Capítulo 19

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Camila convenció a Simon de que la dejara ir a trabajar con el perrito. Tenía el problema de que le ladraba a los clientes.
—¡Eso es buenísimo! (argumentaba Camila) porque así sabemos cuando entra alguien, y podemos estar ordenando cosas adentro.
Lo cual tampoco era muy cierto, porque cuando iban adentro el perrito los seguía. En la escuela no la dejaron entrar; pero Camila no consiguió hacerlo regresar, y como se quedaba llorando en la puerta, finalmente le permitieron pasar. El perrito fue olfateando por toda la preparatoria, siguiendo el olor de Camila, hasta que llegó a su aula.
Interrumpió la clase, con su paso tímido. Miró todo el grado, fue hasta donde estaba Camila, movió la cola. Y, como si ya estuviera más tranquilo, se dirigió hasta el escritorio del maestro y ahí se acostó. Todos se rieron, hasta el maestro que preguntó cómo se llamaba.

El único que lo echó de su clase, por supuesto, fue el de gimnasia. Y como Camila protestó la mandó a dar tres vueltas al gimnasio. El perro quiso seguirla; pero el tipo le tiró unas patadas y lo asustó. Se quedó esperándola afuera de la puerta y movía la cola cuando pasaba Camila. Después al tipo se le volvió a freír el cerebro, y los castigó haciéndolos sentar en fila. Uno detrás del otro, mirando la nuca del compañero de
enfrente. Camila lo odiaba por esas cosas. Qué manera más idiota de perder el tiempo. ¿Quién se creía este tipo? Pero así los tuvo hasta que terminó la clase.

Esa noche le escribió la primera carta a Lauren. Preparó montones de hojas, aunque después usó una sola.

Querida Lauren: hola, soy Camila. Ojalá estés bien cuando te llegue esta carta. Quiero tener noticias tuyas y también saber cómo estás. Tengo un perro que no tiene nombre todavía ¿me ayudas a buscarle uno? Ya se hizo pis mil veces porque se pone contento. El de deportes hoy nos tuvo mirando la nuca del de enfrente. Bueno, espero que te haya gustado lo que te escribo. Ojalá me contestes. ¿Te vas a quedar para siempre?

Camila

Repasó la carta que había escrito. Vio que había puesto Ojalá dos veces. Borró el segundo y puso Tal vez. Lo leyó: Tal vez me contestes. Quedaba horrible. Lo borró y volvió a poner Ojalá. La colocó dentro de un sobre. Lo cerró con pegamento y, también le puso cinta adhesiva, y escribió el nombre de Lauren. Al otro día le entregó la carta a Simon, que se la dio al proveedor, que miró el sobre y
dijo:
—Ah, pero si yo los conozco... viven a media cuadra de la librería de Orlando, ¿quieres que se la lleve a ellos?
—¡Claro!
Dijo Camila entusiasmada. Luego se agachó y le habló al oído del perrito:
—Tenemos suerte, amigo.
Pero el perrito lo único que sintió fue viento en su oreja y se rascó con una pata.

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Cuando llegó a trabajar, al otro día, había un sobre encima del mostrador. Pero estaba dado vuelta y no se veía a quién estaba dirigido. Simon se hacía el tonto y no decía nada. Sólo tosió un poco:
—Cof... cof... así es, oye; fijate que el correo este que te digo, funciona de lo más bien.
—¿¡Es para mí!?
—... ¿qué cosa?
—¡Simon! ¡En serio! ¿¡Es para mí!?
—Cof... cof... es que no sé de qué estás hablando, Camila, ¿qué cosa?
—¡No sea malo, de verdad! ¿Es para mí la carta?
—Ah.., sí, la carta... quién sabe, cómo no dice nada en el sobre, no te la puedo dar; tú sabés que la correspondencia es secreta.
Camila la agarró de un manotazo, rompió el sobre y reconoció la letra de Lauren. Era una hoja de cuaderno, como la que había usado ella. Y la leyó.

Querida Camila: gracias por escribirme, espero que tú también estés bien. Fue una gran sorpresa cuando el abuelo me dio tu carta. Ellos son muy cariñosos conmigo; pero yo estoy un poco triste y extraño a mis papás y no me gusta lo que está pasando. Los abuelos me miman mucho, por suerte; pero los extraño mucho. También extraño la escuela y a Vero y me acuerdo de cuando fuimos al cementerio viejo. Qué lindo que tengas un perrito, a mí también me gustan. Si otra vez fuéramos al
cementerio viejo podríamos llevarlo. Tu carta me pareció un poco seria, ¿estás enojada conmigo? Espero que un día de estos me sigas escribiendo y no te enojes si mi carta es un poco triste; pero así estoy. Ahora no se me ocurren muchos nombres, pero voy a pensar.

Con cariño.
Lauren.

¿Un día de éstos?, no: ¡ahora mismo! Le pidió una hoja a Simon y empezó la carta:

Lauren, no te preocupes...
Y siguió.

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Camz (Fanfic Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora