Capítulo 13: No solo lo pensé

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No encontraba a Edward, por ninguna parte. Busqué en la cocina, el cuarto de lavado y planchado, nuestra habitación, el cuarto blanco y nada. Era domingo por la noche y tenía mucho sueño.

Ya teníamos un mes de matrimonio, en el que definitivamente, él me había ganado. Por más que me negara, me había enamorado, pero no le iba a decir, ya que tenía miedo de decirlo en voz alta.

Nuestras discusiones eran constantes, como aquella que tuvimos hace tres semanas, porque el muy atrevido, destruyó mi móvil. O cuando también, hizo que un médico viniera hasta aquí y compró un ecógrafo para que yo no tuviera que ir a la ciudad.

Pero al igual que las discusiones, también habían reconciliaciones.

No me dejaba salir, solo me quedaba con él en casa, viendo películas o en el cuarto blanco y aveces en la piscina.

Estaba harta y también, porque el embarazo me estaba tratando de la patada.

Cada vez que yo le hacia mención de mi molestia, Edward, me callaba a besos y haciéndome el amor hasta quedar tan exhausta que ni un dedo podía mover.

Pero por fin se había acabado este encierro, mañana él volvería a trabajar y yo podría salir como me viniera en gana.

—Raymond- me acerqué a uno de sus hombres de seguridad, que estaba en la cocina.

—Dime, Bella- me recosté en la encimera, mientras el decoraba un pastel de chocolate.

—¿Dónde está Edward?- suspiró.

—En la Gameteca- ¿"Gametca"? Lo miré sin comprender y el suspiró nuevamente-. Una vez al mes él se encierra en la habitación, que está debajo de la piscina. Lo más seguro, es que esté allí.

Asenti mirando el apetecible pastel de chocolate.

—¿Me das una rebanada?- él negó-.¿Por qué?- me quejé. Tenía un antojo.

—Es muy tarde y me dijeron que no podías comer tanto chocolate- bufé y me di la vuelta para ir a buscar a mi esposo.

—Hasta mañana- me despedí y tomé la puerta que daba a la piscina.

Allí habían unas escaleras y el pasillo que daba a la piscina.

Esta casa tenía tantos recovecos.

Bajé las escaleras y me encontré con una puerta que decía: "No me jodan, estoy ocupado"-. Pues te jodes Cullen, tengo sueño.

Abrí la puerta y casi me quedo sorda por el ruido. Edward estaba sentado en un asiento de piloto. No manches, era como un simulador de manejo. En la habitación habían cinco más aparte de ese y solo estaban tres ocupados. Uno por Edward, el otro por Riley un cocinero- guardaespaldas y el otro por Thomas, uno de los jefes de seguridad.

De inmediato me dieron ganas de jugar.

—Edward... - me acerqué y esperé que terminaran —Quiero jugar- él asintió y me dio el asiento que estaba a su derecha.

—Solo no quiero llanto si pierdes- asenti y así empezó el juego.

Estaba emocionada, se sentía tan real. Wow.

Pero estaba perdiendo y me puse de mal humor y empecé a chocarlos a todos. Edward, estaba furioso.

—¡Isabella!-me había aburrido de tanto perder y me molestó que Edward me regañara.

—Vamos a dormir- le dije una vez se terminó la carrera y él negó.

—Ve tú, yo no tengo sueño.

—Ya es tarde... Vamos tengo sueño- me abracé a su espalda.

—No...- me ignoró.

—Mañana tienes que ir a trabajar- suspiró y dejó los controles.

—Hasta mañana muchachos- se despidió y me tomó en brazos.

—Adios- me sentí mal por dejarlos sin uno de los jugadores —Raymond hizo pastel de chocolate- ellos dejaron los juegos y todos subimos.

***********A la mañana siguiente********

Veía a Edward, arreglarse para ir a trabajar, lo iba a extrañar, pero debía buscar trabajo. Si bien no lo necesitaba, no tenía ganas de ser ama de casa.

Además quería entretenerme.

—¿Que piensas hacer hoy?- preguntó sentándose al borde de la cama.

—Buscaré empleo- su mandíbula se tensó y puso los ojos en blanco.

—Ya te dije que no- me crucé de brazos y lo miré severamente.

—Si lo haré- se pasó la mano por la cara-. Así que adiós cariño, que te vaya bien- me acerqué y besé levemente sus labios. Me había vuelto adicta a ellos.

—Si quieres trabajar, lo harás para mi- me molesté y me aparté de él-. Es más, ya nos vamos.

—¡No!- me metí en la cama y me tapé con las cobijas. No iba ir y no lo haría.

*******Veinte minutos después*******

Estaba al lado de Edward, en la camioneta, estaba molesta.

—Ven acá- me tomó de la cintura y me colocó a horcajadas sobre él. Y yo me quise apartar, pero sentí su erección.

Gemí al sentirlo.

—Nena... No te enojes conmigo, pero es que no veo por qué no puedas trabajar para mi. Mira, sabes que no me gustan los extraños y tu eres mi esposa. ¿Por qué trabajar en otra empresa? No le veo la lógica hermosa- asenti. Tenia razón.

—Esta bien, lo lamento- el asintió y me besó y yo le correspondí. Lo sentí tantear entre nosotros y lo detuve-. No hay tiempo.

—Va a ser rápido- me volvió a besar y en un abrir y cerrar de ojos, él estaba dentro de mi y yo bajo su cuerpo-. Joder, eres tan estrecha...

Me penetraba una y otra vez, mientras yo acariciaba su espalda. Se sentía tan bien... Su miembro llegaba a todas partes. Cada vez que me embestía, sus testículos, golpeaban mi trasero. Me encantaba que me poseyera.

—Más- gemí y lo abracé con mis piernas. Subí mis caderas y lo encontré en cada penetración. Ese mete- saca me estaba volviendo loca y de repente me fui en ese abismo, llamado Edward Cullen.

Lo besé para callar nuestros gemidos y lo sentí llenarme

-¡Oh Dios!-gruñó.

Te amo...-dije para mis adentros.

-¿Cómo?-levantó la cabeza y en ese momento, me di cuenta de que no lo había pensado solamente.

Serie Inocente # 0: Obsesionado con tu InocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora