❥ Las marcas ❥

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-Pequeña, te traje un regalo –

No otra vez por favor, no otra vez. Escuchaba el repiqueteo de las botas de papá en la madera vieja de la casa, me preguntaba cuando acabaría esto o si al menos tendría un fin algún día.

-Rosé, te he comprado un nuevo libro – No me importaba si me traía la muñeca de juguete más costosa del mundo, no quería recibir más regalos de su parte - ¿Por qué siempre finges estar dormida? – Apestaba a alcohol, como todos los días.

-¿Cuándo morirás? – Susurré cediendo ante la decepción que provocaba mi asquerosa vida.

-¿Qué dijiste? – El sonido del viejo libro que traía en sus manos retumbó en mis oídos cuando caía en el suelo - ¿No has aprendido a respetarme, niña? – Apreté mis ojos con fuerza, no debía contestarle o me golpearía.

Traté de recordar el rostro sonriente de mamá, algunas veces le gritaba al cielo pidiéndole que trajera de vuelta a mi madre. Pero como era de esperarse, esto no era un cuento de hadas, este era una espantosa historia de terror, aquí no tienes hadas madrinas ni vestidos hermosos, no hay príncipe azul, no hay felicidad por siempre; esta era la vida real.

-Hoy nos divertiremos mucho más, pequeñita – Estaba harta de escuchar su voz, anhelaba que esto fuera un sueño.

Ese hombre al que llamaba papá, comenzó a desabrochar sus pantalones. Comencé a sollozar, no podía contenerlo, yo era tan débil, él era tan fuerte.

-Papá, por favor no lo hagas – Recobré mi postura en la cama, recogí mis piernas abrazándolas con mis brazos – Te lo ruego por favor –

-No te preocupes bebé, te prometo que no dolerá esta vez – Su voz no era dulce, era demandante y ronca.

-¡NO QUIERO QUE ME TOQUES! – Sentía su manos acariciar mis piernas - ¡ALEJATE DE MI! –

El impacto fuerte de la palma de su mano contra mi rostro hizo que mis sollozos aumentaran, tenía que luchar, habían pasado tres años siendo víctima de ese hombre.

-No grites o te juro que te dejaré sin comer por una semana más – La fuerza de sus manos abría mis piernas con fuerza, trataba de liberarme pero era un inútil esfuerzo.

-Papá no, por favor no - Faltaba solo un poco, volvería a pasar de nuevo.

-Shhh… - Cubrió mi boca con su mano, impidiendo que mis gritos pudieran salir.

Mis ojos se abrieron de par en par, el sudor corría por mi cuerpo, mi cuerpo temblaba de manera inconsciente, miré a mí alrededor inspeccionando el lugar donde me encontraba. Mis recuerdos se habían reproducido en mis sueños una vez más.

Tomé la manta que cubría mi cuerpo, la apreté contra mi pecho, mi corazón latía de manera acelerada mientras intentaba recobrar el ritmo normal de mi respiración. Me levanté de la cama, rebusqué en el interior de mi armario las cuchillas que había comprado hace unos días; tomé la cajita entre mis manos llevándola conmigo hasta un rincón de la habitación, me tumbé sobre el suelo, abrí la cajilla y saqué la filosa y limpia cuchilla.

Mis ojos admiraban a mi fiel compañera, las lágrimas se aglomeraban en mis ojos abriéndose paso para salir y resbalarse por mi rostro. Levanté la manga de mi pijama de dormir y suavemente produje un corte en mi brazo, el líquido rojo que brotaba de mi piel volvía a saludarme mientras aquellas gotas saladas se juntaban con las gotas espesas coloradas; ese dolor agudo me reconfortaba de cierta manera, podía parecer una loca delante de las personas pero las marcas en mis brazos y en mis piernas eran un recuerdo constante de que mi dolor vivía fervientemente dentro de mí.

No seas mal agradecido quejándote de la mala vida que llevas cuando en realidad lo único que te hace falta es el último CD de una de tus bandas favoritas.

No seamos hipócritas, no seamos mal agradecidos, aprendamos a dar las gracias por lo que tenemos.

Miles de pensamientos vagaban por mi mente mientras disfrutaba del agudo dolor que provocaba mi reciente herida.




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¡He terminado mi otra historia, eso significa que actualizaré más rapido!

Espero que les esté gustando la historia, estaré esperando sus comentarios con ansias. ♥

-Stefy Lara

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