El Chelo me miró durante unos minutos, sin saber qué responder. Se veía sorprendido y herido a la vez. Se aclaró la garganta y volvió a posar sus ojos en mí.
—¿Así que ésa es tu excusa? —preguntó. Lo miré sin entender—. Pasaron once años ¿y esa la gran excusa? —definitivamente no estaba entendiendo lo que estaba pasando. ¿Por qué reaccionaba así?— Ro, ¿De verdad no pudiste pensar en algo mejor?
—Marcelo, es la verdad —le dije. Él sacudió la cabeza bruscamente. Estaba enojado—... ¿Qué es lo que quieres que te diga?, ¿Qué esperas que te diga, Marcelo?
Él pestañeó un par de veces.
—¿Quieres que te diga que me fui porque no sentía lo mismo?, ¿Que te diga que me fui porque te fui infiel?, ¿Quieres que te invente alguna mentira al respecto? —me daba demasiada pena el hecho de que se molestara ante mi confesión. Le di un largo sorbo a la botella—. Me fui porque me dolía verte mal. Despertar todos los días con la esperanza de que mejoraras, pero que tu siguieras igual. Sí, quizá fue egoísta de mi parte, Marcelo. ¡Pero era una cabra chica! No tenía ni la menor idea de qué mierda hacer para ayudarte en tu depresión. No veía la forma de sacarte de ese pozo en el que te hundías día a día, y que parecía no tener retorno. Un maldito pozo al que me estabas arrastrando. Sí, fui una egoísta, una puta egoísta. Me fui de tu lado porque no creía poder darte lo que necesitabas, porque con lo que habíamos vivido me bastaba para darme cuenta de que no estábamos en la misma página, que yo no era útil para ti, que necesitabas alguien que te hiciera salir a flote porque yo no lo estaba haciendo.
—¿Y qué sabes tú de eso, Rocío? —contraatacó—. ¿Viviste acaso en mi piel para saberlo? No. No lo sabías... No sabías que eras esa pequeña esperanza a la que me aferraba con todas mis fuerzas. Eras esa pequeña luz que de a poco me guiaba a mi salvación. Eras mi soporte, mi apoyo... y de un día para otro decidiste dejarme. Solo. Completamente solo, porque sabías —me apuntó—, tu sabías que si te perdía a ti perdía todo, todo por lo que había luchado.
Suspiré. Me quedaba suficientemente claro que no íbamos a llegar a ningún lado así. Esto solo nos llevaría a una pelea que no quería librar.
—¿Eso es todo lo que querías saber? —pregunté. Tenía una necesidad tremenda de dejar de hablar con él y correr al refugio que representaba ahora mi casa.
—¿Alguna vez me amaste? pero de verdad...—soltó.
Alcé una ceja. ¿Por qué ahora estaba cuestionándome eso?
—No entiendo como te atreves a cuestionármelo...
—Así como tu te atreviste a dejarme, bien pudiste haberme mentido...—contestó.
—Marcelo yo te amé, te amé mucho. Me dediqué a ti y tu recuperación dos años enteros, Chelo. Te vi en tus peores momentos, en los mejores, en las caídas y levantadas. Y te amé como a nadie —contesté—. Y cada vez que sentía que me iba a rendir era solo cosa de mirarte a los ojos —lo miré; sus ojos siempre han tenido algo indescriptible—, tal como ahora, y darme cuenta de que lo valías, que valías el sacrificio y mucho más... que vales oro, que... que por esos ojos yo era capaz de hacer todo, hasta de cuestionarme a mí y mis decisiones, y yo... es como si aún lo hiciera al verte.
El Chelo me miró, parecía estar analizando mis palabras. Minutos después se levantó y me tendió su mano. Lo miré con duda.
—Ven, ya es tarde. Voy a dejarte a tu casa.
¿Eso era todo?, ¿Así de rápido daba vuelta la página?, ¿ya no iba a insistirme más?
Me levanté sola, ignorando su mano estirada y emprendimos el camino a mi casa. Estaba un poco molesta a decir verdad, pensé que iba a preguntarme más, que... que iba a abrazarme y decirme que todo iba a estar bien, que me perdonaba y que podríamos al menos ser amigos, pero no.
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STAY
Fanfiction"necesito que te quedes" Portada hecha por la bella @marycarrizo -psttrr©. Jul 3, 2017.