❥ Día 2 ❥

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YoonGi...

Eran pasadas las dos de la madrugada, Jimin ya no podía mantenerse en pie. Había bebido demasiado, tanto como todos los demás asistentes a la fiesta a excepción de Rosé, Jhope y yo; al parecer éramos los más sobrios a la orilla del mar.

-Jimin, te llevaré a tu habitación - Lo sujeté de su brazo, le ayudé a levantarse de la arena mojada en donde se encontraba recostado cantando alguna canción que había aprendido cuando era niño.

-No estoy borracho... ¿Por qué tengo que ir a mi habitación? - Reclamó él intentando alejarse de mí.

-Necesitas descansar - Repuse.

-Min Yoon Gi... estoy bien - Sonrió de manera arrogante.

-Vamos, te enseñaré algo -

-¿Me enseñarás algo? - Frunció el ceño, pensó por un segundo y luego asintió levantándose de la arena - ¡Vamos a ver que tienes para mostrarme! -

Sonreí, en realidad no le mostraría nada. Solo era una estrategia para que accediera a ir a su habitación, luego regresaría por Jennie quien estaba siendo supervisada por Jisoo; la chica de cabello oscuro también se encontraba ebria, pero aun podía caminar sin dificultad.

Tomé uno de los brazos de Jimin y lo pasé por encima de mi cabeza asegurándome de que él pudiera mantenerse en pie. Empezamos a avanzar a paso lento, el cabello oscuro de Jimin estaba cubierto de arena; volví a sonreír. Él había empezado a actuar como un bebé, se quejaba de la arena en sus pies, decía que detestaba sentirse borracho.

-Yoon Gi... - Susurró con una sonrisa.

-¿Qué sucede? -

-Me gustan tus pestañas - Era imposible no sonreír, asentí y seguimos nuestro camino.

Por lo general podíamos tardar de dos a tres minutos para llegar a la cabaña, pero en el estado que se encontraba Jimin; nos llevamos cuatro minutos de más. Cuando llegamos, el vigilante nos ayudó a pasar; el hombre nos abrió las puertas y me ayudó a subir a Jimin hasta el segundo piso.

-Muchas gracias - Dije indicándole al hombre que podía irse.

-Cualquier cosa que necesiten, no duden en llamarme - El vigilante abandonó el pasillo sin decir nada más.

Miré a Jimin quien se encontraba hablándole a unas flores supuestas en un jarrón encima de una mesa. Giré el pomo de la puerta dándome cuenta que se encontraba bloqueada, tendría que preguntarle a Jimin si él tenía la llave.

-Jimin... - Me acerqué a él, con una de mis manos le tomé de la barbilla obligándole a mirarme - ¿Tienes la llave de la puerta? -

-¿Puerta? - Arrugó la nariz y negó con la cabeza.

Rodé los ojos y pensé en algo. Mi compañero de habitación era Seok Jin, pero tenía una corazonada de que aquel chico no dormiría en nuestra cabaña por esta noche. Miré a Jimin y me apresuré a levantarlo del suelo en donde se había tumbado, lo llevé hasta mi habitación y le ayudé a recostarse en mi cama.

-¡AHÍ VIENE GOKÚ! - Gritó Jimin riendo.

-Cállate - Exclamé mientras sacaba algunas mantas del closet.

Parecía un niño pequeño, no paraba de reír y de decir cosas sin sentido. Tomé asiento a su lado acomodando las almohadas para que estuviera cómodo, desdoblé las mantas y las utilicé para cubrir su cuerpo. Todo estaba listo, solo tenía que esperar a que se quedara dormido para ir por Jennie y llevarla a su habitación.

Mientras esperaba a que Jimin se quedara dormido, saqué mi teléfono celular y empecé a jugar un jueguito tedioso que odiaba pero que por lo menos me entretendría por algunos minutos.

Pasaron exactamente quince minutos hasta que Jimin pudo quedarse dormido, me percaté de un poco de arena sobre su cabello y me acerqué para sacudirla; para mi sorpresa, estando tan cerca del rostro del pequeño chico de cabello rosa del que me había enamorado desde hace tantos meses, me encontré con los preciosos ojos de Jimin mirándome fijamente, una sonrisa apareció en su rostro lentamente y mi corazón se aceleró.

-Quédate conmigo... Min YoonGi, quédate conmigo - Susurró Jimin.

-No puedo, tengo que buscar a Jennie -

-No me refiero a ahora, me refiero a un por siempre - Tragué saliva, la preciosa mirada de Jimin estaba controlando todos mis nervios; el precioso brillo en su mirada me estaba llevando a cumplir mi destino.

Coloqué cada una de mis manos a un lado de su cabeza, le miré fijamente a los ojos y sonreí. Jimin también sonrió, se acercó a mi rostro y juntó nuestros labios en un suave y delicado beso. Quería llorar, quería sonreír, era imposible describir lo que mi corazón estaba sintiendo; había soñado con vivenciar un momento como aquel, pero nunca pasó por mi mente que la persona indicada era el chico de bonita sonrisa que conocí un día y que pasó desapercibido ante mis ojos.

Tomé su rostro entre mis manos, le abrí paso a mi lengua entre los suaves labios de Jimin. Las pequeñas manitos de aquel chico se aferraban a mi camiseta, nuestros ojos estaban cerrados, los latidos de nuestros corazones empezaban a escucharse hasta nuestros oídos, no podía abandonar sus labios, no quería que terminara jamás; quería darle ese por siempre a Park Jimin.

-Te amo - Susurró contra mis labios, negué con la cabeza y sonreí.

-Cada vez que dices eso, siento que mi oxigeno empieza a escasear - Jimin sonrió, regresó a mis labios reanudando el tierno beso entre ambos.

Era tan diferente a lo que había sentido esta tarde, había pensado que me gustaba Jennie; pero en este momento podía darme cuenta que a la única persona a la que le pertenecía mi corazón era a él.

-No imaginas cuantas veces imaginé este momento - Exclamó Jimin.

-Pues ya no tienes que imaginar más -

No podía verlo de nuevo como solo un compañero de clases, después de esta noche. Park Jimin regresaría a Seúl tomando mi mano, tenía que terminar con la relación que había entre Jennie y yo para por fin vivir mis felices por siempre. Las personas malinterpretaban los felices por siempre, suelen decir que solo existen en los cuentos de hadas pero lo que no saben es que son tan reales que como nosotros.

Los felices por siempre no se tratan de nunca llorar o de nunca pasar por dificultades, los felices por siempre se tratan de superar los malos momentos amando, teniendo esperanza y manteniendo una sonrisa a pesar de todo porque sabrás que ahí siempre estará la persona que amas.

El beso fue tomando fuerza, se llevaba nuestro oxígeno y nos conectaba entre las sabanas de la cama que empezaba a desordenarse. Jimin tomó el borde inferior de mi camiseta y se deshizo de ella pasándola por encima de mi cabeza, sus suaves manos recorrían cada centímetro de mi cuerpo; mi autocontrol disminuía con cada contacto que tenía su piel con la mía.

Me deshice de su camisa, mis manos dibujaban miles de caricias sobre su piel. Abandoné sus labios, me abrí paso hasta su cuello donde le acariciaba con la delicada piel de mis labios. Jimin estaba tan envuelto como yo en la atmosfera del deseo que se había desencadenado por un simple beso.

Le miré directamente a los ojos, y me apoderé de la hebilla de su cinturón. Desabroché sus pantalones, los deslicé por sus piernas y los arrojé sobre el suelo de la habitación. Sus labios buscaban los míos de manera desesperada, ambos nos encontrábamos sentados sobre el colchón a diferencia de que Jimin empezaba a tomar el control de la situación.

Jimin tomó mi rostro entre sus manos, me miró fijamente a los ojos; mantenía la misma mirada que había visto aquel día en que me percaté de su nuevo look; aquella mirada de un depredador. Se deshizo de mis jeans, los pantalones agujerados que había decidido utilizar ese día, ahora reposaban en el suelo junto a los jeans de Jimin.

Mis manos sujetaron el borde de su ropa interior, estaba dispuesto a deshacerme de ella; pero Jimin me lo impidió mirándome a los ojos fijamente.

-Prométeme que estaremos juntos después de esto - Susurró a solo centímetros de mi rostro.

-Lo prometo, prometo vivir mi por siempre junto a ti - Lo atraje hacia mí, y me deshice de su ropa interior.

Ese día, ese momento, ese instante, fueron el inicio de la felicidad que siempre anhelé.

La Belleza De Una Sonrisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora