"No retorno..." El descubrimiento.

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–Ya estamos cerca –me dijo y me miró. Arqueó la ceja derecha un poco más. Como si fuese un gesto coqueto. Sus labios parecían más tiernos. Mi pulso se aceleró. Estábamos más cerca. Y pensé en hacerlo... En besarla... Pero rápido ella apoyó su cabeza en mi hombro y se aferró a mi cuerpo más.
    –Hace frío –me dijo.

    Dentro de unos pocos minutos llegamos. Era un edificio enorme de varias plantas.
    –¿Una biblioteca?
    –Sip –me respondió ella.
    –Yo le dije a mi madre que íbamos a estudiar, pero en realidad no tenía pensado estudiar... –le dije levantando las cejas. Ella rió.
    –Tranquilo, iremos a una sección que dudo que hayas ido...

    Entramos y pude ver rápido las enormes filas de libros y estanterías. El suelo era de mármol y en el techo había un candelabro dorado, más de adorno que para dar luz.

    Vi una sección de libros de historia y comencé a caminar hacia ellos. Y otra vez sentía la atadura, Lis me había agarrado nuevamente la muñeca. Pero esta atadura me agradaba.
    –No es aquí, es en el tercer piso. Ven.

    Me dirigió hacia un ascensor y este nos llevó al tercer piso en donde se suponía que ella me revelaría lo que deseaba mostrarme.
    –Espérame aquí –me dijo mientras soltaba mi mano y se adelantaba. La perdí de vista entre las decenas de estanterías. Me quedé solo allí parado. Y decidí hurgar un poco por las estanterías. Miré los títulos de cada una con la esperanza de que una llamara mi atención. Fue allí cuando me percaté de que los títulos de todas las estanterías tenían un tema en común: lo sobrenatural. Luego, por alguna extraña razón, caminé hipnóticamente hacia la primera estantería de mi izquierda. Contemplé por encima los nombres de cada uno de los libros y solo uno destacó. Tenía bordes dorados y se veía demasiado viejo. Pero no se veía roto, solo parecía tener cientos de años, pero estaba en condiciones excelentes. Se titulaba "Cronos". Lo abrí. Y había una imagen de un reloj de arena.

    –La arena que cae en reversa –leí en voz alta. –El cronos... –tras esa última palabra, mi mente se perdió en un abismo. Mi mirada veía el libro, pero yo solo vagaba en mis pensamientos. Algo estaba en mi interior. Me dolía. Pero no sabía dónde exactamente. Solo había dolor. Sentía que me caía, pero solo eran mis piernas que se debilitaban. Y un pensamiento llegó a mí. Más bien la mitad de un pensamiento. Uno incompleto. –La verdad... –lo demás estaba distorsionado– no te dejes poseer.. –nuevamente se volvió difusa mi mente –cuídate... –y una punzada no me dejó escuchar lo que seguía, solo logré entender la última palabra: Neizvestno...

    Más que un pensamiento, era como si alguien me hubiera tratado de decir algo.

    Y un estallido llegó a mí, Lis me había arrancado ese libro de las manos. Se veía furiosa. Mi vista estaba en blanco.
    –¡Te dije que no te movieras de allí! –me gritó. ¿Por qué actuaba así? Se veía realmente furiosa. –¡Ten! –y me empujó un libro en el pecho. –Busca un asiento y léelo en lo que me deshago de esto –dio media vuelta y se fue caminando, en el transcurso en que solo podía ver su espalda mientras se alejaba, se secó algo nuevamente de la mejilla. Se llevo el libro "Cronos" y me dejo uno titulado: "La tercera diferencia".

    Caminé aún aturdido por lo que había sucedido y me senté en una mesa justo como me indicó Lis. ¿Cómo estará ella? Se veía bastante mal...

    Comencé a leer.
"Todos somos diferentes, y esa diferencia es lo que nos hace iguales. Todos somos uno, y ese uno es el mundo. El mundo somos todos, y ese "todos" son los vivos y muertos, los que existieron y los que siguen existiendo, los que crean la historia. Los que crean el mundo. Los que crean la verdad, la mentira. Los que crean la percepción de lo bueno y lo malo. Los que crean las divisiones. Los que traen la desigualdad, solo para enaltecerse y humillarse.

    "Somos diferentes en el físico. Esa máscara que encierra nuestro órgano vital, nuestro alma, nuestra mente. Esa portada por la cual, muchas veces, nos han de juzgar antes de conocer nuestra segunda diferencia: nuestra alma y mente.

    "La forma en la que pensamos, actuamos y sentimos la rige nuestro primer pensamiento, el que se inculca cuando llegamos al mundo. Una cría que aún no razona, que no tiene experiencias, pero que aún así tiene personalidad; ¿por qué? Cuando una cría viene a este mundo no llega vacía, viene con el alma. ¿Y qué posee ese alma? Su primer pensamiento, pero uno simple, uno corto, pero el más importante, el que nos define. Algunos llevan marcado amor, otros envidia, otros llegan al mundo con el pensamiento de proteger, otros con el de destruir, otros con el de sacrificarse por los demás... Esa diferencia que se nos da al cruzar la puerta hacia esta realidad, es la más importante, la que define nuestros pensamientos junto con nuestras experiencias... La que nos dicta nuestro destino: la segunda diferencia.

    "Pero hay otra diferencia... La tercera... Ya no hablamos de la física o la del interior, sino de la que no está en esta realidad sino en la otra, encerrada: la diferencia sobrenatural. Todos la tienen pero pocos acceden a ella. Pocos acceden a la otra realidad. Todos somos dos, y los dos somos todos. Mente y cuerpo aquí, pero también, mente y cuerpo allá. Pero ese tú que yace encerrado en el otro lado es el único capaz de controlar lo imposible de esta realidad. Y ese tú que yace encerrado aquí es el único capaz de controlar lo imposible del otro lado.

    "No importa cuanto se le ofrezca la clave a la humanidad, ellos jamás creerán, por ende morirán, sin poder cambiar, lo que podían alterar..."

    Terminé de leer esa primera página... Mi mente estaba confundida. La cabeza comenzó a dolerme. Y dudé de la existencia de la lógica, teniendo en cuenta de que lo que acababa de leer no era falso.

    –Tú tienes la tercera diferencia –dijo Lis, mirándome. Sus ojos estaban un poco rojo. ¿Cansancio? ¿O acaso, estaba llorando?
    –¿De qué hablas? –pregunte. Solo había confusión en mi mente. Y sentía que el aire que inhalaba se solidificaba en mis pulmones.
    –No eres normal... No lo somos...
    –¿Tú también la tienes?
    –Sí.
    –¿Por qué?

    Ante esa pregunta ella apartó la mirada, se sentó en la mesa y su mirada se concentró en las luces del techo. Respiró profundo y exhaló una masa de desaliento.
     –Eso es lo que intento averiguar...

    Sí, soy diferente... Pero ella era igual a mí.

    No sabía si sentirme alegre o triste, emocionado o desilusionado. ¿Es bueno ser diferente?

    Dentro de una hora, aproximadamente, salimos de la biblioteca. Lis y yo nos separamos hacia destinos diferentes, yo hacia mi casa y Lis hacia el mismo lugar al que siempre iba, supuse: un lugar desconocido. Un misterio.

    Y surgió una pregunta: ¿Y sus padres? ¿Quienes son su familia? ¿Me llevaré bien con ellos? ¿Les agradaré? ¿Me agradarán?

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