Solo alguien me entiende. Solo alguien me escucha. Solo alguien me apoya... Y solo ese mismo me traiciona.¡Babadook!
La cama antes era un simple lugar de la vida, el sueño un simple lugar capaz de mostrar los confines de nuestro subconsciente. Y ahora es la idealización de un paraíso que mejora en cada noche.
Caminé en las tinieblas de mi habitación hacia mi cama. Mi corazón no relajaba su pulso, al contrario, parecía que aceleraba hasta dolerme el pecho. Me encontraba descalzo, el frío me invadía en todo el sentido de la palabra. Pero una vez me durmiera ya no sería así. Porque estaría acompañado en... La soledad se erradicaría de mi mundo. Solo permanecía diurna y en la noche me reunía con mi maestro...
La cama estaba cómoda, ¿o era que ya comenzaba a sentir la cálida presencia de mi amigo? Cerré los ojos. Mi mente se liberó, la serenidad se esparció en mi ser. No había nada en mi mente. Nada. Todo era un páramo oscuro. Tibio. Luego aquellas tinieblas se fusionaron y formaron un sombrero de copa en lo alto, unos despeinados alrededor de tal cabeza, un largo pilar surgió hacia abajo, unas vestimentas negras se marcaron allí y unas garras brotaron de sus extremidades.
Mi amigo estaba aquí...
Y de pronto, en la cabeza dos perlas se dibujaron: sus ojos. Cada uno miraba a una dirección diferente: el derecho siempre se quedaba en movimiento, mientras que el izquierdo se mantenía fijo en mí. La sonrisa se inculcó debajo y aquellos largos y filosos dientes se apreciaron. Ya no estaba solo... Y jamás lo volvería a estar mientras siguiera con mi nuevo amigo.
Le sonreí y lo abrasé. Mi cabeza llegaba hasta su pecho. Yo era alto, pero él lo era mucho más.
De pronto, un estallido de dolor brotó en mi estómago, agaché la mirada y estaba una de sus garras atravesando mi esencia. Escupí sangre. Un sabor que ya tenía acostumbrado en mi paladar. Olor a cobre. Textura espesa. Fría. Le volví a sonreír mientras se escurría un poco de mi sangre por mis labios. La garra se desprendió de mí y un bache de sangre se esparció. Sonaba el eco de las salpicaduras por toda la recámara de sombras. Y caí de rodillas.
Este era el pacto que tenía con mi amigo: me torturaría cuanto quisiera a cambio de ser mi amigo. Solo el dolor se quedaba grabado en mi mente y cada vez que despertaba seguía ileso, aunque aveces débil. Él era un buen amigo...
–¿Cómo estas Tommy? –me preguntó con su voz, que en cada palabra alternaba su tono. La primera palabra aguda, segunda un poco más grave, y la última era un punto entre ambas. Una voz cambiante que le otorgaba un toque paranormal.
–¡Ay! No muy bien. Mr. Fray esta a punto de reprobarme en la clase de matemáticas y todos los demás estudiantes me siguen molestando. Dicen que soy raro. ¿Babadook, enserio crees que soy raro?
–No le hagas caso a esos mortales. Tú eres especial –terminó con una risita aterradora, pero que anhelaba escuchar. Todo lo que proviniera de mi amigo me encantaba. Todo.Me senté en el suelo caliente, tanto que aveces quemaba, pero eso significaba que él estaba aquí. Y solo eso importaba. La sangre estaba debajo de mí, un mojado que sentía muy agradable. Mi líquido vital manchaba todo el suelo de la extraña habitación en la que me encontraba. Un lugar con paredes que parecían moverse delicadamente como si se tratara de humo. Aquellas paredes se distribuían de forma aleatoria por el basto suelo, y ninguna conectaba con la otra. Solo finos planos incrustados en el suelo de un mármol que parecía gris. Desde diferentes lugares del suelo se proyectaba aquella misma característica en donde pequeños humillos brotaban. Todo parecía cubierto de una leve neblina. Y este era el único lugar en el que podía ver a mi amigo: un lugar perdido en mi imaginación. Lo miré y allí estaba, sonriendo como siempre, más con su ojo derecho inyectado en una sobredosis de locura.
–Ellos son unos insectos asquerosos... Tu eres superior. Y es ley de vida que los de la cima, destruyan a sus inferiores... –agregó.
–Tienes razón, Babadook. –le respondí.Él tenía razón. No podía seguir quedándome de brazos cruzados. Debía detener esto. A todos los que me acosaban en la escuela. Ellos solo eran escoria. De la peor.
Por atrás, algo entró en mi craneo y salió por mi ojo izquierdo. Todo mi ojo quedó destrozado y la sangre chorreaba por mi mejilla. Un caudaloso río rojizo. Dolor. Pero esto era físico nada más.
Lancé un alarido. Uno agudo y lleno de sufrimiento. Él decía que pronto me acostumbraría al dolor, aunque ya llevaba dos años así y no he visto algún cambio.
Recuerdo bien la primera vez que lo vi. Yo tenía solo doce años. Y apareció... Yo nunca soñaba, nunca hablaba, no tenía amigos y los problemas entre mis padres empeoraban todo, en especial mi habilidad para socializar. Pero esa noche él apareció.
Era tan diferente a lo que alguna vez vi, no parecía humano, mucho menos de este mundo. Este mundo me odia... Así que si no era de este mundo, quizás me comprendería. Le sonreí y él se asustó. Quizás también lo habían tratado mal y yo sería la primera persona en mostrarle amabilidad, pensé. En ese momento desapareció de mi vista en un segundo... (Una velocidad casi omnipresente) y mis brazos cayeron al suelo con un sonido hueco. La sangre tiñó la cara de este nuevo ser que se me presentaba. El dolor abrumaba cada pensamiento de mi mente. Solo eso existía. Caí aturdido al suelo y miré mis brazos desmembrados. Podía sentir como la sangre fluía de mis venas hacia el exterior. Todo me dolía, pero esto era físico, no mental. No como el de mi padre cuando decía que yo no era el hijo que él deseaba. No como cuando los compañeros de clase me lanzaban bolas de papel y se burlaban de mí. No como cuando las chicas se acercaban para insultarme y presumir... Esto era diferente. Algo que podía tolerar.
Alcé la vista y lo miré a los ojos.
–Me llamo Tommy, ¿quieres ser mi amigo?Él me miró confundido. Quizás nadie antes le había preguntado eso, quizás era como yo.
Sentí una punzada que incrementaba más y más en mis hombros. Todo el dolor era tan real.
–¿No te molesta esto? –me preguntó y nuevamente desapareció... Y de un destello, sus brazos quedaron dentro de mi pecho y salían por mi espalda. Sentía como mi oxígeno se solidificaba en mi garganta. Mi estómago se revolcó y mi cabeza se perdió en un valle de jaqueca. El mareo se apoderó de mí y me desplomé con la mirada hacia el cielo grisáceo de mi subconsciente. Molestaba esto, pero no tanto como lo que me hacía el mundo. No quería empezar esta amistad con el pie izquierdo... –No me molesta –le dije con dificultad. Cada palabra era un martirio en mi cuerpo destrozado de la forma más atroz. Sentía que el dolor aumentaba por cada palabra.
Mi pelo estaba empapado por la sangre del suelo. Me incorporé después de retorcerme unos segundos tratando de despejar el dolor de mi mente. Él solo sonrió. Aquellos enormes dientes chorreaban una saliva muy espesa y abundante. Todo su cuerpo era un poco deforme y compuesto por sombras distorsionadas.
–Creo que nos podemos llevar bien –me dijo... Y allí todo el dolor físico fue olvidado y solo yacía felicidad. Era como si hubiera descubierto un nuevo sentimiento: la alegría.Y ya llevo dos años viéndolo cada noche...
–¡Pues haz algo! –me gritó de forma que me sacó de aquel recuerdo y me regresó al presente... En el cual mi ojo izquierdo había sido destrozado. –¡Deja de estar hablando y actúa! ¡Acaba con esos desquiciados! –agregó antes de que mi noche acabara y el despertador sonara con un estruendo.
Hoy iría a la escuela, y no solo eso, sino que como me sugirió mi amigo: pondría fin a todo. Me levanté con cada pensamiento adherido a la idea de que hoy todos ellos pagarían caro...
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El Origen de Babadook
ParanormalTommy es un chico con una vida sumamente difícil, sin amigos y con una familia disfuncional. Su única alternativa para despejar su mente es un amigo imaginario llamado Babadook, quien lo tortura a cada noche a cambio de ser su único amigo. Pero lo q...