Douce nervosité

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Dulce nerviosismo

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Después de que Seokjin y Namjoon compartieron nerviosas miradas, el chef decidió despedirse y volver a su lugar de trabajo. Veintiún largos pasos exactos hasta llegar a la puerta al fondo del salón secundario de su querida cafetería. Al entrar a su espacio de comodidad soltó un pequeño suspiro, esto debido a que se sintió muy diferente a como es siempre... Nunca había actuado de esa manera frente a un cliente, no sabía si era porque nunca iban personas de su edad a la cafetería o alguien que le pareciera tan guapo como aquel intrigante moreno. Pero, sin lugar a dudas, lo que más le llamó la atención de aquel hombre fue que alagara sus habilidades reposteras y que además haya disfrutado de algo que cocinó con cariño.

Y es que Seokjin intentaba hacer todo con cariño y dedicación; las compras en el supermercado, acomodar todo en su local, limpiar su cocina, cocinar, hornear, freír, además de lo relacionado a su tranquila vida cotidiana, tal como ordenar su apartamento escuchando música alegre, cantar y conversar con sus plantas mientras las riega, leer aquellas novelas aficionadas en internet, acariciar a todos los animales que encuentra en la calle, saludar a los niños que le sonríen y ayudar a personas mayores en todo lo que pueda. En resumen, el joven chef tiene una personalidad cálida, amable y servicial. Es por estas cualidades que comparte las habitaciones que quedan libres en su hogar con su viajero e inquieto hermano y con Jimin, su más fiel y esforzado empleado, quien además es su amigo.

Jimin aparece desde la pequeña escalera que conecta la bodega, ubicada en el primer piso, con la cocina en el segundo piso. Observa a su amigo y protector inclinando la cabeza, juntando levemente los párpados, rascando su barbilla y soltando un prolongado "Hmmm" mientras lo observa con sospecha y una sana mofa en sus facciones.

—Hyuuung~— Suelta finalmente Jimin con un tono inocente — ¿Pasó algo con el cliente de la mesa doce? — lentamente comienza a lavar algunas tazas.

—Uh... N-No ¿Qué quieres insinuar, Jiminnie? — Seokjin se cruza de brazos e inclina la barbilla.

—¿Yo, insinuar algo? — El muchacho se apunta con su pequeño y enjabonado índice — Jamás... — Mira a su mayor con expresión de inocencia y una sonrisa pícara.

—Ugh, eres imposible, hace un mes tus burlas fueron por aquella mujer de unos cuarenta años que venía todos los días — mientras hablaba una campanilla sonó en el piso de abajo — iré a atender, sigue lavando o no habrá cena para ti — sentenció abultando sus labios y acomodando su cabello.

Jimin siguió lavando la poca vajilla que había en los lavaplatos, una sonrisa junto a una idea brotaron al mismo tiempo en su ser. Terminó de fregar y se asomó brevemente a la puerta que conectaba con el salón. Su sonrisa se amplió aún más al descubrir que aquel cliente que había puesto nervioso a su jefe y amigo seguía allí, tecleando en una computadora portátil con mucha concentración. Volvió a entrar en la cocina justo cuando Seokjin subía las escaleras tarareando una anticuada canción.

—Pienso e insisto en que debiste haber sido cantante y no chef — sentenció Jimin con las manos en las caderas — tienes una bonita voz, hyung... Además de que eres guapo y tienes un aura amable, estoy seguro que estarías lleno de fans.

—Olvídalo, muchacho, lo mío es estar junto a un horno, mi micrófono siempre será mi fiel batidor, sabes que soy fan de la vieja escuela, mi arte son estos dulces — apuntó a una repisa sellada que mantenía frescas sus creaciones — mi escenario es esta cafetería y mis aplausos son los halagos de los clientes — terminó de decir con una sonrisa brillante en su rostro.

—Quizás debiste ser actor, eres un cursi dramático — se burló Jimin mientras le quitaba la libretita con el pedido del cliente de la mesa siete — veo que el señor Han pidió lo de siempre.

❝Amour☽Croissante❞ ; NamJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora