Camz (Fanfic Camren)

Capítulo 17

Este capítulo lo escribí como un regalo para MaruZ5HloveonlyCC, gracias por leer toda mi historia y por votar :)

Al otro día arrancó una hoja, copió el poema y lo metió en su mochila. Pero esa tarde no la encontró en la cafetería, y le preguntó a Vero:
—Oye ¿no viste a Lauren?
—No.
—¿Va a venir?
—Supongo que sí.
—No se habrá enfermado, ¿no?
—Sí, creo que sí; ayer cuando la vi tosía y escupía sangre...
—Para, Vero.
—... y caminaba apoyándose contra la pared...
—Eres una idiota.
—... y me dijo algo para ti.
—... ¿¿¡En serio!??
—... sí, me dijo: Si me muero, cof cof, dile a Camila, cof, que... cof siempre la quise... cof...
—¡Qué idiota eres, en serio!
Dijo Camila, y se alejó. Pero, aun cuando había sido una broma de Vero, le había gustado oír que Lauren la quería. Además; por algo habría hecho la broma, ¿no?

Fueron pasando las horas. Camila estaba con Dinah en los descansos, porque ella no se acercaba a Vero, ni Vero a ella. La verdad es que ni se miraban. Si se cruzaban con la mirada, los ojos seguían de largo, como si ahí no hubiera nadie. Se protegían de los demás. No querían bromas, ni que nadie se metiera.
—¿Y por qué no vas y le das la mano de nuevo? (le preguntó Camila).
—¿Y por qué no te metes en tus cosas? (contestó Dinah).
—No te enojes conmigo.
—A ti tampoco te gusta que se burlen.
—Pero si yo no me burlé... te preguntaba en serio.
—Bueno, no me digas nada, y listo, ¿no?

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Lauren no apareció. En el momento de la salida, Vero le dijo a Camila.
—En serio que no sé qué le pasó, ¿me acompañas a su casa?
—Vamos... ¿puedo hacerte una pregunta?
—Ajá... (dijo Vero).
—Pero ¿me prometes que no le cuentas a nadie que te pregunté esto?
—Sí.
—Pero a nadie, nadie, porque...
—Camila, dale, hazla de una buena vez.
—…
—… ¿y?
—Espérate, estoy pensando.
—Si la pregunta ya la sabías.
—... ¿son novias?
—¿i...!? ¿¡Con Dinah!?
—No, Lucy y Lauren, digo, ¿son novias?
—Ah, no; nada que ver ¿quién te dijo?
—... ¿¿¿no???
—No.
Siguieron caminando calladas.
—¿Quién te dijo?
—Ella.
—¿Lauren?
—... bueno, más o menos, una vez me dijo que le gustaba Lucy.
A Vero se le escapó una sonrisa; pero enseguida la escondió.
—¿Qué pasa?
—(Sonriendo) Nada.
—Te reíste, ahora dime.
—Nada, Camila, no seas pesada.
—¿Sabes algo?
Ella hizo que no con la cabeza. Eso se le hizo más sospechoso todavía. Seguro que Vero sabía algo; pero ya estaban llegando a casa de Lauren. Camila se quedó más lejos. Vio cómo Vero golpeaba la puerta. Esperaba. Salía la mamá de Lauren. Hablaban; pero desde ahí no se oía qué decían. La mamá se inclinó, saludó con un beso a Vero. Y ella regresó muy seria.

—¿Y? ¿Qué pasó? (preguntó Camila).
—Lauren no está.
—¿Cómo que no está?
—Anoche sus papás se la llevaron a Orlando, a casa de sus abuelos.
—¿¡A Orlando!? ¿Se fue a vivir allá?
—No, me dijo que por unos días nomás... los papás se están separando y...
—¡Pero tiene amigos acá! ¡Podría haber parado en tu casa o...! ¡¿Cómo se fue sin decir nada?! (enojada).
—¡Yo tampoco sé, Camila! Te digo lo que me dijo la mamá... que la llevaron anoche y que ella nos iba a llamar.
—¿¡Pero cuándo!?
—¡No sé, Camila! ¿¡Quieres ir a preguntarle tú!?
—¿¡Y por qué no se podía quedar!? ¿¡Se están tirando tiros los papás, o algo así!? ¿¡Por qué la tenían que llevar a otra parte!?
—¡Qué sé yo, Camila! ¡No me grites a mí!
—(Se contuvo)...
—... me dijo que les pareció mejor que fuera con sus abuelos... y que nos iba a llamar.
—... ¿Tú tienes el teléfono de sus abuelos?
—No... pero no quiero pedírselo. Ve tú si quieres.
—... vámonos.

Se fueron caminando hasta que cada una tomó para su casa. Camila llegó a la suya. La mamá le había preparado pasta; pero ella dijo que no tenía hambre.
—¡Ey! ¡Si vienes enojada de la escuela, acá no tenemos la culpa!
—¡Ustedes también vienen enojados del trabajo! (replicó ella).
—¿¡Se puede saber por qué contestas así!?
—... (se fue a su cuarto).
—¡Camila!
—Bueno, si con ésas andamos, te vas a quedar en casa hasta que se te pase. La mamá regresó a la cocina. Camila pensó que igual no quería salir a ningún lado. Mientras oía cómo su mamá recogía las cosas, buscó el poema en su mochila. Lo rompió sin volver a leerlo.

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