XVIII

24 1 0
                                    

¿De verdad te vas a rendir ahora? Con todo lo que habíamos luchado...

Creo que llego el momento de dejarnos. Dejarnos ser libres y volar. Dejar de querernos, aunque sé que en eso tú te adelantases.

Eran tantas las ganas de ver esa sonrisa, que era capaz de dejar de hacerlo todo solo para contemplarla. Me tenías jodidamente enamorada. Que impotencia sentía sabiendo que no podía saborear ningún pedacito más de cielo, de tus labios rozando los míos y apretándose delicadamente. Un beso, no me hizo falta ni uno más para darme cuenta de que quería estar contigo.

Fuiste mi desastre más bonito, podríamos decir. Mi primer amor. Mi primer beso. Eras la primera persona con la quién le compartí todo y a la que nunca mentí. Nunca dije algo de lo cual no sentí.

Te quería, incluso más que a mi. Y tú me decías lo mismo, pero he aprendido que las cosas se demuestran con hechos y pequeños detalles y no con palabras, y eso era lo que yo necesitaba.

Nos ayudemos en todo y en poco tiempo te convertiste en una persona esencial para mi.

No te puedes imaginar las noches que he llorado por tu ausencia. Joder, tenía los ojos rojos de tanto derramar lágrimas, esas que nadie podía secar. Excepto tú.

Día tras día aprendí a no necesitar a alguien que no me amaba. Aprendí que tenemos que querer pero no necesitar y a diferenciar el amor con el cariño. Y así fue como poco a poco, a pesar de hablar cada día, te conseguí olvidar y a dejar de hacerme daño. Por fin mi corazón era libre.

Después de un tiempo me enseñé a no ponerme celosa y a que todo de ti me diese igual. Así que no, no intentes ponerme a prueba de celos porqué te digo que no los tengo. Créeme.

Pasaron los días y tú fuiste cambiando de chicas. Cambiando de historias. Y me hiciste reír con el pensar de que podrías volver conmigo, que me echabas de menos. Ahí si te creí, tus ojos lo delataban, pero ya era demasiado tarde, porqué yo no había pasado de página, había cambiado de libro.

Nunca pensaré que no me quisieses, pero como en todo, alguien ama más que el otro, y ahora te toca a ti.

A veces creo que pensamos demasiado. Se que tenías miedo de hacerme daño y por eso me dejases. Pero creo que eres tú quien se hace daño con tanto miedo.

Para tu próxima historia aún sin redactar, te aconsejo que no solo digas lo que sientas, porqué las cosas se cuentan con hechos. Así que no, no vuelvas a tropezar con la misma piedra de la que te hiciste amiga de tanto tropezar las otras veces.

Sí, el tren esta vez pasó y me alegro un montón de poderte decir adiós con una sonrisa, ahora entenderás que no soy una muñeca que puedes decidir cuando jugar con ella.

Cartas Que Vuelan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora