—preguntó.

—Ah si, le quería hablar de eso... Necesita que le mande remedios.

—Oye pero si quieres podemos ir a comprarlos ahora—sugirió, negué con la cabeza—¿por qué no? es peligroso que andes sola, además no quiero estar un día pegado en la comisaría—bromeó.

—Creo que igual tendré que volver a mi casa...

—Pero no será hoy.

—Tengo que ir a buscar ropa—me encogí de hombros.

—¿Quieres que te acompañe?—negué con la cabeza—ay pero que eres pesada, uno te quiere ayudar y no te dejas...

—Me da vergüenza—solté una risita—quizás en que condiciones se encuentra.

—Quizás no se encuentra—me encogí de hombros.

Tuve que hacer caso porque sabía que si no lo hacía me iba a insistir caleta. No entendía porque él era tan simpático conmigo, regularmente los jefes suelen ser pesados, pero él, se preocupaba mucho por mi.

Charles había llegado hace poco, como la Anto tenía tanto sueño y no la queríamos llevar por seguridad, porque obviamente no sabíamos lo que nos íbamos a encontrar, decidimos que lo mejor sería dejarla durmiendo con él.

Lo miré de perfil mientras manejaba en su lujoso auto, se veía tan serio pero ese Jordan se veía demasiado chistoso en su cuello. No sé cómo hay personas que lo tildan como flaite, quizás es flaite pero con sus amigos o conocidos porque conmigo es súper respetuoso.

Más que mi jefe || Eduardo Vargas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora