IV

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La depresión se apodera de ti lentamente, sin hacer ruido. Al principio te preocupas por cosas pequeñas e insignificantes, pero que te hacen daño. Piensas que debe ser solo un mal día, que ya se te pasará, que te lo han dicho en broma o que eres una exagerada porque realmente son tus amigos. Pero notas la presencia del dolor y esta se queda atrapada en ti, sientes la presencia de un vacío.

Perdonas demasiado y pones mil y una excusas para no acabar creyendo en la realidad, esa de la que estas sufriendo. No lo quieres aceptar. Te dices a ti misma que mañana todo habrá terminado y acabas en un ambiente de miedo y angustia que cada vez te invade más.

Llega un momento que no puedes parar de pensar que nadie te ha dado la oportunidad de ser tu misma. Nadie te ha dejado mostrarte realmente como eres. Y ya sin saber nada sobre ti, te juzgan y te insultan.

Son tantas las veces que te dicen las mismas palabras que llega un punto que te las crees. Crees como realmente, esas personas que no te conocen, te describen. Eso es lo peor. Mirarte al espejo y ver que toda tu confianza ha desaparecido.

Te pegan, te amenazan, a ti, si a ti, por ser indefensa. Eso les gusta, porque son cobardes. Matas tus horas pensando en porque todo lo que te hacen te lo están haciendo a ti. ¿Por qué? ¿Necesitan sentirse superiores a alguien?

La adolescencia, la etapa más bonita de todas. Empiezas a crear tu futuro y a formarte como persona y a diferencia de cuando eremos pequeños, ahora parece que nadie te hace caso y que nadie nos entiende, o no quieren hacerlo.

Todo mundo describe a esa etapa como la mejor de tu vida. La edad para salir con tus amigos, para disfrutar. Lo que nadie nos había dicho era que también puede ser la más difícil.

Duele, duele realmente cuando sientes que tus padres no te acepten tal y como eres y no entiendan como te sientes. Piensan que son cosas de la edad, que ya se te pasará. Pero no comprenden que no es algo que hayas decidido tú.

Un día decides decirles a todo el mundo lo que no te habías atrevido hasta ahora. Este es el momento donde quizás te sientes un poco ridícula y te arrepientes de haberlo hecho, por culpa de algunas reacciones. Pero por otro lado te sientes aliviada porque sabes que ya has hecho el paso, ya eres un poco más libre que antes. Aunque esta alegría no combina con algunas de las personas de tu alrededor, te juzgan, te miran mal. Nadie quiere acercarse porque piensan mal de ti.

¿Te gustaría que te hiciesen eso a ti? ¿Te sentirías bien? Son cosas que a lo mejor que nunca pensamos. La humanidad es así, egoísta e hipócrita. Muchísima gente lo pasa esta pasando mal porque la sociedad no es tan liberal como dice ser.

Pero ¿y por qué nos importa tanto lo que piensan sobre nosotros? ¿Por nuestra felicidad? ¿Nuestra autoestima? Posiblemente.

Al fin y al cabo todos somos iguales, somos personas. Tenemos un cuerpo y una alma. Reímos, lloramos, sentimos. Que nadie es más o menos que tú. No hay opiniones más reales que otras. Porqué cada uno tiene la suya y ninguna es la perfecta, pero si para nosotros.

Todos iguales pero muy diferentes, es por eso que somos especiales, cada uno de nosotros. De eso tienes que sentirte orgulloso, de tus pequeños defectos, porque son ellos estos los que marcan la diferencia.

Así que, que nadie te diga que no vales, porque vales muchísimo por el simple hecho de ser ti mismo. Amate, ese es el único amor verdadero.  

Cartas Que Vuelan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora