Cuatro

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—Oye, ¿en verdad que no tienes pololo?—rió. Asentí con la cabeza y trate de salir. Me tenía aprisionada contra la pared.

—Estoy trabajando—le hablé. Charles rodó los ojos y sacó un brazo. Cruzó los brazos haciéndose el molesto.

—Charles—escuché esa voz inconfundible, era mi jefe y estoy segura que me regañaría un montón por encontrarme así con su amigo—¿cuantas veces te dije que con mis empleadas no?

Charles frunció el ceño. Le di una sonrisa a mi jefe, él me devolvió el gesto y negó con la cabeza.

Había pasado una semana desde lo ocurrido y ya no había querido salir sola. La marca de mi cuello ya se había borrado un poco, aunque aún dolía un resto. Mi mamá aún no volvía del sur y dudaba mucho que lo hiciera, yo creía que estaba bien, estaba mucho mejor allá que aquí. Aún no habían noticias de mi papá, se supone que debían encontrarlo y meterlo preso pero no, nada a pasado. Y lo otro malo, es el jote del Charles, le había estado diciendo miles de veces que yo no quería nada con él y solo estaba haciendo mi pega, pero insiste mucho, hasta Eduardo se dio cuenta y él no.

—Weon cargante—rió cuando Charles ya se había ido al comedor.

—Jefe, ¿qué pasó con Karina?

—Tiró licencia, creo que esta con depresión—se encogió de hombros—viene a trabajar un mes y tiró una de dos.

Sacó unas cosas del refrigerador. Y caminó hacia el comedor, ahí depósito las cosas y se sentó juntos a Charles. Por lo que había escuchado, hoy era el primer partido de la copa América y la Dani aún no llegaba de Brasil, creo que discutieron y ella aún no se iba a venir, o bueno, algo así fue lo que escuche el otro día.

Fui hasta la cocina y me preparé un pan. Me senté en la pequeña mesa y comencé a comer, era lo único que podía comer que no me causaran ganas de vomitar.

—Te estamos esperando en la mesa po—Eduardo se asomó con una sonrisa.

—Nunca debe comer el jefe y el empleado en la misma mesa... en las teleseries siempre es así—lo miré a los ojos.

—¡Que mentira!—exclamó—en mi casa no es así y ahora menos que no está la Karina, así que ven.

No creo que a su novia le guste eso, de hecho lo va a odiar si se entera.

Me paré junto a mi pan y caminé detrás de él. Al llegar me senté en el lado izquierdo, tratando de evitar por completo a Charles quien me miraba con una de sus sonrisas coquetas, que solo me hacían reír.

—¿Y cuándo el carrete?—preguntó Eduardo.

—¿Y si no ganamos?—dudó Charles.

—¡Tenemos que tenernos esperanza po!—Eduardo golpeó en el brazo a su amigo y yo reí nerviosa—¿y tú Juli? ¿qué crees?

—No veo mucho el fútbol—hablé apenada. Era verdad, no tenía dinero para que nos pusieran cable, con suerte veíamos un poco con las antenas—pero si triunfarán, confió en ustedes.

Aunque ni se que clase de futbolistas son.

Eduardo me dio una sonrisa y me miró a los ojos hasta lograr intimidarme, lleve mi vista hacia el plato y sentí su risa.

—El plan inicial era que la Dani llevara a la Anto, pero se enojó y no llegó nunca—puso cara de tristeza—¿la Camila va a ir?

—Si...

—¿Juli?—me distrajo de mis pensamientos—¿quieres ir?

Fruncí el ceño y negué con la cabeza rápidamente, eso no podía aceptarlo nica.

Más que mi jefe || Eduardo Vargas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora