Namjoon, un joven profesor de una prestigiosa escuela en Seúl, lleva una rutinaria vida entre pruebas que corregir, clases que planificar y adolescentes a quienes aconsejar. Vive junto a sus dos mejores amigos de toda la vida, nunca se ha enamorado...
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Los tímidos rayos de sol, característicos del otoño, se asomaron por la ventana y lentamente comenzaron a avanzar a medida que el reloj corría, hasta que a eso de las diez de la mañana acariciaron el rostro de Seokjin, quien sintió una leve molestia por la luz. Al darse vuelta, el joven repostero sintió un poco de pesadez en su cabeza, por lo que se acurrucó en el pecho de su novio, que lo estaba rodeando con sus largos y fuertes brazos. De repente se dio cuenta de que el tacto de su nariz y mejilla se sentía cálido, por lo que abrió los ojos y se dio cuenta de que el moreno estaba sin camisa. Sus ojos se abrieron muchísimo más al separarse un poco del cálido cuerpo ajeno y ver que los pantalones del menor estaban desabrochados y un poco abajo. Casi entra en pánico al notar que su propia camisa estaba muy desabotonada, dejando expuesta su cicatriz y parte de su abdomen, pero llevaba puestos sus pantalones. Namjoon despertó en ese momento, lo miró con una sonrisa perezosa y lo besó en los labios cortamente volviendo a abrazar su delgada figura soltando pequeños casi ronroneos roncos de puro gusto.
El mayor intentó recordar qué había sucedido, permanecía con los ojos muy abiertos y casi suelta una maldición en voz alta al ser consciente de todo lo que había hecho la noche recién pasada. Se sonrojó furiosamente y sintió que moriría de la vergüenza; él realmente había pedido a Namjoon ser besado con una voz entre infantil y coqueta, se había poco menos lanzado sobre él y le había... Casi rogado que continuaran con lo que quedó pendiente... ¡Todo frente a sus amigos y hermano! ¡Solo habiendo tomado unos cuántos vasos! Estaba comenzando a casi sollozar por la vergüenza, quería despegarse del abrazo de Nam y correr a esconderse dentro de su bañera, quizás llena y él respirar el agua para tal vez así dejar de sentirse avergonzado. Pero sus pensamientos exagerados fueron interrumpidos.
—Sé que estás pensando en lo de anoche, pero no lo hagas... — murmuró roncamente, produciendo un escalofrío placentero en todo el cuerpo del mayor — No hay nada por lo que avergonzarse.
—¿Cómo que no? — preguntó con un hilo de voz aún sin salir de su escondite — ¡Estaban los chicos!
—¿Y? — tomó el mentón de su novio y lo miró directo a los ojos — Tú escuchaste a Yoongi hyung y Jimin teniendo relaciones, es más, los pillaste casi teniéndolas en tu sillón ¿Por qué te avergüenzas de susurrarme algunas cosas? — le guiñó un ojo y sonrió mostrando sus característicos y coquetos hoyuelos.
—S-Sí... Pero... — infló sus mejillas, como si las palabras de acumularan dentro de su boca — ¡Yo no soy así! — dijo finalmente — suelo ser tranquilo, centrado y no impulsivo... ¡Nunca volveré a beber!
—¿Qué tiene de malo salir de nuestros moldes de vez en cuando? — apresó a su novio dentro de sus brazos y lo besó en la frente — además me gustó mucho ese Seokjin coqueto...
