A la mañana siguiente me desperté temprano. El sueño no había logrado despejarme nada. Obviamente no iba a hacerlo si soñaba con el Chelo, con sus besos, con lo que alguna vez fuimos.
Me bañé y me vestí rápido con unas calzas y una polera para salir a trotar un poco. Me puse los audífonos, puse la música y salí, sin avisarle a mi mamá. Siempre había visto en las películas que salir a trotar despejaba tu mente, esperaba que fuera así. De lo contrario, habría salido a trotar por nada.
Troté con la vista fija en el piso todo el trayecto, sin saber dónde iba. No tenía un camino definido para trotar. Sin embargo, mis pies, o quizá mi conciencia, pensaban diferente. Cuando alcé la vista me encontraba llegando a la casa del Chelo. Mi corazón comenzó a latir con fuerza, y estaba segura que no era por haber corrido tanto.
Caminé hasta su casa y abrí la reja. No alcancé a llegar a la puerta cuando ésta se abrió, dejando ver a una destrozada tía Maria. Fruncí el ceño y me apuré a abrazarla, temiendo lo peor. Rogué al cielo para que ella no hubiera entrado a la pieza del pitufo.
—Tía, tía ¿Qué pasó? —pregunté. Ella seguía sollozando.
—Se fue, Chío, el Chelito se fue de nuevo. —dijo entre lágrimas.
De pronto, la idea de ella entrando a la pieza del pitufo parecía menos desgarradora que saber que el Marcelo se había ido, de un segundo para otro... y aparentemente sin dar explicaciones.
—¿Está... segura? Quizá solo salió a comprar y vuelve tía. Usted conoce el Chelito, quizá hasta fue a Santiago a ver un entrenamiento o algo. —intenté buscar alguna excusa, pero ella negó.
—No sé por qué me sorprende, por qué me duele tanto —se limpió las lágrimas—. Tarde o temprano se tenía que ir, ¿no?
Asentí.
—Pero no era la forma, tía. ¿Se despidió siquiera?
Negó con la cabeza.
—¿Tú sabías algo?, ¿Sabes por qué se fue?
Inhalé aire, intentando tranquilizarme. No podía dejar que su partida me afectara.
—La verdad es que no tenía idea que se había ido, tía. De verdad lo siento.
—¿Por qué se habrá ido sin despedirse? —se preguntó, ya más calmada. Negó con la cabeza—. Lo hubieras visto ayer cuando llegó. Pasó soplado a su pieza y se encerró ahí. Ni siquiera me vio. Pero yo lo vi, se veía mal —frunció el ceño—... estaba mal. ¿Pelearon ayer?
La pregunta me tomó desprevenida, pero dio pie a mi imaginación. ¿Y si se había ido por mi culpa?
Miré a la tía, sin saber bien qué decirle.
—En fin, es una lástima. Pensé que por fin iban a sentar cabeza.
Abrí los ojos como platos. Ella soltó una risa.
—Tía yo... me tengo que ir. —murmuré. Le di un beso en la mejilla y le prometí que volvería a verla uno de estos días.
Salí corriendo a mi casa, ahora no sabía qué pensar. ¿Y si se fue por mi culpa? No me lo iba perdonar nunca... aparte, nunca tuvimos la oportunidad de aclarar todo.
Me detuve en la esquina de mi casa y saqué mi celular.
Marqué su número.
Uno.
Dos.
Tres.
Buzón de voz.
Miré el celular, molesta. Intenté y volví a intentar un par de veces más.

ESTÁS LEYENDO
STAY
Fanfiction"necesito que te quedes" Portada hecha por la bella @marycarrizo -psttrr©. Jul 3, 2017.