El desierto, primera parte

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Pese a que mega Pidgeot podía superar con creces los 2000 Km/Hs en distancias cortas, yo no soportaría viajar a tal velocidad desde Kanto hasta Alola, por lo cual en lugar de las tres horas y media que hubiéramos tardado, acabamos por dedicar casi el triple de tiempo hasta completar nuestro viaje, a fin de que mi pokemón no se cansara y que yo pudiera sobrevivir a la dura travesía.

En el trayecto no tenía mucho por hacer, el viento frío me chocaba en los ojos impidiéndome disfrutar del paisaje, cualquier centímetro que me alejara del ave daría espacio al aire para filtrarse en medio de nosotros, lo cual me enviaría a volar al instante, o quizás acabaría por estirar las plumas de mi compañero para evitar salir proyectado directo al vacío, lo cual tampoco sería de mi agrado. Estaba algo frustrado... o más bien resignado. Esa era la palabra.

De tanto avanzar rodeando la figura de mi Pikachu con la campera para protegerlo del viento y del frío pude descubrir que viajar sobre tu pokemón puede ser un espacio perfecto para la contemplación y la meditación sobre cosas que de otro modo probablemente no les hubiera dedicado tiempo. Quise divagar entre recuerdos felices y uno muy particular llegó a mi mente para poner algo de calidez a ese espacio frío que atravesaba a lo largo del cielo: el momento después de mi batalla en el gimnasio Hiyoku, justo antes del primer performance de Serena, cuando mis compañeros y yo participamos de la fiesta bajo el árbol de las promesas.

Aquella vez el señor Fukuji, líder del gimnasio de la ciudad, nos había contado una historia al respecto: Había un entrenador que viajó por el mundo volviéndose fuerte y viviendo mil aventuras con su pokemón. Se habían acompañado tanto que cuando decidieron descansar, el entrenador le regaló un pequeño árbol a su compañero el cual creció nutrido por sus vínculos hasta que sus ramas alcanzaron el cielo. Desde entonces, todos los años los entrenadores que vivieron en la ciudad que fundaron ese hombre y su pokemón en ese lugar tomaron por costumbre repetir el gesto y regalarle algo a sus queridos compañeros cada vez que alcanzaban esa fecha, colocando los regalos justo debajo del enorme árbol que había iniciado la tradición, ahora llamado "el árbol de las promesas".

Recuerdo que a Serena le había gustado mucho esa historia, incluso me llamó la atención que la encontrara romántica. Yo consideraba que era otra de esas festividades dedicadas a comprar cosas sin ningún motivo, algo plenamente comercial, pero preferí no decir nada porque temía quedar mal en frente de ella por no entender de ese tipo de asuntos... Me bastaba con verla sonreír. Entonces la miré lleno de ánimo y le dije que quería participar, moción a la cual el rubio nazi y su hermanita adhirieron de inmediato.

Pronto la situación se volvió inesperada puesto que Citron no quiso acompañarnos a comprar los obsequios. Había resuelto fabricar el regalo él mismo. Vi una oportunidad de estar solo con Serena y me lancé a tomarla al pedirle a Yurica que cuidara de nuestros pokemóns a fin de que ellos se quedaran jugando y nosotros pudiéramos ir solos a hacer las compras. Para mi sorpresa, la pelimiel me copió al instante bajo la premisa de lograr que el regalo realmente fuera una sorpresa. 

Y al final caminamos juntos. Estar solo con ella me hacía sentir muy nervioso, no sabía de qué hablarle; ¿Qué regalo piensas comprar? ¿Quisieras tomar un helado después de hacer nuestras compras? Podríamos salir de nuevo alguna vez... Me estaba idiotizando por tenerla sola para mí, y ni siquiera habíamos tomado el tren. 

La ciudad costera se veía hermosa desde el interior de los vagones. Era una paseo encantador y yo luchaba por no mirar a mi compañera todo el tiempo a fin de no incomodarla, no quería ser tan obvio. Actué mi papel más frecuente intentando parecer desinteresado, confiado, alegre. Ella sonreía constantemente. Le propuse dar vueltas por todas las tiendas y aceptó... no creo que haya entendido que lo que en verdad quería era pasar más tiempo junto a ella a solas, las mujeres suelen tener dificultades para captar las indirectas.

Alcanzaré mi objetivo (Amourlove)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora