Lo continuo fue una bruma de incoherencias, distorsiones, dudas, destellos, voces. No podía recordar muy bien; aparte de las luces en lo alto, aparte del cómodo lugar en el que me trasladaban. Debía ser una camilla. Aparte de que mi madre estuvo allí...
En tal embrollo de confusión quedé encerrado en un lugar que solo existía en mi interior –la mansión–.
Esas enormes puertas frente a mí me tentaban a abrirlas. Esa luna sangrienta aseguraba que la muerte rondaba encerrada en este mundo. Aquellos árboles sin vida demostraban la crueldad que invocaba al horror. Aquellas hojas secas en todo el terreno exhortaban la presencia de la soledad, solo ella estaba aquí. Y las que eran rojas como la espesa sangre invocaban pensamientos suicidas; en los cuales mi sangre se fusionaba con aquellas hojas y ambas se volvían una, para siempre.
Entré a la mansión. Mis ojos estaban, pero mi vista parecía nada percatar, porque solo se quedaba fija en el suelo. Como si mi mente estuviera deshabitada nuevamente. Últimamente me pasa muy seguido perder la consciencia mientras mi cuerpo actúa por sí solo. Como so fuese sonámbulo. Y el pensamiento sobre mi madre llegó: ella se preocupaba por mí. Ella me quería. Ella me amaba. Y yo la quería. La quería proteger. Para poder seguir amándola... Como siempre lo había hecho, solo que no me había dado cuenta. En el interior de la mansión un rayo cayó, pero su presencia se quedaba allí, en forma diagonal. Un rayo estético, paralizado, brillando, sin desaparecer, y mudo. Yo sí quería a mi madre. Por eso siempre sufría al verla llorar. Otro rayo se cruzó. Yo sí le importaba. Dos más aparecieron.
Ella era la única persona que buscaba mi bienestar...
Y descubrí que esos rayos no eran rayos, sino grietas que aparecían destruyendo mi ilusión, mi cuerpo poseído, mi falsa realidad. Y la realidad brotó como un estallido y todo en mi visión eran solo pedazos que caían como cristales rotos brillantes. Y como si aquel cristal hubiese sido mi realidad errónea en la que estaba encerrado, su destrucción me hizo regresar a mi cuerpo. A mi mente. A mis pensamientos. Era yo otra vez. Ya no era alguien más...
Seguía en aquella mansión, pero con el control de mi cuerpo. Y las enormes puertas detrás de mí se abrieron de un estruendo haciendo que una violenta brisa entrara. Las telas... Las telas se agitaron. La grisácea se estremeció más que ninguna, pero aún así no pude ver lo que ocultaban. Y sentí una punzada en mi pecho. Una que resultaba tan familiar. Una que había sentido tan incómoda como la primera vez que la sentí, pero a diferencia de la primera vez:
–Me molesta... –ahora sí fui honesto y le dije que me molestaba. Que era incómoda su presencia. Que no la quería. Que no la necesitaba...Aquellos dos ojos... El izquierdo se quedó fijo en mí, como siempre, y el derecho estaba más demente que nunca. Soltó un gesto de molestia, de odio, de aborrecimiento supremo. Y mis ojos se agrandaron por la sorpresa de ver como su ojo izquierdo imitaba la locura, por primera vez, del derecho. Ninguno se mantenía fijo en mi por primera vez. La garra se alejó de mí. Caí de rodillas y mi amigo se quedó con la vista explotada en descontrol, y con la cabeza mirando hacia el techo nebuloso.
Sentía como me vaciaba, la sangre no cesaba. Pero de pronto dejé de experimentar la sensación de debilidad. Sentí como las fuerzas regresaba a mí. Y mi piel a los bordes de las heridas se lanzaron hacia el otro lado de la herida, cubriendo así la escena del crimen. Erradicando así la hemorragia. Y al cabo de unos segundos, la herida estaba sanada. Y ver como Babadook se quedaba con el cuerpo inmóvil mirando el cielo de tinieblas, en donde solo sus ojos se movían, cual locura y demencia lo invadía... Me hizo asustarme aún más... ¿Qué le sucedía?
Me alejé de él. Camine hacia atrás, sin dejar de mirarlo. Y choqué con un cuadro: el de la tela roja. Sentí... Sentí admiración extrema. Sentí comodidad. Sentí deseos de volver a estar junto a aquella tela. Algo increíble que me dominaba. Era como si esa tela transmitiera las más intensas emociones y sentimientos.
Y estalló –una impecable carcajada de una demencia superior a los ojos del ser que la lanzaba–. Y el miedo más paralizador me invadió en cada parte del sistema nervioso.
Yo estaba justo detrás de él, y su cabeza, en la meta de dar conmigo, se inclinó hacia atrás. Se escuchaban crujidos, y completó el viaje. Alguien normal al haberse quebrado cada vértebra hubiera quedado parapléjico. Pero él no. Él era diferente. Casi omnipotente... Quedó con sus ojos de locura hacia abajo y su sonrisa hacia arriba. Luego con el súbito más impactante, su ojo derecho quedó fijo en mi... Ya no era el izquierdo. Ya no era el derecho el que estaba alborotado, solo el izquierdo. Y allí su cabeza giró lentamente ciento ochenta grados. Más crujidos. Y sus ojos quedaron hacia arriba y sus dientes hacia abajo...
Volé, pero mi torso no se movió. Pero sentía la brisa en mi cara... Pero mi torso no la sentía, ni mis piernas, ni mis brazos, solo mi cabeza –esa que había sido decapitada y giraba por los aires... –.
Grité. Miré a los lados desesperado. Y ahí estaba mi madre. Y una punzada se alzó en mi pierna fracturada. Un dolor leve comparado con lo que sentí en la mansión...
Ya estaba seguro ahora, porque estaba con ella. Ya estaba despierto...
–¿Qué pasó?Al verla me relajé, no la quería preocupar.
–Solo una pequeña pesadilla, pero estoy bien.¿Por qué ella actuaba así ahora? ¿Por qué demostraba ahora que le importaba? Aunque... Cuando ella gritó, porque mi padre me estaba golpeando con la correa, demostró que le importaba. Esta no era la primera vez. Cuando eran cosas serias ella actuaba. Cuando estaba en un gran peligro.
¿Por qué no abandonas a mi padre?, pensé en preguntarle. Pero no quería dañar estos pocos segundos en que había amor rondando en la atmósfera de esta sala de emergencias. Solo me recosté relajado. Mirando el techo blanco.
–Gracias por estar aquí...No necesitaba a Babadook. No lo quería. Él no era mi amigo. Pero... ¿Por qué ahora lo aborrecía tanto? No. ¿Y si siempre lo he aborrecido, y si siempre me ha molestado su presencia, y yo me obligaba a creer que anhelaba estar con él porque solo él me escuchaba, solo él me entendía, por qué solo él me apoyaba? Y solo él me traiciona ahora por yo haberme engañado a mí mismo al querer a alguien a quien en realidad nunca quise. Ahora tenía problemas con saber que sentía.
Y de pronto, la respuesta más precipitada se alzó: ¡Me robó mi cuerpo! ¡Mi mente! Y ahora tuve que recuperarla por mí mismo... No confío en él. No puedo. Me desagrada...
Muchos aparecerán en la vida con el mejor disfraz, diciendo que solo buscan ayudarte... Y cuando obtienen lo que desean de ti, te desechan como si fueras la escoria más inmensa.
¡No dejaré que Babadook obtenga lo que sea que busque de mí!
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El Origen de Babadook
ParanormalneTommy es un chico con una vida sumamente difícil, sin amigos y con una familia disfuncional. Su única alternativa para despejar su mente es un amigo imaginario llamado Babadook, quien lo tortura a cada noche a cambio de ser su único amigo. Pero lo q...