Mi Delegado [Cdm Nathaniel]

28.- Rubios problemáticos.

Nathaniel tocó la puerta de la chica.

-¡Nath! Pasa.- Agatha le abrió alegre.

-Si.-entraron los dos.

-Tengo que hacer unos deberes. Y no te preocupes, sus padres se fueron ayer. ¿estaran bien?

Nathaniel abrió los ojos con sorpresa ¿estarían solos?

-Si. Gracias.

Agatha sonrió y salió del departamento.

Caminó hacia la recamara de la chica y tocó.

-Pase.

Abrió la puerta y vio a la chica sentada en su cama leyendo. Ya no tenia yeso, solo una ferula.

-Hola.- la joven alzó la mirada del libro y sonrió.

-Hola Nath.

El rubio caminó y se sentó a su lado.

-¿Como sigues?

-Bien... Ya puedo moverme más.

-Me alegra.

Los dos guardaron silencio. No habían estado solos hace ya un rato.

No era incómodo aun así, pero los dos estaban muy nerviosos. La azabache estaba muy sonrojada, había esperado verlo todo el día.

-Sucrette... Te ves muy bien hoy.

-Gracias. Ya descanso más.

Otro silencio.

El rubio tomó aire.

-Ya no puedo seguir así, Sucrette. Te...

Llamaron a la puerta. El chico suspiró.

-Iré a ver y después seguimos. Tenemos que hablar, quiero arreglar todo.

Salió de la recámara algo molesto ¿Ahora qué?

Al abrir la puerta. Un rubio bronceado le sonrió.

-¿Si?

-Hola. Busco a Sucrette.

-¿Para?- Nathaniel observó al chico. Típica pinta de conquistador.

-Vengo a verla. Soy un viejo amigo.

El rubio asintió.

-Claro, pasa.

Los dos entraron, el delgado dirigió al chico a la recamara de la joven.

-¡Dake!- la chica sonrió.

-¡Mi hermosa!- el chico la abrazó fuerte y le dio varios besos en la cara. Nathaniel se giró incómodo.

-¿Qué haces aquí?

-Tu padre me contó que te lastimaste y como eres mía, yo tenia que venir a cuidarte.

La azabache se sonrojó.

-N-No digas esas cosas...

-Pero es así. ¿Recuerdas?

La azabache rió.

El rubio aclaró la garganta.

El resto de la tarde fue insoportable para el delegado.

Cada cosa que hacian, Dake se pegaba a Sucrette y no la dejaba. Y lo peor, la chica solo sonreía feliz, había ignorado a Nathaniel casi en todo momento.

-Me tengo que ir. Sucrette.- Sucrette vio al delegado algo extrañada.

-¿Ya?

-Si... Ya es tarde y al parecer te quedas en buenas manos.