¿Qué sucede en mí?

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     Caminé detrás de él mordiéndome la lengua para mantenerme callado hasta llegar al lugar. Cada paso era un martirio silencioso. Y cuando al fin llegamos comencé a hablar y me mandó a callar nuevamente.
–Con calma, deja servirme una taza de café. Hoy no desayuné –lanzó una risita que no entendí mucho su significado, asumí que era que le dio gracia lo estúpido que fue como para tener comida y no haber aprovechado y comido, más que viene aquí y se roba el café de los empleados de administración. Idiota...

–Aquí entre nos, sé que le tienes envidia, digo, sus ojos verdes, cabello rubio, las notas más altas, pero esta no es la forma Tommy. –la ira comenzó a devorarme sobre aquellas insinuaciones.
–¡No le tengo envidia! Él es solo escoria.
–Si, si, como digas... –me miró de forma dudosa. Suspiré y comencé a hablar.
–Mr. Fray, usted dijo que él le enseñó las libretas antes de llevarse mi bulto cuando sonó el timbre de salida. Pero aún así él tuvo desde el mediodía, que fue cuando me fui, hasta que sonara el timbre de salida, que fue cuando se las enseñó, para hacer aquella maldad. Osea que... –comenzó a hablar interrumpiéndome.
–Algún día seré el dueño de esta oficina. Director Fray, suena bien.
–¡Profesor! Escúcheme.
–¡Ay! Ya te dije. Solo compórtate y aléjate de los problemas. Él no hizo nada y punto. Ahora déjame terminar esta taza de café en paz. Puedes regresar al salón. Yo voy en unos minutos. –Dijo y se sentó en la silla de la directora ausente y trepó los pies en el escritorio. –Vamos Collens yo se que me pueden ayudar en mi sueño –susurró tan bajito que casi no logré escuchar. Y cerró los ojos.

¡No le importaba! No tenía caso. Regresé al salón.
–¡Llegó el caída libre desde el pupitre! –comentó uno y todos se rieron nuevamente.
–¿No deberíamos buscarle un nuevo nombre? Como... El futuro colgado, porque cuando llegue el examen del viernes solo tendrá correcto el nombre y la fecha porque lo demás... –comenzaron más y más a reírse y a decir comentarios estúpidos.

Cada comentario era como el filo de un arma blanca que se clavaba lentamente en mi corazón. Los ignoré y me puse a hacer el trabajo que había dejado el maestro escrito en la pizarra.

Debía ser más fuerte para cancelar la tristeza... No podía sentirme triste, no me ayudaba para nada sentir tristeza ni encariñarme con nadie como pasó con mi amiga imaginaria.

El día no tuvo ninguna novedad en lo continuo de este. Lo mejor fue que nadie buscó problemas conmigo al mediodía, pero creo que fue porque ya se habían desquitado suficiente insultándome en la clase, más lo que le habían hecho a mis apuntes para el examen del viernes.

Mi madre me recogió al salir, y tan pronto llegué y me tiré en mi cama a contemplar el techo, me pregunté a qué se había referido el maestro al decir que los Collens lo ayudarían en algo...

¿Quiénes eran los Collens?

Martes. La misma rutina sin sentido. Insultos, miradas de desprecio. Y ahora Susan se estaba poniendo igual que Max. Aquella chica era la más envidiada igual que Max era el chico más envidiado. Pero yo sabía que detrás de Susan, de esos ojos azules y tras su cabello castaño y piel hermosa solo había lo mismo que yacía en Max –pura escoria–.

Durante los sueños permanecía sin hablar con mi amigo, trataba de acostumbrarme nuevamente a aquel dolor, pero ya no era lo mismo. No había noche en que sintiera satisfacción igual que antes. Solo odio. Solo eso. Fusionado intensamente con amargura y melancolía, con desamparo y aquel veneno letal de desánimos que acababan con lo poco que me quedaba de cordura...

Miércoles. Me insultaron. En la noche me torturaron.

Jueves. No me sentí mal... Pero no me sentí bien. Me ofendieron todo el día pero mis ojos jamás se enfocaron en ellos. Y ningún insulto me afectó. En la noche me torturó, pero por primera vez no sentí nada.

Viernes. Nada entraba en mi mente y nada salía. Solo estaba en ese pupitre. Solo tenía ese examen en blanco frente a mí. Solo caminaba por los pasillos. Solo me montaba en el carro. Solo me acostaba a dormir al llegar. Solo. Solo no tenía pensamientos, solo no sentía... Solo no existía.

Aquella mañana del sábado fue algo nuevo. El sol me exigía que me levantara al posar sus intensos rayos en mi rostro a través de la ventana. Aún con sueño aparté la sábana y me incorporé. Di un paso y sentí cada crujido doloroso... Mi pierna se había roto... Ya sabía que la tortura de mi amigo aveces me dejaba un poco cansado, pero desde que veo cada noche aquella mansión,  todo ha cambiado. Cada día me siento más débil y algo en mi nació. Me desesperé. Pero no era por la fractura. Sino porque ese que estuvo yendo a la escuela, estando en casa, durmiendo: no era yo. Era como si por un momento mi cuerpo hubiera estado deshabitado...

Babadook estaba aterrorizándome. ¿Por qué? ¿Él no era mi amigo? Mi mejor amigo... Y el único que tenía.

El dolor de mi pierna me hizo gritar. Mi garganta se desgarraba poco a poco por mis alaridos. Mis lágrimas me aniquilaban. No era solo dolor, sino también odio a mi vida, hacia mi amargura. Definitivamente, entendía a mi madre: se queda con mi padre sin motivo, yo así mismo me mantenía con vida a pesar de no tener algún motivo; y sobre todo, no vivía la vida que había idealizado, era igual que ella. Vivía en miseria...

Luego de unos segundos mi madre entro corriendo a mi habitación. Veía en sus ojos aquella chispa, aquel cariño que nunca vi, aquella preocupación.
–¿Qué te pasa? –me preguntó ahogada en preocupación. Y yo me quedé en una especie de trance, mirando aquellos tiernos ojos, y algo tocó mi corazón: amor.
–¡Mi pierna –gemí del dolor –me duele demasiado! –comencé a gritar nuevamente.
–Voy a llamar a una ambulancia, tranquilo.
–Mami, no tenemos plan médico... Segura que po...
–¡Claro que podemos!

Era como si ella fuera alguien diferente. Otra persona... Alguien a quien le importara.

Mi padre aún estaba durmiendo, tenía una resaca terrible.

Mis ojos comenzaron a cerrarse lentamente. Y mientras se cerraban mi visión se volvía más y más borrosa. Y descubrí lo que era: los tenía empapados y cuando mis párpados terminaron su travesía una lágrima empezó una nueva rodando por mi mejilla. Estaba conmovido por como actuaba mi madre.

Quedé inconsciente...

El Origen de BabadookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora