La casa de los Díaz siempre resultó acogedora para mi. Cuando era más chica solía pasar metida en la casa, jugando con el Gonzalo, el Marcelo y algunos de sus amigos. Sin embargo, en estos momentos, sentía todo lo opuesto. Ya no sentía paz, no sentía esa comodidad que alguna vez sentí. No. Muy por el contrario, me sentía en territorio enemigo, y no hallaba la hora de salir de ahí.
Evité lo más que pude al Chelo, más que nada porque su sola presencia traía recuerdos a mi mente de cuando estábamos juntos. Todas esas veces que sonreímos, las escapadas de fin de semana, acostarme a su lado luego de un día fantástico y amanecer junto a él. Yo era muy consciente del daño que le hice, pero según el Lucho había tomado la decisión correcta, y me hizo sentir que así fue hasta que lo volví a ver.
El Luchín no se despegó de mí durante toda la once, y a decir verdad era un poco hostigante, pero se lo agradecía.
—No puedo esperar a salir de aquí—me dijo apenas nos sentamos en la mesa. Lo miré con el ceño fruncido—. Quiero... ya sabes, ir a lo del Seba.
Asentí.
—Yo igual.
El Seba, el otro mejor amigo del Marcelo, había organizado una junta, más bien una tomatera, en honor al Gonzalo. Esto partió hace unos cinco o seis años. Nos juntábamos todos los que convivimos con él y con el Marcelo y nos sentábamos a tomar cerca de la plaza que daba a la Autopista del Sol. Nos quedaba un poco lejos yendo a pie, pero valía la pena el viaje. El sentarnos juntos, recordarlo y pasar un buen rato con la gente... Era algo maravilloso.
Mi celular comenzó a sonar, distrayéndome de mis pensamientos. Lo tomé y vi un número desconocido. Fruncí el ceño. Alcé la vista y me topé con la curiosa mirada del Luis.
—¿Vas a contestar?—preguntó. Asentí.
—Permiso.—me levanté de la mesa y salí con dirección al patio, para estar más tranquila. Una vez fuera, el viento chocó contra mi pelo, despeinándome un poco—. ¿Aló?
—¿Aló?, ¿Con la señorita Rocío Olivares? —era una voz que desconocía. Fruncí el ceño.
—Sí, ¿Quién le habla?—pregunté.
—Le hablo del programa de voluntariado de Techo Chile. Mi nombre ees Verónica Díaz.—se presentó. Y entendí de qué se trataba todo.
—Hola, Verónica.
—Te llamaba porque te inscribiste como voluntaria para ir al sur, ¿correcto?—asentí.
—Sí, sí—contesté luego de darme cuenta de la idiotez que hice.
—Bueno, tenemos cupos disponibles para dos semanas más para ir la región del Maule.—anunció—. Según el formulario que llenaste esta sería tu primera vez viajando con nosotros.
—Síp—contesté.
—Pero, según leo, has ayudado con aportes monetarios...—comentó.
—Correcto. ¿Eso influye?—pregunté, porque el comentario me parecía medio raro.
—No, para nada. Apreciamos tu interés, Rocío—sonreí—. Ahora, tienes que pagar una cuota de 20.000 pesos para la compra de materiales. El traslado y el hospedaje corre por parte de nosotros y el colegio en el que se quedarán, al igual que la alimentación.
—Ok, ¿Cuándo puedo pagar?—pregunté. Me ilusionaba la idea de ir a ayudar, además me serviría para distraerme.
—Tienes hasta el Miércoles de la semana subsiguiente. Puedes depositarnos en nuestra CuentaRut o bien puedes entregárselo al encargado de tu escuela. Te mandaré los datos por whatsapp, ¿ok?

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STAY
أدب الهواة"necesito que te quedes" Portada hecha por la bella @marycarrizo -psttrr©. Jul 3, 2017.