El partido

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Llegamos junto a aquella muchedumbre en el patio. Estaban pasando lista, y llegamos justo a tiempo.
–Tommy –llamó la maestra de inglés al grupo de estudiantes que tenía a su cargo, mi grupo de compañeros de clases.
–¡Aquí!

Al rato llamaron a Lis y ella dijo: "presente".

Todos estábamos aquí, excepto Jeffrey...

Miré a todos, habían más de trescientos estudiantes reunidos aquí en el patio. Solo conocía a los de mi grupo. Nunca hablaba con los de grados menores ni mayores, ni siquiera con otros grupos de mi mismo grado. Vi a Susan en el fondo muy pegada a Max, y él le sonreía. Por un momento, pensé que eran buenas personas, que no eran la escoria que yo siempre decía, rápido aparte esos pensamientos. Y recordé cuando Susan dejó caer su bandeja apropósito sobre Lis... Me vengaría...

Lis y yo nos sentamos bajo el árbol inmenso, ella pegó su hombro al mío, estábamos muy cerca. Y apoyó su cabeza en mi hombro. Cerró los ojos. Parecía que buscaba estar cómoda, estar segura; pero lo que ella no sabía era que yo era el que me sentía así con su compañía.
–Lo encontraremos y acabaremos con el, ya verás. –le dije.
–Lo sé –me sonrió.

–Me pregunto que habrá sucedido con él para que se convirtiera en lo que es ahora... –pensé en voz alta.

Lo más seguro fue Babadook, dudo que alguien más hubiese interferido. Pero, ¿cómo Babadook lo había hecho? ¿Él puede otorgar ese tipo de habilidades también? ¿Quién es realmente Babadook? ¿Cuál es la verdad detrás de todo esto?

–Tranquilo, Tom. –me dijo Lis, movió su cabeza como si se estuviese sobando con mi hombro. Parecía un gatito buscando calor, o amor tal vez. –Todo se resolverá –agregó.
–¿Tom? –repetí, ella nunca me llamaba así.
–Sí –sonrió –suena tierno –concluyó y rió. Una risita tierna.

¿Cuál era el poder máximo de Babadook?

Media hora más tarde estábamos devuelta a nuestro horario normal. Tercera clase: educación física. Parecía que nos habían regresado a nuestro horario porque no habían revisado la parte vieja de la escuela. Con aquella pared ligeramente agrietada, el suelo rasgado y humeando, más la calor que yacía encerrada allí, mezclado por las manchas negras dejadas por los ataques de Jeffrey. Sin duda, estaban muy confiados de que nadie iba a esas zonas.

Nunca se me daban bien los deportes. Siempre me llamaba la atención ser bueno, pero simplemente no tenía la capacidad.

Se me da mejor dibujar, pensé. No era de dibujar mucho, pero me había quedado bastante bien el dibujo que había echo en el fin de semana. Pensar en el dibujo me hizo mirar inconscientemente a Lis, quien estaba a unos pocos metros de mí. Ella en la cacha y yo en las gradas de abajo. La miraba jugar. Era buena. El soccer parecía ser un deporte hecho justamente para ella. Sin duda, era la mejor.

Mr. Trevol la había invitado varias veces, según me cuenta ella, a que se quedara en las prácticas, después de clases, y que se uniera al equipo. Que necesitaban a alguien como ella. Pero ella lo había rechazado, por el momento.

Vi como ella corrió con la bola entre sus pies, al ver como John corría a arrebatarle la bola, ella hizo un aguaje de que haría un pase. John se volvió en busca de la bola, de esa que nunca fue pasada... Él se giró nuevamente desesperado y solo vio la espalda de Lis alejándose de él y acercándose a la portería. Y lanzó un gesto de irritación al ver la bola en posesión de Lis.

Dos chicos venían hacia ella. La acorralarían. Eran los más altos: Max y Edward. Corrían con todo. Y entre el sudor que corría por la frente de Lis vi una gota, la seguí, hasta que pasó por los labios de ella y allí soltó una sonrisa de suficiencia. De emoción. No parecía preocupada, al contrario. ¿Cómo ella podía sonreír en esa situación?

El Origen de BabadookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora