El regreso de Jeffrey... Sobrevive

23 1 0
                                    

Llegó la mañana del día siguiente. Sabía que era lunes, lo que no sabía es lo que cambiaría en este día...

Llegué a la escuela a pie, porque el auto estaba desaparecido, al igual que mi padre... Miré esos enormes portones como siempre. Respiré profundo: vería a Lis. Mis ánimos se alzaron. Contemplé el cielo y el sol aún no demostraba todo su poder sobre el firmamento. Habían tonos grisáceos y muchas nubes. Y luego vi a Uriu caminando, unos cuantos metros más adelante. Apoyó la espalda en una pared y se quedó allí mirando a todos los que pasaban cerca de él. Más bien parecía que los analizaba, como si buscara algo, como si sospechara algo.

Pasé por al lado de él, y sentí nuevamente su presencia escalofriante y siniestra. Lo vi arquear una ceja, ajustarse los anteojos con su dedo índice y luego seguirme con la mirada... Me miraba a los ojos. Yo seguí caminando, fingiendo que no sucedía nada.

Llegué al salón de clases y allí me senté.

7:42.

Llegó Max, me miró con una sonrisa sarcástica, al menos no fue con gesto de desagrado. Sino que fue como un gesto que le lanzas a tu competencia, a la persona que deseas sobrepasar, no a la que ya sabes que sobrepasaste. Y eso me agradó. Sonreí. Saber que me esta empezando a reconocer a su mismo nivel me agradaba, después de aquel puñetazo que le di, no me sorprende.

Al rato, siguieron llegando más estudiantes. Y llegó ella: Lis. Ambos intercambiamos sonrisas. Quería contarle sobre que pensé en ella cuando vi a mis tíos. Quería contarle sobre mi dibujo... Pero algo me dijo que este no era el momento.

La vi que caminó hacia mí, parecía que me iba a decir algo. ¡Sí! Quería que me hablará, que me contara algo que me hiciera conocerla mejor. De pronto, se quedó paralizada, sus ojos estaban perdidos, frunció el ceño, y su mirada vagó por la pared a mi espalda. Sacudió la cabeza. Y vi que Mr. Fray abrió la puerta para entrar al salón. Pero no solo eso. Ojalá solo hubiera entrado él. Y no aquella persona. Era como si todo el peso del mundo hubiera estallado sobre mí. Me sorprendió verlo: Jeffrey. Lo más que me aturdió no fue verlo, sino ver aquellas cicatrices en su rostro, porque yo, mejor que nadie, sabía quien había sido el causante de ellas...

Además, recordé que él vio algo antes de desmayarse. ¿Habrá sido Babadook? Solo sabía que ver a Jeffrey significaba recordar a ese monstruo. Y escuché un jadeo que me despertó de aquellos pensamientos. Miré a mi derecha y ella estaba sudando, temblando, su mirada solo se quedaba mirando su pupitre. No hacía más nada. Algo andaba mal. Miré rápido a Jeffrey, y el estaba sonriendo, una sonrisa que Jeffrey nunca haría. Él no era así. Su sonrisa ahora era más grande, más intensa. Más lunática.
–¿Estás bien? –Le susurré a Lis. Ella no me miró, mucho menos alguna respondió. Solo sabía que en ese instante pensé en ser lo más cauteloso posible respecto a Jeffrey... O lo que fuera que fuese él ahora...

Él se sentó.
–¿Cómo estas amigo? –le preguntó Max preocupado. Jeffrey giró la cabeza lentamente y le sonrió sin mostrar los dientes y cerró los ojos –Mucho mejor... Amigo. –luego volvió a mirar al frente. Su movimiento parecía el de un robot. Max entrecerró los ojos, y se apartó. ¡Debía haberse percatado! Él debía haberse dado cuenta que este no era el Jeffrey que todos recordábamos...

–Ya tenemos a nuestro compañero de vuelta. Estuvo un tiempo fuera de clases, debido a problemas de salud –informó Mr. Fray. Y comenzó la clase.

Una punzada en mi pecho. Giré rápido a ver a Lis. Sus manos parecían garras que se clavaban a los bordes del pupitre. Se veía demasiado tensa. Y lo supe...

Ella sabía lo que venía...

De pronto, vi sangre, muerte, vi tinieblas, vi un cielo carmesí, vi a un ser alado, vi muchas cosas que no comprendí en ese entonces... Cosas que no prometían ningún buen futuro. Fue como un destello de imágenes fugaces que estallaron en mi mente.

Luego me percaté. No provenían de mí aquellas imágenes, provenían de Lis. ¿Pero cómo? Y sentí algo: una conexión con ella. Una conexión que va más allá de una amistad, más allá de conocernos de mil años, algo que no se podía describir con palabras. Algo que no era la primera vez que me sucedía. Últimamente me pasaba mucho... Poder predecir los pensamientos de las personas... Empatía con sentimientos ajenos, con pensamientos, comprenderlos y revivirlos en mi mente. Como si pudiera comprender que sucede en la mente de las demás personas. Primero con mi madre en el estacionamiento, al pensar que ella pensaba que no tenía el derecho de preguntarme sobre mi vida,  (al igual que cuando fui la única persona a quien la habilidad de Lis no le afectó, porque la recordé.)

Todo encajaba.

No había identificado todo eso porque los conociera bien, no... Debía ser algo superior. Algo que me diferenciara de los demás... ¿La tercera diferencia? ¿Esa era? ¿Mi otro Yo al otro lado de la puerta me permitía conocer todo esto?

Llegó el cambio de clases. Tenía que hablar con Lis... Ella llevaba toda la hora sin hacer nada, paralizada. Estaba preocupado.

En el cambio de clase, salí del salón junto con la muchedumbre, la agarré de la muñeca, zigzagueamos entre todos, y la llevé al mismo lugar de la vez pasada: la parte vieja de la escuela.
–¡Lis! ¡Despierta! –le grité. Y ella me miró lentamente, parpadeó y soltó una lágrima. Sus ojos brillaban ante la luz tenue que se alzaba. Traté de comprender qué sucedía en su mente. Pero no era tan sencillo, por lo general siempre comprendía los sentimientos de los demás inconscientemente, nunca me había propuesto de una forma tan explícita conocerlos... Se me hacía difícil justo ahora.
–Tommy... No dejaré que suceda... –no terminó de decir el mensaje que quería darme, sino que me empujó con todas sus fuerzas.

No comprendía que le sucedía.

Caí al suelo. Luego miré el suelo que nos dividía, estaba rasgado y botaba humo. Color gris intenso. Miré rápido hacia mi izquierda y allí estaba Jeffrey, sonriendo.

Lanzó una carcajada. Rozó su cara con sus dedos. Ladeó la cabeza y se quedó mirándonos desde el fondo del pasillo. Parecía lleno de locura. Un psicópata.

¿Él había rasgado el suelo? ¿Cómo? Ni lo vi...

El Origen de BabadookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora