Martes 6 de Noviembre, 2003
Me despedí del Chelo y emprendí camino hasta mi casa. Los dos vivíamos en Padre Hurtado, así que yo no tenía problemas con esperarlo después del colegio para venirme con él, se había vuelto nuestra rutina desde que entró a la U. Habíamos sido amigos desde chicos y hace poco más de un mes él me había confesado que le gustaba. Decidimos darnos una oportunidad, pues yo me sentía de la misma forma respecto a él. Y hoy, después de un mes y medio de pololear en secreto habíamos decidido oficializar nuestra relación frente a nuestras familias. Acordamos que él iba a contarles hoy sus papás y su hermano, porque no siempre se daba el tiempo para que ellos hablaran debido a lo tarde que llegaba, y a lo temprano que partía a clases, y luego a sus entrenamientos. El fin de semana íbamos a contarles, ambos, a mis papás. No era como si les tuviese miedo a mis papás, al contrario, yo sabía cuál iba a ser su reacción al enterarse. Iban a estar más que complacidos, porque mi mamá amaba al Chelo. Siempre me decía que el tenía una "fijación por mí", lo cual siempre me negué a creer porque, siendo sinceros, ¿Cómo un niño de 17 años se iba a fijar en una niña de 15 a la que con suerte le había crecido algo de busto, sin contar que la pubertad había olvidado mi existencia? Era algo ilógico para mí, pero resultó ser verdad. Y el Marcelo, tan caballero como es, decidió que le comentaríamos a mis papás cuando estuviéramos juntos.
Llegué a mi casa y me senté en la mesa. Mi mamá me esperaba sentada junto a mi papá. Fruncí el ceño. Sus rostros reflejaban preocupación. ¿Qué había pasado?, ¿Qué hice?
—¿Qué pasa?—pregunté. Mi mamá miró a mi papá.
Los minutos pasaban y ellos se rehusaban a decirme qué estaba pasando. Estaba perdiendo la paciencia cuando mi papá se aclaró la garganta.
—Hija nos llamó... Nos llamó el Lucho, el vecino del Chelito—empezó a decir mi papá. Mierda, mierda, mierda. La preocupación comenzó a fluir rápidamente a través de mi cuerpo—. Rocío el hermano del Chelo, el Gonzalito se suicidó.
¿Qué?
No, ellos tenían que estar molestándome. Tenía que ser una broma. ¿Cómo iba a ser el Gonzalo capaz de eso? Sacudí la cabeza bruscamente.
—Papá, no es lindo hacer bromas con eso —lo reté. Pero él no reía, no daba ningún indicio de que lo fuera—, ¿Mamá?—la miré, esperando encontrar una sonrisa, o algo que me dijese que era una broma.
—Hija, es verdad, el Gonzalito se suicidó.—dijo apenas.
En cuestión de segundos mi mundo entero se vino abajo. ¿Cómo era posible? No podía ser verdad. Me negaba a creerlo a pesar de que mis papás me lo habían confirmado... pero ¿cómo? ¡Mierda! Pensé en el Chelo. Debía estar destrozado, su hermano mayor era su mundo, su mejor amigo, su vida, era todo. Me levanté rápido de la silla y me encaminé a la puerta. Tenía que estar ahí para él en este momento tan difícil. Mi mamá se dio cuenta de lo que quería hacer y se levantó rápido, alcanzándome.
—Hija, espera. Dales su espacio—murmuró—. Deben estar pasándolo mal.
—Precisamente por eso tengo que ir, mamá—la miré a los ojos. Suspiré, ella no iba a entenderlo—. El Chelo y yo estamos pololeando.
Ella soltó un gritito ahogado.
—Íbamos a esperar con el Chelito para contarles este fin de semana...—dije. Ella me miró y me abrazó.
—Dame dos minutos, mi vida —susurró. Se alejó de mí y entró en la pieza. Salió con una chaqueta puesta—. Vamos.
Tomó mi mano y salimos con dirección a la casa del Chelo. Al llegar me encuentro con un tumulto de gente. Mi mamá se acercó a la tía María que se veía bastante conmocionada. Busqué con la mirada al Chelo, pero no lo encontraba. Una mano se posó en mi hombro y me volteé. Ahí estaba. Ante mí, mi pololo, o una versión triste de él.
—Acompáñame.—me pidió. Tomó mi mano y caminó en silencio, guiándome hasta la parte trasera de su casa. Al pasar el árbol en el que solía ver a su hermano y él jugando cuando chicos lo sentí tensarse.
Nos sentamos en el pasto y permanecimos en silencio por unos largos minutos. Yo mantenía la vista fija en el pasto, sacando y jugando con este. Él, en cambio, mantenía su vista fija en el árbol.
—Tuvimos que sacarlos nosotros de ahí —susurró. Lo miré con el ceño fruncido y él señaló el árbol—. Mi mamá cree que fue un problema de drogas o medicamentos...
Entonces el entendimiento me golpeó totalmente.
De repente no podía hablar, me encontré tratando de buscar las palabras para darle apoyo, y decirle que estaba con él en esto, pero no podía. Como si fuera muda. Suspiré.
—¿Cómo estás?—me atreví a preguntarle luego de unos minutos.
—¿Cómo crees que voy a estar? —preguntó con amargura. Miré hacia el suelo y me maldije. Él suspiró—. Mi hermano se suicidó, Rocío. No siento nada. Es como... como si se hubiera llevado una parte de mí con él.
Apoyé mi mano en su espalda, haciéndole cariño.
—Lo sé, Chelito. Él era tu todo.
—Y lo peor es que—se le quebró la voz—... No sé cómo seguir, Ro, después de esto, ¿Cómo sigo viviendo?, ¿Cómo sigo levantándome todos los días, aún sabiendo que él ya no va a estar?—me miró a los ojos y pude notar su dolor. Mi corazón se apretujó—. ¿Cómo voy...? ¿Cómo voy a seguir con esto del fútbol si él no va a estar para apoyarme?—mi corazón se rompía con cada palabra que decía—. Me dejó, Chío. Estoy solo.
—No, no lo estás, Marcelo—lo hice mirarme—. Estás conmigo, con tu mamá. Tienes a tu familia, tu club. Puedes salir de esta. Yo te voy a ayudar. Tienes que seguir... por él.
Limpié sus lágrimas. Él sacudió la cabeza.
—Te quiero.—murmuró.
—Yo te quiero a ti, mi chelito.—lo abracé y al instante lo sentí llorar en mi hombro.
Se aferró a mi con fuerza. Me dolía el alma verlo así, me destrozaba. Entonces me propuse que iba a sacarlo de ahí, antes de que se hundiera más. Me propuse mostrarle que no lo había perdido todo.
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Primer capítulo muy sad, pero prometo que esto no será tan sad.Esto surgió como una idea después de ver lo destrozado que estaba el pobre chelito:(.
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STAY
Fanfiction"necesito que te quedes" Portada hecha por la bella @marycarrizo -psttrr©. Jul 3, 2017.