No había podido salir de la pieza en todo el día, me sentía mal, me sentía más débil de lo normal. Afortunadamente mi jefe entendió, pero se ganó una pelea con su novia por mi culpa y en todo la caso la entendía, porque en verdad me contrataron para ordenar, para cuidar a la niña o por lo menos regar las plantas, pero hasta ahora no me había desempeñado bien. Estaba aburrida, las horas pasaban pero no podía dejar de pensar en lo que mi papá había dicho ayer, no podía creerlo y tampoco podía preguntarle a mi mamá si era verdad, porque si así lo fuera, sería muy doloroso para ella hablar sobre el tema.
Mis ojos estaba rojos e hinchados de tanto llorar, no había comido nada pero tampoco tenía muchas ganas de hacerlo. Sentí como alguien tocaba la puerta principal y entonces me quedé en silencio para poder escuchar pero no lo logré.
Sentí pasos apresurados en las escaleras y lo siguiente fue que alguien tocó mi puerta.
—Juli, son los carabineros—habló Eduardo—quieren hablar contigo.
¿Hablar conmigo?
Baje en silencio detrás de Eduardo y me encontré a dos hombres.
—Buenas tardes señorita —habló uno—me presento, soy Julian Valdés.
—Y yo Carlos Villanueva.
—Buenas tardes—musité.
—Tomen asiento—ofreció Eduardo, todos nos sentamos y él se retiró.
—Quizás te extrañe vernos aquí pero nos mandaron a investigar—dijo el que se llamaba Julian—hemos dado con el paradero de tu papá y necesitamos que nos cuentes lo qué pasó la última vez.
Nunca había estado tan feliz con algo respecto de mi papá, pero aún así no podía dejar de pensar en todo.
—Lo qué pasa es que fuimos algo a mi casa, subimos a mi habitación y nos encerramos por si aparecía, luego apareció y comenzó a gritar cosas... Dijo que me iba a matar igual que como lo hizo con mi hermano.
—¿Mató a tu hermano?—preguntó el segundo.
—La verdad es que no sé, dijo algo así como que fue más fácil matarlo porque estaba en la guatita—hablé con dificultad ya que mi voz se había quebrado—luego se fue y aprovechamos de salir de ahí, todo eso sucedió ayer.
El carabinero estaba anotando todo en una hoja. Pasaron unos veinte minutos, revisaron mi habitación y aproveché de mostrarles unas heridas en las piernas, las marcas en los brazos y lo poco que se notaba la del cuello, después de eso, se fueron.
—Toma Juli—dijo Eduardo. Me pasó un plato con arroz y pollo—hace rato ya que no comes...
No quería comer, miraba el plato y me daba un poco de repulsión. Al final terminé comiendo al menos un poco más de la mitad. Eduardo estuvo todo el rato al lado mío, mirándome fijamente y observando cada movimiento que hacía.
Estaba tomándome un trago de jugo y sentí que toda la comida se me devolvía de una manera asquerosa. Me levanté y corrí hacia el baño a expulsar todo.
—Pucha Juli, sé que no cocino tan rico pero no estaba malo po—llegó a mi lado, agarró mi pelo para no manchármelo y tiró la cadena cuanto termine—ves, eso te pasa por no comer durante días.
—Solo fue uno—contesté.
—Pero debes comer siempre—me lavé la boca—¿cómo te sientes? ¿no quieres ir a la clínica?
—Me siento bien, si no sé porque pasó eso.
—Eres la mejor nana o no sé qué, pero de verdad es como si te conociera de toda la vida—soltó de repente. Me sorprendí.
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Más que mi jefe || Eduardo Vargas.
Fanfiction¿Podrá alguien cambiar tanto la vida de otra persona?