❥ Fogata, Promesas y Recuerdos ❥

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Jung Kook…

Preparaba el equipaje mientras revisaba los mensajes que mi madre había dejado durante la noche. Ella parecía estar muy emocionada de que este fuese el ultimo día del viaje; en los últimos meses me había demostrado lo capaz que era de ser una madre aparentemente normal. No había dejado de preocuparse por mí ni nada parecido, solo aprendió a no dramatizar las cosas que tenían que ver conmigo; seguramente de algo había servido que asistiéramos juntos a terapia psicológica.

“¡¿Has empacado todas tus cosas ya?!”

“¡No olvides nada en la cabaña!”

“¡Ten cuidado cuando tomes el avión, yo rezaré por ti para que regresen a salvo!”

Esos solo eran tres de los treinta mensajes que reposaban en la bandeja de entrada de mi teléfono; pero como ya estaba acostumbrado a esa cantidad de mensajes, simplemente respondí con un solo mensaje de vuelta.

“Todo estará bien, mamá”

Tomé un trozo de pizza que había comprado Nam Joon esta tarde, ahora estaba fría y ya no conservaba el mismo sabor de hace unas horas; pero al menos era comestible. Terminé de cerrar la maleta y me tumbé sobre la cama mientras masticaba la bola de masa que tenía en la boca, no sabía a quién llevaría a la fiesta de la fogata; no conocía a otra chica que no fuesen Lalisa, Jennie o Jisoo.

Era algo gracioso, ya que había muchas chicas en el curso. Pero nunca entablé una conversación con alguna de ellas; me preguntaba si se vería grosero invitar a alguna de ellas cuando antes no me había interesado por ninguna.

Suspiré y seguí pensando, necesitaba caminar un rato para que las ideas llegasen a mí. Me levanté de la cama y enjuagué mis manos, luego salí de la habitación dirigiéndome hacia las afueras de la cabaña.

-¿Debería caminar hacia la playa? – Me pregunté a mi mismo mientras bajaba las escaleras.

En la playa solían reunirse la mayoría de las chicas que habían viajado con nosotros; así que allí era a donde me dirigiría sin ninguna duda. No podía faltar a la despedida de la fogata que habían organizado los maestros.

Una vez afuera, sacudí mi cabello y me abrí camino hasta la playa; tal y como había imaginado, la mayoría de las chicas se encontraban allí ya sea hablando, tomando el sol o leyendo un libro. Bueno, solo había una chica leyendo un libro; ella parecía estar sola. No veía a nadie a su lado o cerca de ella, suponía que cuando lees un libro prefieres estar a solas para que nadie llegue a molestarte.

Pero a ella nunca la había visto en la escuela, me preguntaba si al menos había venido con nosotros o simplemente vivía acá. Solo podía averiguarlo de una manera; si, la espiaría algunos minutos. Ok, lo sé. No era la mejor idea, pero no me sentía preparado para acercarme a ella; tenía que confesar que era algo tímido con las mujeres.

Caminé a gachas con cuidado de no ser descubierto, al final logré esconderme detrás de un matorral de algunas plantas algo extrañas que tenían algunas espinas que pinchaban mi piel de vez en cuando.

-¡Vaya, de verdad que es muy linda! – Dije casi en un susurro.

Llevaba su cabello suelto, la brisa lo revolvía a su placer y a ella parecía no molestarle; su piel era tan blanca como la nieve, se veía tan suave como el algodón de azúcar, sus labios parecían estar coloreados por crayolas; tan rojos y perfectos. Sus largas pestañas y esa linda sonrisa que empezaba a adornar su rostro mientras movía sus ojos por las frases escritas en las páginas de aquel libro que sostenía en sus manos. Si, a ella nunca la había visto antes; seguramente nunca hubiera sido capaz de olvidar a una chica tan linda.

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