6 de Noviembre, 2016
Tomé el libro que tenía encima de la mesa y lo abrí donde estaba el marca página.
Comencé a leer, o más bien a releer lo que decía.
"La noche del 6 de noviembre de 2003 Marcelo Díaz llegó a su casa, como siempre, tarde. Su mamá le preparó la comida. Era martes. Transmitían por televisión un partido de la Copa Gato entre la U y Everton. Sebastián Castro, fanático de Colo-Colo, lo llamó por teléfono:
—Van a perder hoy día —le dijo Sebastián.
—Ah ya —respondió Marcelo, cortante.
—¿Qué te pasa, hueón?
—Es que el Pitufo dejó una carta despidiéndose.
—¿Cómo despidiéndose?
—Se despidió del mundo.
—Voh soi hueón, cómo se va a despedir del mundo.
Marcelo Díaz no respondió. Antes de cortar Castro dijo:
—Ya, me voy a bañar, si pasa algo llámame y voy a tu casa.
Gonzalo Díaz, el «Pitufo», no terminó el colegio y tuvo que hacer el servicio militar obligatorio, a disgusto. Tras cumplirlo, consiguió un trabajo en la bodega de una cadena de farmacias. Su madre cree que el irrestricto acceso a los fármacos pudo haberlo afectado: "Llevaba varias semanas muy extraño, inquieto, no se podía quedar tranquilo en la casa, siempre había gente esperándolo afuera".
A las 11:15 de la noche, tras buscarlo por varios minutos, ella lo encontró colgado en un árbol del patio trasero. Tenía veintidos años. La misma familia tuvo que cortar la cuerda.
Marcelo Díaz tomó el teléfono y llamó a su amigo, que recién había terminado la ducha:—Mi hermano se mató —le dijo.
'Me vestí y partí corriendo a la casa de Marcelo, vomité dos veces en el camino antes de llegar por el nerviosismo. Llegué y vi a la mamá llorando, a Marcelo a su lado y al papá parado, así como congelado. Y el hermano atrás tirado'.
Esa noche, Marcelo Díaz maduró de golpe: a los pocos minutos tuvo que empezar a llamar a los familiares para darles la noticia. A Ricardo Pailacura, uno de los tres primos que creció con él, le dijo: 'Se mandó la cagada, el Pitufo se mandó la cagada'.
La mamá entró en shock y tuvo que ser llevada al consultorio vecinal. La vio una psicóloga.Muy poca gente leyó la carta dirigida a Marcelo. En una parte decía: 'Sigue con tu vida, cumple tu sueño en el fútbol y perdóname'".
Cerré el libro y, tal como las otras veces que lo leía, me largué a llorar.
Había cometido el error más estúpido de mi vida hace once años, cuando decidí terminar con Marcelo, creyendo en ese entonces que era la decisión correcta. Hoy, once años después seguía arrepintiéndome y martirizándome al respecto.
Durante esos dos años me dediqué completamente al Marcelo. Le di mi apoyo, intenté ayudarlo a salir de la depresión en la que estaba adentrándose sin saber. Pero él no quería ser salvado, o eso pensaba.
Desde entonces, decidí castigarme asistiendo a todas las ceremonias que se llevaban a cabo en honor al aniversario de fallecimiento de su hermano, con la secreta esperanza de poder encontrarlo ahí. Pero nunca apareció. Incluso cuando estaba en Chile no venía.
Me obligué a entender que si no se aparecía era porque la herida aún no sanaba y, obviamente, aún le dolía en demasía la pérdida de su hermano mayor.

ESTÁS LEYENDO
STAY
أدب الهواة"necesito que te quedes" Portada hecha por la bella @marycarrizo -psttrr©. Jul 3, 2017.