LAUREL - DAÑASTE MI MUNDO

857 23 0
                                    


La primera vez que me dijo que me amaba sonreí como si se tratara de un juego. Esa vez las palabras fueron tan ligeras como una hoja y no le di importancia, pero llegó a repetirlas con tanta frecuencia que hacían eco en mi mente. Mi abuela siempre me dijo que aquellas personas que recuerdas sin querer, las quieres de verdad, ya sea que las extrañes o que simplemente disfrutas de su compañía.

No hubo esa chispa, esa magia que uno ve en las películas, por eso tuve que preguntarle. Nunca me lo dijo. Dejó esa duda en mí.

¿Por qué no lo hizo? Ahora estoy preguntando mal. ¿Por qué alguien habría de enamorarse de alguien como yo?

A veces no te enamoran las palabras, son los gestos. Esos pequeños detalles que la otra persona hace sin darse cuenta. Ese brillo en los ojos que tiene cuando te ve, cuando te habla, cuando calla. Esos suspiros, tan fuertes como un huracán, que arrasan tu mundo y acaban con tu vida.

– No me importa compartirte, la mitad de ti es suficiente para yo ser feliz– Me dijo sonriendo.

– Dañaste mi mundo – Susurré para mí.

Me encuentro sola con mis recuerdos. Un pequeño destello por la ventana me ilumina la cara y me hace darme cuenta de que ha amanecido. Me despierto y aún me pregunto si es un sueño. Deseo que lo sea.

Mis ojos no pueden abrirse debido a la hinchazón. Mi nariz se arruga debido al olor a desinfectante que siempre me ha desagradado. De niña nunca ayudé a mi mamá a hacer el aseo. Ahora deseaba haberlo hecho.

Mi niñez acabó pronto. Mis sueños fueron más difíciles de matar. Al poco tiempo me encontré atrapada en mi vida, como un ratón en un laberinto. Pero esa no es la historia que quiero contarles. La verdad hay otra historia, detrás de esta, que si quiero contar. Es más larga, más complicada, más divertida.

Comenzó con un mensaje de texto un simple "hola" y, a decir verdad, no ha acabado.

Anoche, como muchas otras noches, lloré. Me he acostumbrado a hacerlo cuando estoy sola. Cuando nadie puede verme, ni oírme. No le puedo permitir a nadie eso. Jamás lo haré. Si lo hiciera, eso significaría solo una cosa.

Nada bueno.

Mi madre abre la puerta. Se sienta a mi lado. Sonríe. Su sonrisa oculta algo. Tenemos una sonrisa idéntica: Mi sonrisa también oculta algo. Sé exactamente lo que me va a decir. Me va a decir que estaré sola.

Se equivoca. Hubo un tiempo en el que no lo estuve. Me gusta.

– Cálmate, el doctor nos dio las noticias... – Su voz temblorosa se aflautaba por momentos –... te ha mandado unos medicamentos... – Sé lo que vas a decir, solo dilo, pensaba– hay ciertas cosas que debemos cambiar... – Solo dilo, por favor– hay otras cosas que no podemos cambiar...

Solo tiene que decirlo. Está muerto. 


Tres Son MultitudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora