Capítulo 16

424 27 2
                                    

Esto de darse la mano era como un pegamento: había que dejarlo un rato más, para que agarrara bien. Si se subían a las bicicletas enseguida no iba a pegar igual y tal vez después se arrepintieran de haberse dado las manos. Pero sobre todo, lo que más había sentido al verlas, fue vergüenza y nervios. Como si ella fuera la de la mano. Quería preguntarle a Dinah ¿cómo hiciste para tomarle la
mano? ¿Te sudaba la mano? ¿Te la secaste en el pantalón y después se la diste o eso no importa? ¿O fue ella la que te dio la mano? Se rió al imaginar que Vero fue la que buscó su mano, pero Dinah la tenía sudada y ella le dijo: Ewww Dinah tu mano parece una catarata!

—¿De qué te ríes? Le preguntó Lauren, y ahí se dio cuenta de que mientras ella venía imaginándose esas cosas, ahí afuera, y no adentro de su cabeza, estaba Lauren caminando a su lado. ¿Esperaría que ella le tome la mano? Lo más seguro es que sí, porque ella había escrito su nombre en el árbol; pero quizás lo hizo para no herirla como amiga.

A Lucy se le cayó su bicicleta. Se detuvieron. La levantó. Camila siguió pensando. ¿Cómo iba a tomarle la mano si estaba Lucy ahí mismo, atendiendo todo? Bueno, tan atendiendo todo no, porque volvió a tropezar con quién sabe qué cosa y otra vez fue a parar la bicicleta al suelo. Pero ahí estaba de todos modos. ¿No era traición si le daba la mano a su novia delante de ella? Bueno, si ella no estuviera también sería traición. Sí, pero sería más fácil darle la mano a Lauren si Lucy no estuviera viéndolo todo. ¿Y si ni eran novias? A Camila le corrió un frío por las piernas cuando pensó que tal vez no eran novias del todo y que en ese momento Lauren estaba decidiendo si iba a estar de novia del todo con Lucy o con ella. Y si ella seguía pensando como una idiota en vez de hacer algo, lo más seguro es que Lauren sintiera que le convenía Lucy. Tenía que tomarle la mano o estaba perdida. Miró hacia ella y, al mismo tiempo, vio que Lucy, del otro lado, miró hacia acá, sonriendo. Camila volvió a mirar hacia delante. No podía darle la mano a Lauren si justo Lucy la miraba sonriendo. Intentaría de nuevo en tres pasos. Uno. Dos. Ése fue más corto. No cuenta. Dos y medio. Tres. Miró, y ahí estaba Lucy sonriendo otra vez. ¿Qué hacía esa cara de huevo sonriendo hacia acá? ¿Por qué no mira para otro lado?

Camila se ponía nerviosa. No tenía experiencia. Jamás le había robado la novia a nadie. No. Error, no está confirmado que fueran novias, o sea que podía darle la mano sin que eso fuera que se la estuviera quitando. Pero para estar más segura tendría que preguntar: Oye, Lucy ¿si le doy la mano a Lauren y deja de ser tu novia podemos seguir siendo amigas? ¿¡Y cuándo a ella le había interesado ser amiga de Lucy!? Preguntar eso, era la cosa más imbécilmente idiota que jamás se le había cruzado por la cabeza. Lauren iba con su mano suelta, ahí cerca. Tenía que hacerlo, la estuviera mirando Lucy o no.

-----

Miró hacia Lauren, pero la vio tan seria, tan concentrada, que le dio miedo de ser rechazada. Lauren advirtió que la miraba y se dio vuelta. Estaba preciosa, la luz del atardecer le daba en la cara y el sol no era tan fuerte como para cerrar los ojos. Qué ojos verdes más hermosos. Eran como un mar, y la luz roja del sol daba en ese mar. Y si los ojos de Lauren eran el mar, ella ahora estaba a la orilla del mar o a la orilla de Lauren. En ese instante, se dio cuenta de que eso era lo que hacía el poeta del libro. Darse cuenta de que estar frente al mar y viendo los ojos de Lauren era lo mismo.

—¿Qué piensas? (preguntó Lauren, porque le daba vergüenza la mirada de Camila).
—... ¿conoces el mar?
—Sí, a veces vamos a veranear ahí ¿por...? ¿En qué pensabas?
—No, en nada.
—Dale, dime.
—... no sé...
—Bueno, escribelo, entonces... y después me lo enseñas, ¿lo vas a hacer?
—Claro.

Vero y Dinah ya las habían alcanzado.
—Oigan, ¿vamos en bicicleta? Porque se hace tarde (Dinah).
Camila no podía creerlo. Dinah había estado tomándose de la mano con Vero y ahora se acercaba con tanta naturalidad. Eso era todo un descubrimiento. No había tenido que explicar nada a nadie. Ni siquiera toser mientras se acercaba. Un segundo antes estaba de la mano de Vero y un segundo después estaba con todas y como si nada hubiera pasado. Eso estaba buenísimo. Si ella hubiera sido la que le hubiera tomado la mano a Lauren, al acercarse se habría convertido en un moño, en un triple nudo de cordón de zapatos.

—Yo no quiero llegar a mi casa (dijo Lauren); pero sí, vamos.
—Oigan, sé otro chiste (Lucy).
—Espero que no dure como el otro (suplicó Camila).
—No... dura un poco más; pero les va a gustar.
Todas se rieron y Lucy, empezó la historia de otro chico que había ido a comprar clavos a una ferretería. Se agarraron la cabeza, porque sabían cuánto podía llegar a durar un cuento de Lucy, si empezaba con un chico yendo a comprar algo. El sol se fue haciendo cada vez más grande y rojo. El campo empezó a oler frío y húmedo. El chico del chiste de Lucy subía y bajaba montañas, porque la ferretería quedaba lejos, al punto de que tenía que tomarse un barco y después un tren. En el vagón del tren había una tierna viejecita a la que primero se le cayeron los lentes, y el niño se los recogió del piso. Luego se le cayeron sus agujas de tejer, y el niño hizo lo mismo. Pero después se le cayeron los dientes postizos. Todo se le caía a la tierna viejecita esa. Se reían del chiste de Lucy, Camila también.

Pasó una bandada de pájaros buscando un árbol. Y a la tierna viejecita se le caía el sombrero, un anillo.
—Estaba toda como mal pegada, esa viejecita (dijo Camila y se rieron).
Y, antes de que llegaran a la ciudad, a la viejecita del chiste se le cayó el audífono por la ventanilla del tren. El chico bajó a buscarlo. Cuando Lucy se dio cuenta de que faltaba poco para llegar, decidió terminarlo.
—Y al dar vuelta a la esquina, ¿saben qué encontró?
—Sí, el audífono (dijo Dinah).
—No, queso...
__¿¿¿........???
—... para el sandwich de jamón del otro cuento (terminó de decir).
Dinah hizo que la perseguía con su bicicleta para pegarle, y todas juraron que le prohibirían contar chistes por un mes. Pero ya estaba la ciudad cerca y ninguna dijo una palabra más. Vero y Dinah querían quedarse juntas otro rato, pero cada una debía ir a su casa. Lauren no quería regresar a la suya, en la que, probablemente sus papás se estuvieran peleando, como lo habían estado haciendo últimamente. Y Lucy quería encontrar cuanto antes un circo, con el cual irse de su padre que le gritaba tonta, por cualquier cosa.

—Camila, apagá tu luz.
Le dijo esa noche su mamá.
—Sí —contestó ella, y repasó lo que había escrito.

Lauren, tú vas al mar cada verano; pero yo vi el atardecer en tus ojos y me imagino que así debe ser.

-----

Awwww <3

Camz (Fanfic Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora