Capítulo 12

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Llegaron las cinco a casa de Lucy, que quiso abrir; pero la puerta no. Probó de nuevo. No. Estaba cerrada con llave. Lucy se dio vuelta, miró al resto con cara de que el avión ya se fue, y les dijo:
—Mi papá no está.
Se quedaron sorprendidas; sólo Vero atinó a preguntar:
—... ¿y tú no tienes llave?
—... (hizo que no con la cabeza).
Pausa. Silencio, volvió a hablar Lucy.
—Vayan si quieren.
Dinah propuso que la acompañaban hasta que llegara el papá, y hasta Camila estuvo de acuerdo. Se quedaron como si se hubiera ido la luz.

Camila miraba la vereda de enfrente, como todas. A su lado estaba Dinah, luego seguía Vero, luego Lauren, y luego Lucy. Sí, estaban sentadas juntas, y ella estaba en la otra punta. En la otra punta de donde quería estar, cosa que ya había sentido otra vez, que estaba en la otra punta de donde quería estar. Que no había silla para ella, o que su silla la estaba ocupando otra. Siempre así. Qué día de porquería.

En eso llegó el padre, caminando rápido y no cambió la cara de enojado, por más que todas lo saludaron correctamente. Sólo se dirigió a Lucy.
—¿¡Se puede saber qué haces acá, sentada como una tonta!?
Se quedaron duras al oír cómo le hablaba.
—Es que era un picnic.
Respondió Lucy con su tono confundido, que ahora se explicaba por qué. Camila se dio cuenta de que Lucy estaba como si siempre tuviera a su papá gritándole tonta.
—¿Y me pediste permiso?
—... (mirando el suelo).
—¡Contestame, tonta! ¿¡O no oyes que te estoy hablando!?
Lucy levantó los ojos confundidos, y lo miró como si esperara un golpe.
—¡Eres una inútil, carajo, no vas a aprender nunca!
Se metió en la casa dando un portazo y cerrando otra vez con llave. Camila se dio vuelta y dijo:
—Oye, ¿ése es tu papá o es el que mató a tu papá?
Las demás la miraron con cara de regaño.
—... es mi papá.
Contestó Lucy, con su tono de confusión, hundido como un barco que se está hundiendo, como un barco de transportar frutas que se está hundiendo a metros de la costa. Con sus naranjas flotando de adiós adiós, nos lleva la corriente, adiós adiós.

Lucy seguía callada, Dinah habló.
—Pidele permiso, te esperamos.
—No, mejor váyanse.
—No, andá, te acompañamos (dijo Lauren).
Lucy se levantó cansinamente, fue hasta la puerta, tocó el timbre.
Pasó un rato, y como si eso ya hubiera ocurrido otras veces, Lucy volvió a tocar el timbre, resignada. La puerta se abrió de golpe.
—¿¡Qué quieres!?
—¿La deja ir de picnic con nosotras, señor? (preguntó Lauren).
—(Pero el ni la miró) ¡A ti te pregunto! ¡Pasa!

Lucy entró, la puerta se cerró con un golpe. No podían creer lo que habían visto. Adentro seguían oyéndose los gritos. Tonta. Tonta. Tú lo que quieres es matarme. Eres una tonta.

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—Yo nunca había venido a casa de Lucy (Lauren).
—... yo tampoco (Dinah).
—... ni yo (Vero).
Camila fue hasta la puerta y tocó el timbre. Las tres la miraron sorprendidas.
—Camila, el papá se va a poner furioso (Vero).
Ella no hizo caso y volvió a tocar. La puerta se abrió bruscamente y antes de darle tiempo a que el papá gritara, Camila preguntó con voz firme.
—Hola, señor, ¿está Lucy?
Esa pregunta lo desconcertó, ¿cómo si estaba Lucy?, si ellas la habían visto. Demoró un segundo en dar el grito que traía preparado, y Camila reaccionó nuevamente.
—Hola, señor ¿está Lucy? Venimos a buscarla porque queremos que vaya a un picnic con nosotras (en un tono que parecía amable, pero levantando la voz). El señor dio un portazo y se metió adentro.
—¿No te dije? (Vero).
Pero Camila no la oía, estaba ahí parada, pensando si iba a tocar de nuevo el timbre o qué, cuando la puerta se volvió a abrir, ahora con dificultad. Era Lucy con su bicicleta.
—Me dijo que me vaya con ustedes.
—... (ninguna entendía nada).
—... bueno... vamos (Lauren).
—Pero no tengo qué comer y la rueda está rota.
—Nosotros traemos... vamos a la bicicletería ¿tienes dinero para el arreglo? (Dinah).
—... (Lucy hizo que sí con la cabeza).

Salieron las cinco caminando con sus bicicletas al lado, en silencio. El paseo empezaba de nuevo, pero desde otro casillero, como en el juego de la oca. Dinah espió de reojo a Camila, que caminaba mirando al suelo. Se acordó de la vez que se había agarrado a golpes por ella, y lo juntaba con lo que había hecho hoy y no parecía la misma. Lauren le ofreció caramelos a Lucy que, por tomarlos sin soltar la
bicicleta, casi se cae. Siguieron caminando, ella, Vero, Lauren, Dinah y un barco de frutas que medio se hundía, a metros de la costa, llenando la corriente de naranjas ajenas al barco que naufraga, y mezclando su perfume con el de este sábado por la mañana.

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Bien mala onda ese Carlos Vives jajaja :(

Camz (Fanfic Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora