La campeona caída

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Una luz cegadora me obligó a parpadear varias veces antes de poder abrir los ojos. Me dolían las retinas, sentía todo el cuerpo pesado, flojo. La enfermera que me observaba al costado de mi camilla no parecía ser Joy.

—¿Dónde estoy? —Atiné a decir ni bien recuperé la voz.

—Estás en el hospital de Ciudad Fallarbor, un Charizard te trajo esta tarde.

—¿Pero cómo...? —Me frené en medio de la frase en la medida que los recuerdos me invadían. Me había desmayado al atravesar el puente a causa del dolor que me causó aquella Hidrobomba del Kingdra del Team Storm— ¡Demonios! ¿Cuánto tiempo ha pasado?

—No mucho, quédate tranquila. Tendrás que pasar esta noche en el hospital y mañana podrás salir —contestó la enfermera con algo de indiferencia, la cual cambió al continuar diciendo—. Es increíble que un pokemón te trajera volando hasta aquí sin que se lo ordenaras. Ese Charizard debe adorarte, parecía preocuparse mucho por ti.

—Satoshi...

—¿Disculpa?

—No, nada. Él es un gran pokemón, con un gran entrenador —Busqué al rededor mío con la mirada—. Disculpe, ¿dónde están mis cosas?

Ella señaló un mueble pálido similar a un cajón de madera con puerta que se situaba junto a mi camilla. Me incliné a un lado sintiendo palpitar de dolor toda mi musculatura para extraer mi Pokenav de aquella caja y saludé a la enfermera mientras ella abandonaba la sala.

Sujeté mi cabeza para aminorar la presión al tiempo que prestaba más atención a los detalles del lugar donde había pasado las últimas horas. Se trataba de una sala amplia similar a un centro pokemóm, con varias camas de las cuales dos permanecían vacías y las otras tres que se situaban en frente tenían ocupantes, dos de ellos dormidos. Había una ventana abierta con cortinas color pastel que daba a la calle. Pude ver a lo lejos un parque algo asolado por el otoño de donde provenían voces de niños y sonido de motores acelerando. Miré a la única persona despierta en aquella sala, la quise saludar y ella cerró las cortinas de al rededor de su cama. ¿Qué le pasaba? Me sentía sola, pero un mensaje hizo sonar el aparato que llevaba entre mis manos arrancándome una enorme sonrisa.

"Te extraño"

Era Satoshi. Rápidamente contesté con un "Yo también. ¿Cómo estás?" a pesar de que mis dedos temblaran al tratar de presionar la pantalla para escribir mi mensaje. Las manos me sudaban, había estado esperando aquel mensaje por días... ¿Qué le habrá pasado al entrenador del Pikachu?

  "Muy bien. Estoy emocionado, quise volver a intentarlo en la liga pokemon de kanto y ya tengo tres medallas."  

¡Si que era rápido! ¿Pero en qué momento decidió salir a recolectar medallas si hasta hace poco andaba visitando a su amiguita la científica? Me alegraba que saliera de su casa y se alejara de ella, me caía mal... ¿O será que fueron juntos? Debía preguntarselo sin parecer sospechosa. Me puse a escribir algo que desviara el tema para poder abordarlo más tarde.

  "¿Tan pronto? ¡Genial! Yo me enteré que en los concursos pokemon de Hoenn los entrenadores deben combatir entre ellos. Nunca tuve una batalla individual con buenos resultados, así que decidí retar a muchos entrenadores para hacerme más fuerte."  

El chico tardaba más de lo normal en contestar, debía estar caminando o quizás tuviera las manos ocupadas... ¡No! No debía pensar en eso. Satoshi no sería capaz, ¿qué estaba mal conmigo?

  "¡Lo lograrás! Esfuérzate mucho.

Eso fue todo lo que contestó. ¿Qué no me iba a preguntar cómo estaba? Después de todo era mejor así. No quería decirle que terminé en un hospital por querer detener a unos rufianes que hacían negocios con el bienestar de los pokemóns, tampoco pretendía contarle sobre mi participación en los concursos si no me lo preguntaba. Es más, incluso pretendía ganar el de hoy y decirle que me estaba yendo muy bien, aunque no podía superar esas tres medallas... ¿Cómo lo hace?

Alcanzaré mi objetivo (Amourlove)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora