Sophie ya estaba cansada de estar encerrada y no quería ver nunca más a Turner y a Sparrow. Aunque sabía que era inútil, ya que tarde o temprano los vería, ella quería fingir por un momento que ambos no existían, aunque esa alegría fuera tan poca, lo necesitaba.
Una vez más, la mujer se levantó de la cama, se puso sus botas y se dirigió a la puerta para salir al exterior. Sabía que casi iba a amanecer y probablemente no había nadie despierto en el Perla, lo cual era bueno. Después de varios días, había logrado identificar en qué momento del día se encontraba sin tener que mirar el cielo. Las horas pasaban lentamente y le daban la sensación de que había pasado una eternidad dentro del Perla, pero cuando Ragetti ingresaba a su camarote a darle de comer, sabía aproximadamente qué hora era.
La vida de los piratas era un poco aburrida en el océano, no había muchas actividades que realizar y parecía que solo se dedicaban a recorrer paisajes vacíos y lugares terribles cuando no había una aventura. Como ahora la aventura estaba en pausa, Sophie se sentía estancada, como en la vida real.
Ese día, desafortunadamente, los planes de Sophie se vieron arruinados cuando encontró al capitán del Perla en el timón y, al intentar huir a su camarote, el hombre la detuvo.
—Quédate —demandó Jack, haciendo que ella volteara a mirarlo—. Necesitas aire fresco. Estar encerrada por tanto tiempo también es malo.
Sophie estuvo de acuerdo con el hombre y se acercó a él, colocándose a su lado derecho y contemplando el panorama. El pirata sonrió con arrogancia, pero Sophie no se sintió molesta.
—¿Cuál es el curso, capitán? —preguntó, manteniendo su vista al frente hasta que sintió la mirada de Jack en ella, lo que la distrajo.
La mujer quería ignorarlo, pero no podía. Jack notó la incomodidad de Sophie y decidió no molestarla más, limitándose a responder con sinceridad.
—No hay.
La franqueza de Jack sorprendió a Sophie. Era evidente que había una escasez de comida, agua y ron. En cualquier momento, los piratas podrían rebelarse ante el extraño mandato del capitán, y Jack debía tener cuidado. Por eso, Sophie lo miró extrañada, esperando que el pirata estuviera bromeando, pero no era así. Sparrow no estaba mintiendo, no había un rumbo claro.
Por qué ni tanto para Will ni para Jack la brújula servía.
—¿Y por qué no vamos a tierra? —cuestionó Sophie confundida—. La otra vez dijiste que siempre ibas a tratar de mantener a la tripulación contenta. No creo que estén felices sin comida ni ron —comentó extrañada. Aunque las palabras de Sophie eran correctas, en esta ocasión Jack tenía otras prioridades y no dudó en hacérselas saber a su acompañante.
—Ahora quiero mantener a una diosa contenta —admitió, mirando directamente a los ojos de Sophie, lo que hizo que ella se estremeciera tanto por lo que Jack le hacía sentir con esa mirada como por la revelación de sus palabras.
—¿Ella te habla?
En ese momento, Jack se sintió incómodo. En su momento, había disfrutado mucho con la diosa, y saber que ahora era atraído por su descendiente lo hacía sentir extraño. Dentro de la mente del pirata, creía que, por esa razón, Calypso había colocado a Sophie en su navío, sin contar que, cuando la diosa miró por primera vez a Will, un brillo en sus ojos apareció porque sabía que él era una pieza clave para todo lo que vendría en su historia.
Era cierto que, hoy en día, Jack y Calypso habían roto cualquier conexión, pero el capitán sabía leer a las personas y sentía que las acciones que estaba ejecutando eran las que la diosa consideraba pertinentes. Por eso, sin ser tan revelador, le contestó a la pelirroja.
—Cuando la diosa estaba en su forma humana, solía ser mi amiga —comentó casi inaudible—. Creo que por eso te puso a ti en mi barco.
—Will me puso en tu barco —reafirmó la descendiente, y Jack solo sonrió burlón.
—Will solo fue una pieza más del rompecabezas de Calypso —contestó, manteniendo su actitud arrogante—, como la otra vez —mencionó en un susurro, pero Sophie no comprendió, ya que ella era un bebé en esos tiempos.
Sophie era un bebé en esos tiempos.
Esa idea estremeció a Jack, pues era increíble la juventud que tenía la mujer, la inocencia que poseía y cómo todos querían corromperla. Poco a poco, Jack al notar aquellos detalles se sentía mal consigo mismo y por su mente, pero no podía evitar tener sentimientos hacia la mujer, sentir amor, porque sí, Jack estaba cayendo en encantos más profundos que lo atemorizaban.
Jack ya se había enamorado antes, pero siempre había huido de esos sentimientos. Desde Angélica y Elizabeth, sus únicos amores de verdad. Con uno había huido tantas veces por miedo a dejar el otro amor de su vida: el mar, y con Elizabeth, no funcionó su amor, ya que no fue correspondido. Pero con Sophie era diferente; ella era como el mar, tan cambiante, dura, nada dócil cuando se lo proponía, inquieta, indomable, tenaz, juguetona, bella, atrayente... pero Sparrow tenía miedo, pues en la historia, enamorarse de una diosa traía fuertes venganzas y no quería terminar como Davy Jones. Quizás por eso tenía que aferrarse a la idea de que, en la forma humana de Sophie, ella era una niña para él.
Y ante la mente perdida del capitán, él no se dio cuenta de que se estaban adentrando en una neblina tan densa que no se veía nada en ella. Sophie lo estuvo llamando durante tanto tiempo, pero él nunca la escuchó.
La neblina era tan densa que no se veía nada. Sophie tenía tanto miedo que se aferró a Jack con fuerza, lo que provocó que el pirata se estremeciera con su sentir.
—No logro ver nada —comentó la pelirroja con miedo, y aunque Jack la sostenía con fuerza, el hecho de que él no le contestara la hizo pensar que algo le había pasado—. ¡Jack!
—Estoy aquí, estás apretando mi brazo —contestó Jack con una pequeña risa.
Fue en ese instante que, poco a poco, la neblina comenzó a disiparse y pudieron contemplar algo a la distancia, algo inmenso que no sabían si era real o solo era efecto de la neblina.
—¡¿Qué está pasando?! —exclamó Gibbs cuando salió de su camarote, un poco asustado.
—¡Nada, pronto saldremos! —gritó Jack, levantando la voz.
El barco siguió recto, acercándose cada vez más a esa mancha enorme mientras la neblina iba disminuyendo. Finalmente, pudieron ver con claridad el paisaje y frente a ellos lograron distinguir una enorme roca que, con un simple choque del Perla, destruiría el navío.
Al instante, Jack empujó a Sophie para poder liberar su brazo y controlar el timón con ambas manos para evitar el choque, pero ya sería imposible; estaban a pocos metros para esa maniobra.
Resignada, Sophie cerró los ojos, esperando el impacto de la roca contra el barco, pero sintió algo dentro de ella que le pedía salir. Fue entonces que Sophie abrió la boca de inmediato y comenzó a gritar con fuerza, lo que hizo que su corazón latiera rápidamente.
De repente, se escuchó un golpe y Sophie abrió los ojos al instante, levantándose del piso para observar cómo la roca se estaba deshaciendo rápidamente, lo que permitió que el navío pasara sobre ella con facilidad.
El dolor en el pecho volvió a Sophie, mientras Gibbs y Jack aún estaban impresionados por lo que habían presenciado. Ambos piratas se quedaron un poco sordos, pero no les importó cuando, una vez más, su descendiente se desvaneció.
En el horizonte, Mad-ClepGirl (Dianessa)🐧
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01 | 𝕻𝖎𝖗𝖆𝖙𝖆𝖘 𝖉𝖊𝖑 𝕮𝖆𝖗𝖎𝖇𝖊: 𝕷𝖆 𝖉𝖊𝖘𝖈𝖊𝖓𝖉𝖎𝖊𝖓𝖙𝖊.
Fanfiction"Todos llevamos algo único en nuestro interior. Sin embargo, ella no consideraba que lo suyo fuera algo magnífico y poderoso." Una nueva aventura se presenta ante el intrépido capitán Jack Sparrow. En esta ocasión, se embarcará en la misión de resc...