Contigo mi equipo estará completo

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La madrugada me encontró dormida en una carpa en cuya puerta comenzaban a sonar los susurros de mi anhelado entrenador «Serena... Serena...». Me erguí para remover el cierre que nos alejaba encontrándome con su rostro ya limpio y preparado para la partida.

—Buenos días, mi bella durmiente —dijo él llenando de su alegría el ambiente—. ¿Te molesta si compartimos un desayuno antes de que me vaya?

—¿Tienes que irte tan temprano?

—Sí, si quiero llegar a tiempo a la liga.

—Está bien, sólo permíteme unos momentos.

Cerré la puerta nuevamente y en cuestión de dos o tres minutos estaba fuera, lista para degustar lo que Satoshi había traído y sumarle unas galletitas que no me había atrevido a probar el día anterior. Nos sentamos en una mesa de la plaza, el rocío mañanero había empapado los asientos y él se apresuró a limpiar el mío con extrema caballerosidad e incluso se propuso prestarme su abrigo pero no hacía falta. La fogata de anoche ya se había apagado pero pronto Charizard nos ofreció un nuevo fuego para que el frío no se sintiera tanto. Me resultó gracioso que el entrenador no notara que la hombrera que llevaba puesta su pokemón no era un adorno sino un implemento que cargaba con ambas mega piedras, pero opté por no decirle nada a ver si se daba cuenta solo, pero en lugar de eso dirigió su atención hacia mí nuevamente para decirme.

—Hay algo que quiero pedirte —Oh dios, llega a sacar una cajita y arrodillarse y muero al instante—. Quiero que guardes esto por mí —El azabache buscó en su mochila y de entre un montón de ropa sucia y una carpa mal guardada sacó un objeto precioso y muy brillante—, esto es...

—La flauta azur... ¿Cómo es posible que la tengas?

—La robé.

—¡¿Qué?! —Satoshi se encogió de hombros ante mi exabrupto. Y yo que lo creía incapaz de semejantes actos.

—No me juzgues tan rápido que de no haberlo hecho todo el mundo correría peligro en este momento. La tenían los seguidores de Arceus y pensaban llevarla a Sinnoh para contactar con su deidad y pedirle que destruyera las impiedades del mundo. Fue un milagro que diera con ella antes de que ellos cumplieran con su objetivo.

—¿Cómo los encontraste?

—Según parece, la flauta estaba oculta en unas catacumbas bajo en la torre de radio de pueblo Lavanda. Oí del hallazgo y quise ir a ver, pero al llegar ya había sido robada por lo que corrí tras los ladrones encontrándome con una secta de seguidores de Arceus que se consideraban protestantes y pretendían usar el poder de su deidad para depurar el mundo de la maldad. Los enfrente y vencí, pero cuando vi a las autoridades dudé seriamente si la flauta estaría segura con ellos, por lo que decidí llevármela a un lugar más seguro donde nadie sospechara que pudiera encontrarla. Ahora que te veo creo haber encontrado a la persona idónea para guardar este tesoro. Por favor Serena, cuídala por mí.

Lo miré asombrada por unos momentos antes de contestar. —¿Acabas de infringir la ley tomando algo invaluable que no te pertenece y ahora me haces cómplice de tus fechorías? Eres un chico malo, Satoshi.

Él se encogió de hombros. —Estoy haciendo lo que considero correcto, no me mires así.

—Si... eres malo, y me gusta —Tomé la flauta entre mis manos y la guardé en mi mochila—. Este será nuestro secreto.

Él sonrió y sacó a uno de sus pokemóns de su pokebola.

—Oye, así que este es tu Pidgeot. Por fin nos conocemos —dije acariciando el rostro del enorme ave cuyas plumas se irguieron ante mi roce. Satoshi extendió su mano hacia mí buscando que la tomara, pero yo dudé—. La última vez que tomaste mi mano tan de repente tuvimos una batalla pokemón. ¿Quieres ver si aún puedes hacerme frente, Satoshi de pueblo Paleta?

Alcanzaré mi objetivo (Amourlove)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora