Apenas Marcelo se fue, la guerra se desató entre Luis y yo. Se había enojado bastante al enterarse de la existencia de mi pasaje para Rusia, y por más que intentaba recalcarle que yo no tenía ninguna intención de ir, y que yo no tenía absolutamente nada que ver con él.
—¡Pero entiéndeme, Rocío! Hace unos meses ese estúpido te lavó el cerebro completamente —dijo—. ¡Ése imbécil solo vuelve para jugar contigo nuevamente!, ¿Y quién va a estar si te vuelve a romper el corazón? Yo, no él. Él no te quiere realmente, mientras más luego lo entiendas, menos te va a doler. —escupió con rabia. Lo miré desconcertada.
—¿Cuál es tu problema con Marcelo? —le pregunté—. Siempre lo has tratado mal, lo menosprecias, me hablas mal de él... Si hasta pareciera que el que me lavó la cabeza aquí eres tú, no él. —solté, sin poder contenerme.
Estaba harta de que Luis siempre atacara a Marcelo, y que de paso me hiciera sentir mal a mí.
—¡Déjate de defenderlo!
—¡No lo estoy defendiendo, Lucho por la mierda! Estoy diciéndote la verdad. Si te duele tanto es por algo, después de todo. —él se llevó las manos al pelo y tiró de él.
—No voy a discutir contigo—murmuró. Me miró a los ojos y respiré aliviada, por fin lo había entendido—... Así que me voy a ir y voy a volver cuando tus estúpidas neuronas hagan sinapsis.
Se dio media vuelta y se fue, sin dejarme responder, dando un portazo.
Demás está decir que el resto del día no pude ser capaz de tranquilizarme. Estaba enojada; con Marcelo, con Luis y conmigo misma. Y a pesar de que mis sentimientos me abrumaran, y me hicieran perder la cabeza, tenía bastante claro que no iba a ir a rogarle nada a Luis. Ni enferma iba llamarlo o disculparme. Era un imbécil, y él era quien debía disculparse. Por hacerme sentir tan estúpida.
A la hora de la once llegó mi mamá acompañada de la tía María. Venían las dos muy felices cuchicheando quizá de qué. Al verme se sonrieron.
—Hola rocío, ¿cómo estás mi niñita? —me saludó la tía. Me acerqué a ella y la abracé.
—Bien, ¿y usted?
—Muy bien, vengo muy feliz. —comentó. Seguramente por Marcelo.
—Me la encontré en el almacén y la invité a tomar once con nosotras. Tu papá no va a llegar hasta como las 10, está con sus compadres. —me explicó. Asentí.
Mi mamá desapareció en la cocina, la tía se sentó en el sillón y me quedó mirando.
—Estás tan linda, Chío... pero tan re flaca que estás.
Me encogí de hombros.
—He perdido un poco de peso, sí, pero siento que estoy bien.
—Le he dicho tantas veces que coma más, pero no hay caso con esta niñita. —dijo mi mamá, saliendo de la cocina con individuales y tazas—. Pasa a la mesa Mari, voy a poner el pancito y listo.
Volvió a la cocina, y la tía se levantó para irse a sentar.
—¿Cómo estás con lo de Rusia? —le preguntó mi mamá a la tía una vez que nos sentamos las tres en la mesa. La tía me miró y giró la vista a mi mamá con una sonrisa. ¿Qué onda?
—Bien, muy bien. Preocupada, pero bien. Sé que el Marcelito va a estar bien, tiene un angelito que siempre lo cuida. —murmuró y juré haberla visto mirarme de reojo.
Las alarmas se encendieron en mi cabeza y comprendí que algo tramaban. Algo sabían. Recordé entonces que Marcelo había dicho que los pasajes a Rusia habían sido obra de él y de la tía María. Entrecerré los ojos.

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STAY
Fanfiction"necesito que te quedes" Portada hecha por la bella @marycarrizo -psttrr©. Jul 3, 2017.